Lavapiés, un barrio transformado en parque temático

ESPECIAL | 20minutos visita el emblemático barrio de Lavapiés, donde sus vecinos denuncian los altos precios del alquiler, el turismo de baja calidad y la inseguridad de sus calles por la noche

Bohemio, multicultural, con un orgullo de barrio impetuoso, así es el concurrido Lavapiés, un lugar que mezcla el encanto de lo castizo con los rasgos de las comunidades africanas, asentadas en la zona durante décadas. En sus calles convergen los tradicionales bares españoles -esos que sirven el café en un vaso fino- con los restaurantes bangladeshíes, fáciles de distinguir por su intenso olor a especias. En definitiva, un punto privilegiado de la capital, cercano a los principales museos y monumentos más emblemáticos de una Madrid imperante y frenética que, a veces, descuida su calidad de vida, o lo que es lo mismo, sus altos precios de alquiler complican el hecho de poder disfrutar de ella, de vivir en ella.

Oposición a la transformación barrial

“Esto ya no parece un barrio, sino más bien un parque temático”, declara Manuel Osuna, presidente de la Asociación de Vecinos La Corrala -la más importante del barrio de Lavapiés-, quien conoce a la perfección los entresijos de sus calles, así como a su gente, consciente de la transformación barrial que sufre desde hace años. Según afirma Osuna, esta zona ha sufrido “duramente” los daños del coronavirus, en parte, por la cantidad de fiestas ilegales que se produjeron en los pasados meses de marzo y abril. A pesar de las denuncias dirigidas a los propietarios, el alquiler de los pisos sigue siendo “intocable”, tan solo al alcance de unos pocos. A todo esto se une la progresiva desaparición de la esencia del barrio, reflejada en el cierre de locales tradicionales, que son aquellos pequeños rincones que generan una comunidad y una identidad inconfundible.

Manuel Osuna, presidente de la Asociación de Vecinos La Corrala, en el barrio de Lavapiés.
Manuel Osuna, presidente de la Asociación de Vecinos La Corrala, en el barrio de Lavapiés.
Jorge Paris

Manuel Osuna señala dos cuestiones sobre la subida de los precios del alquiler, cuya consecuencia principal deriva en la salida casi obligada de residentes del barrio. “Nos estamos quedando sin vecinos, pero es lógico, ¿Quién se puede permitir pagar estos precios por un alquiler?”, apunta el presidente de La Corrala. “Esto no es algo nuevo eh, desde hace tiempo los propietarios tienen cierto poder adquisitivo, clase media-alta, cuando Lavapiés es un barrio trabajador tradicionalmente. Hay muchos que desde hace décadas están empadronados aquí, aunque no residan, lo que hacen es alquilar los pisos a precios intocables”, explica.

Lo cierto es que la evolución del precio del alquiler en el barrio de Lavapiés ha disminuido en el último año. Según los datos extraídos de Idealista del pasado mes de junio, el m² se marca en 15,7 euros, mientras que en 2020 se encontraba en 18,5 euros. No obstante, el suelo sigue siendo más caro en este emblemático barrio con respecto a la media de Madrid capital (14,5 euros), pero más barato que la media del Distrito Centro, al que pertenece (16,2 euros).

Tal vez la pandemia provocada por el coronavirus ha afectado a esta bajada del precio del alquiler en la capital. No solo ha disminuido en el barrio de Lavapiés con respecto a los últimos años, sino también en el resto de Madrid. Aún así, si se calcula lo que cuesta al mes un piso de 70m² en Lavapiés siguiendo el precio establecido (15,7 euros/m²), el resultado final es de casi 1.100 euros. Pocas personas se pueden permitir pagar esa cantidad cada treinta días, incluso compartiendo el mismo techo con un compañero.

Gráfico evolutivo sobre los precios del alquiler en Lavapiés.
Gráfico evolutivo sobre los precios del alquiler en Lavapiés.
Carlos G. Kindelán

Este problema sucede, en parte, porque el barrio de Lavapiés se ha convertido en epicentro para turistas. Esto se traduce en una proliferación de pisos turísticos o apartahoteles, cuyo target está centrado en jóvenes extranjeros que puedan permitirse los altos precios durante unos pocos días. “No nos mostramos contrarios a los hoteles, ni tampoco a los turistas, pero no queremos que el conjunto de estos provoque la subida de precios en el barrio porque, entonces, Lavapiés dejará de ser lo que realmente es”, afirma Osuna.

Uno de los ejemplos más significativos es el apartahotel que se va a construir próximamente en un aparcamiento público, situado en la Calle Primavera, 13. “El barrio de Embajadores está lleno de pisos turísticos, no es necesario poner 35 más, además de que supone un problema para más de 80 vecinos que aparcan su coche aquí cada día”, señala Osuna. Dicho parking tiene una capacidad total de 150 plazas que ayuda a descongestionar el tráfico de la zona. Por tanto, una vez que este se sustituya por el apartahotel, esos vehículos deberán buscar un lugar en la calle, lo que supone un problema añadido para los vecinos.

La icónica Cafetería Barbieri (Lavapiés), cerrada tras la crisis provocada por la Covid-19.
La icónica Cafetería Barbieri (Lavapiés), cerrada tras la crisis provocada por la Covid-19.
Jorge Paris

Osuna recalca en numerosas ocasiones que con este proyecto se vulnera el Plan de Rehabilitación integral de Lavapiés, que establece una condición que afecta al aparcamiento de la Calle Primavera que, como señala el presidente de la asociación de vecinos, es “quitar coches de superficies para hacer aceras más grandes y por ello, eran necesario los garajes. Así, los vecinos podrían seguir aparcando sus coches”.

Para el presidente de La Corrala, Lavapiés es un barrio donde “escasean los niños”. Aquellos que desean formar una familia o un proyecto de vida a largo plazo suelen optar por residir en una zona más adaptada a sus necesidades. “Es un lugar complicado para aquellos que quieran tener hijos, apenas tenemos colegios. Lo mismo pasa con los parques o zonas verdes, apenas hay, solo tenemos ‘plazas duras’ que, desde luego, no suponen un atractivo para los padres y niños”, asegura.

 

Osuna también denuncia la falta de espacios centrados en el ámbito cultural. “No tenemos bibliotecas”, señala con indignación, y añade que lo más parecido son los dos centros de la UNED que tienen en el barrio, aunque estos suponen “un lugar enfocado en estudiantes de fuera”. “No son lugares pensados para los vecinos, todo lo contrario, se trata de atraer a turistas o gente de fuera que no sienten el barrio como suyo”, apunta el presidente de La Corrala, que señala a las diferentes instituciones políticas por “no escuchar a los vecinos”.

Con el paso de los años y la terciarización del barrio, Lavapiés ha perdido los mercados, los bares y los locales de toda la vida, como el emblemático Mercado de San Fernando, prácticamente abandonado y desolado en la actualidad. “En lugar de hacer algo por los vecinos nos ponen dos Carrefour exprés 24 horas, un TGB y un hotel en medio de la plaza principal que rompen de lleno con la estética y lo que es el barrio”, afirma Osuna. “Esto parece un parque temático”, reitera.

Gráfico de Lavapiés sobre su densidad de población, residentes extranjeros y vivienda.
Gráfico de Lavapiés sobre su densidad de población, residentes extranjeros y vivienda.
Carlos G. Kindelán

Miedo al exilio

María es una vecina de Lavapiés que lleva viviendo en el barrio durante 15 años. Siempre ha estado de alquiler y se muestra “encantada” con su actual casero porque “ha sido honrado y ha respetado” la situación del inquilino por encima de la proliferación de pisos turísticos a un precio “desmesurado”. “Yo pago 700 euros cada mes”, afirma María, quien es consciente de que si el alquiler aumentase al precio que ahora marcan la mayoría de propietarios (1.200 aproximadamente), se vería obligada a abandonar su residencia y buscar otra alternativa, incluso fuera de Lavapiés.

La mayoría de los vecinos consideran que este aumento en los precios del alquiler puede obligar a exiliar al extrarradio de la capital. “Mis vecinos se tuvieron que ir a Carabanchel porque ya no se podían permitir vivir aquí, y eran de toda la vida, con el encanto que este tiene y lo cómodo que es vivir aquí, cerca de los principales monumentos y museos”, cuenta María con aparente preocupación.

La conocida multiculturalidad de Lavapiés y la bohemia atmósfera que rodea al barrio pueden sonar paradójicas con el sentir de los vecinos a la hora de aumentar los precios de alquiler en busca de captar turistas extranjeros, especialmente franceses y británicos. “No es lo mismo viajar que hacer turismo”, apunta María, quien explica que “la turistificación es un fenómeno que convierte a los barrios en parques de atracciones”.

Todo el tejido que se ha construido ha sido gracias a los vecinos, como las fiestas del propio barrio o su encanto callejero, eso ha creado un atractivo turístico y es beneficioso, lo que no se puede hacer es apartar la figura del vecino por la del turista temporal”, asegura. Además, María considera que el turismo “no es ecológico” porque “los que vienen aquí durante unos días suelen comprar vuelos low cost y se dedican a comprar bebida en el Carrefour -que abre las 24 horas- para montar un fiesta en el piso”, asevera, y añade que “ni siquiera se molestan en conocer el barrio, visitar un museo o dejar su dinero en un restaurante de la zona”.

Un hogar para muchos

En cambio, Ibrahima, de origen senegalés, se siente a gusto con el ambiente y la comunidad africana que lleva décadas asentada en Lavapiés. Senegal es el país subsahariano con más residentes en Madrid y su punto predilecto para vivir es en el barrio de Embajadores, perteneciente al distrito Centro de la capital. Según el padrón del Ayuntamiento, de los más de 2.000 inmigrantes procedentes de este país, casi medio millar –un 25% aproximadamente– reside en esta zona.

Tal vez por esta razón, Ibrahima se encuentra cómodo en Lavapiés, incluso en las condiciones en las que vive. “Pago 500 euros al mes por un piso algo antiguo de dos habitaciones, con un salón y un baño”, afirma el vecino, y añade que “me gusta estar aquí, pero entiendo que haya gente que le cueste adaptarse al entorno del barrio”.

Ibrahima se muestra contento con los turistas que vienen a Lavapiés porque “es normal que si les gusta la fiesta vengan aquí, lo entiendo, a mí también me gusta mucho”. “Hace unas semanas vinieron bastantes franceses y yo creo que les gustó todo lo que hay aquí, todo el movimiento que hay por la noche en las calles”, concluye.

Mercado de San Fernando (Lavapiés)
Mercado de San Fernando (Lavapiés)
Jorge París | Jorge Paris

La falta de seguridad no sale rentable

Sofía es una joven marroquí de 31 años, acostumbrada a vivir en zonas céntricas de la capital, ahora busca piso como “nómada”. “Cada dos semanas tengo que buscar un Airbnb nuevo porque es imposible poder mantenerme en el mismo”, explica la vecina de Lavapiés, quien añade que “los caseros suben cada vez más el precio de alquiler”.

Mientras Sofía esperaba a que llegase un Cabify en un portal de Lavapiés junto a numerosas maletas, preparada para mudarse nuevamente a otro piso, contaba que la situación es “límite” para los jóvenes. “Poco a poco nos desplazan a las afueras de la ciudad, donde se nos permite alquilar y tener una cierta calidad de vida”, asegura con frustración.

“En este último piso nos han cobrado, a mi compañera y a mí, 1.600 euros por dos semanas, esto es insostenible”, apunta Sofía. “Casi ningún joven tiene un trabajo fijo, los sueldos son de 600 euros y los pisos cuestan más de 1.500, es que es imposible. Por todo esto es necesario regular el alquiler de los pisos con una ley de vivienda que se ajuste a la realidad de los ciudadanos y sea accesible para los jóvenes”, afirma.

Yo no entiendo cómo vive toda esta gente que está todo el día en la calle, supongo que están viviendo once o doce personas en la misma casa. Entiendo que duermen en tres colchones por habitación y ya está, pero es que eso no es manera de vivir tampoco”, explica Sofía, quien no entiendo por qué sucede esto, cuando “debería de ser a la inversa, ya que Lavapiés es un barrio que se caracteriza por su multiculturalidad y por no tener un nivel adquisitivo alto”.

Terraza en plena Calle de Lavapiés.
Terraza en plena Calle de Lavapiés.
Jorge Paris

La joven comienza a contemplar que la posibilidad de vivir en Lavapiés no es la mejor para sus intereses actuales, no solo a nivel económico, sino porque también crece, según ella, la inseguridad en la zona. “El barrio está transformado, pero no solo por los pisos turísticos, sino por el tipo de gente a la que se le está permitiendo hacer y deshacer en la calles. Es una locura”, asegura Sofía con resignación.

“Ya no es un barrio como antes, en el que vale, pagas tu piso y te aseguras cierta tranquilidad. No, es que yo salgo a la calle por la noche y se me pega un tío cada dos segundos. Honestamente, para una chica es un barrio un poco peligroso por la noche. Esto va a sonar racista, pero es la realidad, y repito, yo soy marroquí”, afirma Sofía.