María de Valdés, la mujer que odió la natación y ahora quiere una medalla

Aspira a conquistar una medalla en 10 km en aguas abiertas

Desde el horizonte y con los primeros rayos de luz, asoma una amplia sonrisa que, con aún cara de cansada, se dirige hacia nosotros, es la de María de Valdés (Fuengirola, Málaga, 10 de octubre de 1998). Con paso firme, y portando una gran mochila roja de la Federación Española de Natación, cargada de amuletos y recuerdos, que podría pesar más que ella, la nadadora se dirige hacia el Liceo de la Coruña, donde entrena cada día.

Allí es donde desayuna todas las mañanas, acompañada de compañeros y amigos antes de empezar una dura jornada de entrenamientos. A pesar de ser del sur, María se ha adaptado tan bien a la ciudad gallega que considera que allí está gran parte de su familia, así como su segunda casa. Algo que se puede observar por cada rincón que pasa, donde los abrazos van cayendo a medida que se encuentra a conocidos.

María vuelve a respirar felicidad e ilusión después de haber logrado conquistar la medalla de plata en aguas abiertas en la categoría de 10 kilómetros en el mundial de Doha. Ahora, ya sueña con los Juegos Olímpicos de París 2024, donde aspira a lo más alto.

Esta felicidad recuerda a aquella de cuando tenía tan solo 3 añitos y empezó casi antes a nadar que a caminar. Además, llega en un momento, en el que la malagueña ha vuelto a confiar en sí misma después de varios altibajos, de que su vida se tiñera de negro y tras la pérdida de uno de sus mayores referentes y pilares, su padre (Antonio). A quien le ha dedicado la plata y al que espera dedicarle más triunfos. 

Una pasión que se lo dio y 
se lo quitó todo 

Nadar es su gran pasión, de hecho, siempre se ha "desenvuelto bien" en el agua: "Estoy siguiendo los pasos de mi padre, que era nadador, y de mi tío también, que llegó a ser nadador internacional y ahora continúa compitiendo", cuenta a 20 Minutos mientras desayuna.

Y aunque la natación le ha dado mucho, también llegó un punto que incluso no quiso meterse en una piscina, de hecho, se planteó dejarlo. "Fue tras quedarme fuera de los Juegos Olímpicos de Tokio (junio de 2021). No quería nadar mientras que veía que mis compañeros sí. Fue entonces cuando me planteé que algo me sucedía, que eso no era normal".

María de Valdés, especial Olimpiadas

No obstante, tal y como nos confesó su entrenador (Jesús de la Fuente), si algo la caracteriza es la "capacidad de volverse a levantar" a pesar de las adversidades. "Conseguí reponerme y fue en gran parte gracias a mi entrenador que estuvo conmigo en todo momento. También gracias a la ayuda de mi psicóloga (Andrea Cerrejón)", nos aseguró la nadadora. Con Andrea, que es la psicóloga de la Real Federación Española de Natación (RFEN), comenzó a trabajar en medio de la pandemia y la verdad que "está muy contenta" porque llegaron a conectar "muy bien", aunque ahora trabaja con ella "a través de videollamadas", asegura su entrenador.

La Coruña, su segunda casa

Su hermana mayor y su madre viven en Málaga y, aunque tiene raíces gallegas, ya que su progenitora es de Pontevedra, es "duro" vivir alejada de ellas. "Tanto mis familiares como mis amigos de toda la vida viven allí, aunque sé que me apoyan desde la distancia. De hecho, uno de los momentos que más me emocionaron al llegar al aeropuerto tras haber conseguido la medalla, fue cuando vi a mi madre, puesto que pensaba que no iba a poder venir", confiesa. 

María empezó a entrenar en el CN Fuengirola y, desde muy pequeña, se federó. Sin embargo, con 18 años se tuvo que marchar a Coruña, puesto que fue becada en el CN Liceo. Y aunque este cambio de ciudad no fue sencillo al principio, ahora no se plantea abandonar al norte y a su gente. "En la Coruña son, en un primer momento, más fríos y yo soy todo lo contrario, por eso me costó adaptarme cuando llegué. No obstante, ahora son como una familia para mí y de hecho, todo el mundo me ha ayudado mucho a llegar hasta aquí y estoy muy agradecida con ellos", desvela a 20 Minutos.

Ha sido muy complicado volver a creer en mis posibilidades

El amor que la malagueña tiene por la gente de la Coruña es recíproco, tan solo hay que ir con ella por la calle para comprobar cómo se la acercan a abrazarla. Algo que también se puede ver en la piscina del Liceo, donde cuenta con no uno sino dos increíbles murales en su honor, uno de ellos en la calle 2, que es donde siempre entrena.

María de Valdés.

"No tengo ninguna duda de que ahora mismo mi sitio está aquí, en Coruña, y quiero seguir aquí porque el apoyo que tengo es muy grande tanto a nivel personal como a nivel deportivo. En los peores momentos, los de verdad siempre han estado ahí", asegura María de Valdés.

Compaginar la natación 
con su vida personal

Aunque en numerosas ocasiones parece que los deportistas de alto rendimiento no hacen nada más que entrenar, esto no es así. La vida de María va mucho más allá de ser nadadora profesional y, por ello, intenta compaginar de la mejor manera posible la natación con su vida más personal. "Considero que lo concilio todo bien. No solo convivo con mis amigas más cercanas, sino que entre semana quedo con mis amigos para comer o dar una vuelta. Esto me ayuda mucho a despejarme de todo. Además, también salgo y, aunque no demasiado, sí como una vez al mes", explica la nadadora.

El antídoto de Valdés para llevar esto bien no es otro que haberse "acostumbrado desde muy pequeña". Además de porque es "muy cuadriculada tanto a nivel deportivo como personal".

Sus amigas, Anne y Carla, con la que además vive, son dos de sus grandes apoyos. Tanto que, cuando tiene un problema,"muchas veces a las primeras personas a las que acude son ellas". Además, la ayuda que no hagan lo mismo que ella, algo que hace que se pueda distraer con mayor facilidad, ya que Carla estudia derecho y Anne es profesora. "Aunque Anne fue nadadora internacional y compartimos entrenamientos con la selección. Por ello, es la que mejor me entiende en todos los aspectos", nos cuenta.

Una carrera de fondo

La medalla de plata en Doha es tan solo la expresión máxima de un recorrido vital, de numerosos altibajos vividos y el reflejo de alguien que ha sabido levantarse no una, ni dos, ni tres, sino muchas más veces. En junio de 2021 se quedó fuera de los Juegos Olímpicos de Tokio, a finales de 2022 fue operada de una lesión en el hombro y, a finales de 2023, falleció su padre. Algo que, tal y como nos desveló tanto ella como su entrenador, "ha sido muy complicado volver a creer en sus posibilidades".

Sueño con la medalla olímpica. Por ello, voy a intentar hacer la mejor carrera de mi vida

Pero nada es gratis en esta vida y para conseguir esto, tiene un duro entrenamiento físico: "Realizo entrenamientos cardiovasculares, como bicicleta o elíptica, cuatro días por semana. Mientras que entreno tres días fuerza. Y, tras ello, el entrenamiento de natación. Esta preparación me la marca tanto mi entrenador como mi preparador físico". No obstante, ha tenido que dejar de correr, algo que la encantaba, pero que le traía muchos problemas de rodilla.

Lo bueno es que ya se encuentra recuperada del hombro, aunque a veces tiene alguna molestia: "Al final es un hombro que se ha operado dos veces y se nota que está resentido".

Y todo esto la llevó a este 3 de febrero cuando, sin contar con ello, se subió al podio y se colgó la medalla de plata a sus 25 años tras parar el crono en 1:57:26.90, tan solo una décima por detrás de la estadounidense Sharon Van Rouwendaal con 1:57:26.80.

No obsesionarse con la medalla

"Si tuviera que elegir entre la medalla en Doha y la plaza olímpica, sería lo segundo, ya que es el sueño que tenía desde que era muy pequeña. Y tras conseguir esto, sueño con la medalla olímpica. Por ello, voy a intentar hacer la mejor carrera de mi vida para poder dar mi 100% y conseguir estar donde tenga que estar en ese momento. Seguir trabajando como he hecho hasta ahora, corregir esos pequeños errores que tuve durante la carrera para hacerlo mejor y que salga lo que salga, estar orgullosa siempre del trabajo que se ha hecho", cuenta María a 20 Minutos sobre lo que espera en los Juegos Olímpicos de París.

Los Juegos son la competición a la que todo deportista de élite aspira y por ello hay que mantener la mente fría y estar orgulloso del trabajo que se realice y así quiere que sea María. "No me quiero obsesionar con la medalla porque obviamente todo el mundo está a la expectativa de que la consiga. Al final, hay que tener los pies en la tierra, porque todos queremos esa medalla y vamos a trabajar igual para conseguirla. No es tan fácil como la gente se piensa", asegura. Aun con todo, "firmaría una medalla que creo que es el sueño de todo deportista profesional".

Las manías de alguien perfeccionista

María no puede evitar tener alguna que otra manía a la hora de entrenar: "Siempre suelo utilizar el mismo bañador, soy muy cuadriculada para algunas cosas. Con las gafas de natación me ocurre lo mismo. Las de competición llevo sin cambiarlas 4 años y con las que entreno las intento cambiar cada 5 meses aproximadamente".

Algo que también la sucede a la hora de competir: "Tengo que ponerme las gafas de una manera, poner el pie derecho al principio de la salida, la colocación del gorro y también sé cuál es el bañador que me va bien".

Tuve que cambiar la mentalidad para poder lograr e intentar dar lo máximo de mí 

Aunque además de su llamativo bañador, también llaman la atención los pequeños tatuajes, aunque varios, que visten su cuerpo: "Cada uno tiene un significado especial para mí. Uno es por mi primo que es como un hermano más para mí, otros por mis amigos y familia, también en representación por los viajes que hago cuando compito o la ola de Fuengirola, que me recuerda de dónde vengo".

María de Valdés: a por el oro en París
María de Valdés: a por el oro en París
Carlos G. Kindelán

El gran tabú: la salud mental

María ha atravesado numerosos altibajos tanto en su vida personal como profesional: "Lo más determinante a la hora de conseguir levantarme fueron las personas que me rodeaban, así como la constancia y haber tenido siempre un objetivo tan claro".

"Llegar hasta aquí ha sido un proceso muy duro, pero con todo el apoyo que he recibido, se ha podido llevar de la mejor manera posible y ahora estamos en el proceso de recuperación mental. Es importante que la gente lo visibilice porque es algo que todos los deportistas lo tienen ahí", asegura a 20 Minutos.

Asimismo, uno de los puntos claves y que la ayudó a estar mejor psicológicamente fue cuando pasó de vivir en el Liceo a en un piso con su amiga: "Estar siempre con nadadores era más complicado de llevar, pero cuando vas creciendo, vas conociendo a más gente y no solo a nivel deportivo, sino a nivel social, que te abre también más la mente".

Ahora, en el caso de no conseguir una medalla en los Juegos Olímpicos, tendrá que trabajar en cómo afrontar y gestionar esto: "Creo que tendría que trabajarlo porque es duro, mucha presión mediática y también a ti mismo te metes presión. Por ello, yo creo que habría que trabajarlo en el día a día".

La pérdida de su padre

Aunque el mayor varapalo en su vida ha sido, sin duda, la pérdida de su padre Antonio, algo que fue un punto de inflexión y determinante a la hora de llegar donde está ahora. "Había dos posibilidades. La primera, dejar de lado todo y derrumbarme o seguir adelante y luchar por aquello que queríamos desde pequeños y si lo conseguí, fue por él. Tuve que cambiar la mentalidad para poder lograr e intentar dar lo máximo de mí y así conseguir el billete de los juegos. La medalla fue la sorpresa", confiesa María a 20 Minutos.

Su padre, su gran referente, aunque no el único. También lo son su madre y su hermana y también tiene referentes deportivos: "La brasileña Ana Marcela, que fue campeona olímpica, dos veces campeona del mundo bueno, tiene todos los títulos y he podido conocerla y compartir entrenamientos con ella en Sierra Nevada en el centro de Alto Rendimiento. Fui una afortunada porque aprendí mucho en todos los aspectos".

CRÉDITOS

TEXTOS: Belén López Fernández |VÍDEOS Y FOTOGRAFÍAS: José González | INFOGRAFÍAS: Carlos G. Kindelán