Medardo Rosso: un artista adelantado a su tiempo

Medardo Rosso. Ecce Puer, 1920. Yeso patinado. © Museo Medardo Rosso, Barzio

El artista italiano rompió con el arte clásico de su época y fue inspiración para autores posteriores. Consciente de que sólo se puede reproducir la impresión de un momento, en su trayectoria repitió una y otra vez las mismas composiciones pero consiguió siempre crear obras únicas. Trabajó la escultura, la fotografía y el dibujo de una manera transversal y en ninguna destacó sobre la otra: ese fue su gran talento y excepcionalidad frente al resto.

Medardo Rosso (1858-1928) fue un artista profundamente incomprendido durante su época. Sólo los contemporáneos más vanguardistas supieron apreciar sus obras, basadas en trabajos totalmente experimentales. El italiano fue un visionario sumamente innovador y, todavía hoy, se nos presenta como un autor adelantado a su tiempo. A mediados del siglo XIX, Rosso rompió con la concepción clásica de la escultura —donde por entonces únicamente tenían cabida los monumentos ornamentales y aquellos que homenajeaban a reyes y personajes ilustres— y comenzó a explorar un nuevo estilo en el que primaba la creación artística como proceso. Así, dio forma a piezas revolucionarias y libres que adelantaron, con mucho, las composiciones de los grandes escultores del siglo XX.


Como modelos para sus figuras, Rosso solía utilizar sobre todo a gente común, a menudo humilde y marginal, con la que coincidía en su quehacer diario. Aunque esta práctica no era una novedad, su singularidad radicaba en que Rosso no captaba una escena sino una idea. Trataba de transmitir una visión fugaz del desamparo, la inocencia o la pobreza, entre otros conceptos abstractos.

Fundación MAPFRE acoge, hasta el próximo 7 de enero, un recorrido por 300 obras del artista, entre esculturas, fotografías y dibujos. La exposición agrupa las representaciones más emblemáticas de su trayectoria, haciendo especial hincapié en el concepto que el propio Rosso tenía de su obra. Como pionero de la escultura moderna.

Pionero de la escultura moderna

En la carrera de Rosso, la escultura y la fotografía se practicaban de manera transversal, sin que ninguna de las dos disciplinas destacase sobre el resto. Un modo de trabajar que, como ya hemos señalado, fue característico de muchos de los artistas que estaban por venir. Lo que hacía el italiano era abstraer lo visto y guardarlo en su memoria para, después, crear distintas versiones del mismo tema en cera, bronce y yeso. Y lograba que ninguna pieza se pareciese a la anterior, a pesar de que nacieran de la primera impresión.

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Medardo Rosso. 
Henri Rouart, 1890. Bronce.
Kunst Museum Winterthur, donación Galerieverein, 1964 
© SIK-ISEA, Zürich / Jean-Pierre Kuhn

Revolucionario e innovador

Medardo Rosso huyó de lo establecido desde su adolescencia. En sus años de juventud, rechazó los planes de su familia para que trabajara como administrativo y muy pronto empezó a estudiar dibujo, además de iniciar su labor como aprendiz de marmolista. Tras su paso por el ejército, en 1882 ingresó en la Academia de Bellas Artes de Brera (Milán), donde fue expulsado por sus ideas políticas revolucionarias y su oposición a los sistemas oficiales de enseñanza. Esto, sin embargo, no le impidió participar en exposiciones en distintas ciudades de Italia, así como en Londres e, incluso, Viena. Su arte llegó hasta París, lugar al que se mudó en 1889 y donde entabló relación con algunos de los artistas e intelectuales más emblemáticos de la capital francesa.

Con su marcha a Francia, huyó del academicismo que predominaba en la Europa de entre siglos y cultivó un horizonte cosmopolita completamente transformador para su época. Se convirtió en un visionario que planteó una ruptura con la tradición artística del momento. En su contemporaneidad, Medardo Rosso creó piezas casi abstractas, profundamente novedosas, que mostraban en su fragilidad la del mundo en que vivía —vivimos—, consagrándose así como uno de los pioneros de la escultura moderna.

La impresión de un momento

La muestra que presenta Fundación MAPFRE se centra en los trabajos más experimentales de Medardo Rosso, como el Bambino al sole (1891-1892), una escultura con superficies lisas e irregulares que muestran la inestabilidad de la luz.


​Repitió esa técnica tanto en yeso como en cera y en bronce; e incorporó oxidaciones o aleaciones en la fundición para que los materiales por sí solos fuesen capaces de evocar los efectos de la luz al incidir sobre el rostro de un niño. En la exposición se puede ver cada una de sus versiones y percibir el interés del artista por este juego de claroscuros.

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Medardo Rosso. 
Bambino al sole, 1902-1908. Bronce. 
© GAM - Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea, Turín

Medardo Rosso. 
Bambino al sole, 1892. Cera sobre yeso. 
© Colección Pieter y Catherine Coray

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La percepción del movimiento también se persigue con la fusión de la escultura y el ambiente. Rosso solía colocar sus esculturas en una suerte de taburetes con medidas personalizadas para que estas fueran contempladas desde un punto de vista concreto, el mismo donde el artista había percibido la primera impresión. Bookmaker (1894) es un claro ejemplo de ello porque surgió de una enorme masa informe de materia, cuestionando el uso del pedestal propio de la escultura académica, pero que a su vez le permitía integrar la obra en su espacio circundante.

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Medardo Rosso. 
Bookmaker, 1894. Yeso patinado. 
Colección particular

Algo parecido se puede observar en La conversazione (1896-1899), donde tres personajes —dos sentados y uno de pie— mantienen una conversación. Como ocurre en otras piezas, la obra se diluye en su base y en ella se configuran el paisaje y el entorno como pretexto para generar espacio. Esta conceptualización formó parte de una vía de investigación que seguirían numerosos artistas posteriores, entre los que destacan Alberto Giacometti, Lucio Fontana y Fausto Melotti. Esa obra nunca fue expuesta en vida de Rosso y es el único de sus conjuntos escultóricos que ha llegado hasta nuestros días. Hay dos versiones y ambas están reunidas en la sede madrileña de Fundación MAPFRE.

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Medardo Rosso. 
Conversazione in giardino, 1896-1897. Bronce. 
© Galleria Nazionale d´Arte Moderna e Contemporanea, Roma

Su vida personal y su trayectoria, en las obras

Rosso reprodujo la figura de su único hijo con Giuditta Pozzi en Aetas Aurea (1885). Fue la primera de sus obras de carácter personal y, además, coincidió con el año de nacimiento de su primogénito. En ella plasmó con gran libertad el momento en el que una madre besa a su hijo y sus rostros quedan completamente fundidos. Sin embargo, la imagen se alejaba del típico sentimentalismo de las representaciones de la maternidad tradicionales al centrarse en un momento transitorio, cotidiano e intensamente privado.

En este sentido cabe recordar que, cuando su matrimonio ya estaba deteriorado, su traslado a París en 1889 tuvo como consecuencia el alejamiento de padre e hijo durante mucho tiempo. Una situación que caló en el artista quien, a lo largo de su trayectoria, realizó múltiples esculturas con niños como protagonistas. 

Medardo Rosso. 
Aetas Aurea. Cera sobre yeso. 
© Amedeo Porro Fine Arts Lugano, Londres

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Con el paso del tiempo, la relación entre ellos se estrechó y, a partir de 1929, su hijo Francesco proyectó hacer en Barzio, cerca del lago de Como, un centro que albergara sus obras. Hoy es el Museo Medardo Rosso.

Irrupción de la fotografía

En el último cuarto del siglo XIX se extendió rápidamente el uso de la fotografía con fines instrumentales o documentales, aspectos que tuvieron un gran impacto en el mundo del arte y en la obra de Medardo Rosso. La obra Impressione d’omnibus (1884-1885) es un grupo escultórico que fue destruido, según el propio Rosso, cuando era transportado a una exposición en Venecia, y del que sólo queda su conjunto fotográfico.

El reportaje fotográfico se encuentra en la muestra y los personajes en los que se inspiró son cinco tipos locales —humildes e, incluso, marginales— que viajan en un tranvía. A través de ellos, lo que buscaba el artista era congelar la visión fugaz y abstracta de las ideas del desamparo, la inocencia o la pobreza.

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Medardo Rosso. 
Impressione d’omnibus. Imagen de plata en gelatina. Colección particular

En 1906, el italiano realizó su último tema original: Ecce Puer. A partir de ese período, el artista sólo se dedicaría a reelaborar versiones sucesivas de trabajos previos. Hacía años que Rosso exploraba el mejor modo de formalizar las distintas emociones que los aspectos cotidianos le suscitaban, hasta llegar a esta obra. En ella, la figura desaparece y lo que queda es el recuerdo de su gravedad.

El trabajo fotográfico desarrollado a su alrededor enfatiza y resume todos los intereses que el artista tuvo en su trayectoria: la importancia del punto de vista para recrear la cualidad lumínica de la percepción, la búsqueda de la desmaterialización y la constatación de que todo está relacionado con el espacio. El Ecce Puer se convirtió en una de sus obras más célebres; de hecho, se instaló una versión de esta pieza en bronce sobre su tumba en Milán.

Medardo Rosso. 
Ecce Puer. Impresión moderna a partir de un negativo sobre placa de vidrio. 
Colección particular

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Datos prácticos

Comisaria: Gloria Moure

Producción: Fundación MAPFRE

Cuándo: Hasta el 7 de enero de 2024

Dónde:  Sala Recoletos 23. Fundación MAPFRE Madrid

Entradas: 5 euros. Entrada gratuita los lunes (no festivos)


Más información en: www.fundacionmapfre.org

Alayans Studio para Fundación MAPFRE - Texto: Sara Cabrero