Por Mario Serrano:

Alarma. Sí, pero también medioambiental. Estos 20 últimos años bastan para comprobar el daño que hemos hecho al planeta. Un castigo que, solo en España, deja imágenes dramáticas que perdurarán siempre en nuestro recuerdo, como las de cientos de voluntarios en 2002 y 2003 tratando de borrar de las costas gallegas y cántabras el chapapote. Recuerdos negros que tantas llamas han firmado y siguen firmado cada verano en nuestros más importantes pulmones. Recuerdos grises en las boinas de las grandes ciudades que superpoblamos y ocres en el ladrillo con el que nos hemos ido ‘comiendo’ nuestras playas. Un maltrato continuado que suma cicatrices: trinos de gorriones que dejamos de escuchar; antenas y fertilizantes que nos están dejando sin abejas; mares y ríos de plástico... Heridas cociéndose a fuego lento bajo un calentamiento que desertifica campos, seca embalses y que nos llevará a un desenlace fatal si no reaccionamos.

"2020 nos ha dejado el mensaje claro de que la naturaleza vive mejor sin nosotros; una incompatibilidad que solo está en nuestra mano revertir"

Aquel 19 de noviembre de 2002 las palabras Prestige y chapapote nos hicieron comprender hasta dónde éramos capaces de dañar nuestro medio ambiente. Dos palabras que quedaron grabadas en nuestras memorias por culpa de un vertido en nuestras costas que provocó una catástrofe ambiental como no se recordaba. Un tsumani de petróleo que acabó con miles de animales y llevó meses curar. Y que quizá también sirvió para provocar en muchos de nosotros cierta conciencia ecológica, creciente, pero insuficiente. Tuvimos que comparar miles de hectáreas quemadas con campos de fútbol para darnos cuenta de la cantidad de tesoros naturales que el fuego nos estaba quitando cada año. En 2005 vivimos el récord de más de 16.400 hectáreas devoradas por el fuego en todo el país; pero el fuego marcó también Minas de Riotinto el 2004; Tejeda y Los Realejos, en 2007; Corte de Pallás, Castrocontrigo o Andilla, en 2012; o Galicia, aquel de fin de semana del 16 de octubre de 2017 con hasta 200 incendios activos. Estampas más evitables que inevitables cuando analizábamos sus causas y que solo la miopía institucional y social hacía que tuviésemos que seguir lamentando.

REPORTAJES

El humedal de Doñana, un paraíso para las aves migratorias.

Humedales, los heraldos de la alerta climática

Calentamiento, desertificación, sequías, especies invasoras o gotas frías cada vez más intensas. Las consecuencias son cada vez más visibles. Dejamos de ver la nieve para sufrir fenómenos como una DANA, que añadimos a nuestro diccionario después de que una arrasase kilómetros de campo y litoral y convirtiese en zona cero a Murcia en septiembre de 2019. Hasta llegar a un 2020 donde corzos, ciervos, jabalíes comenzaban a pasearse por nuestros pueblos y ciudades, donde la calidad del aire que respirábamos mejoraba, donde nuestros mares y bosques se tornaban más azules y verdes. Todo, en unos pocos meses que estuvimos confinados en casa. Todo, con un mensaje claro: que la naturaleza ahora mismo vive mejor sin nosotros cerca. Una incompatibilidad que solo está en nuestra mano revertir.

Logros y fracasos en la conservación de especies

El bucardo es una subespecie de cabra montés que fue declarada extinta en el 2000 por la UICN. — En el año 2000, a un mes de que este periódico naciera, moría Celia, la última bucarda de España. La caza ilegal, la masificación turística, la endogamia o las enfermedades la condujeron a la extinción. En el año 2003, por primera vez en la historia de la ciencia, se la clonó mediante el ADN que le extrajeron antes de que muriera. Llegó a nacer un ejemplar, pero solo duró 7 minutos con vida. Años más tarde se volvió a intentar, pero en esta ocasión no se alcanzó ni la etapa de gestación.

Sapillo balear. Es el segundo anfibio más pequeño del mundo. También conocido como ferreret, solo se puede ver en la isla de Mallorca, un paraje que lleva siendo su hogar desde antes que los hombres poblaran la isla. Vive en un área de menos de 10 kilómetros cuadrados en torrentes y pozas de la Sierra de Tramuntana. En las últimas décadas se han invertido muchos esfuerzos en mejorar su estado de conservación, pero sigue estando en peligro de extinción. Sus principales amenazas son la destrucción de los humedales, la introducción de depredadores por el hombre, el cambio climático y un hongo que les causa la muerte.. Tuurio and Wallie / Wikimedia Commons

Dos hembras de lince ibérico del centro de Zarza de Granadilla parirán la próxima semana tras confirmase su gestación — La historia de este felino demuestra que querer es poder. Con él se han conseguido resultados que antaño hubieran parecido imposibles. Si en 2002 solo quedaban 94 ejemplares en libertad, actualmente hay 856 repartidos entre España y Portugal. Eso sí, aún queda camino por recorrer: en 2015 pasó de estar en peligro ‘crítico’ de extinción a peligro a secas, estado del que aún no ha conseguido salir. Las amenazas a las que se enfrenta son la escasez de conejos (su plato principal), la destrucción de su hábitat, los atropellos o la caza furtiva, entre otras.

Urogallo — Ver uno hoy en España es casi imposible. Los últimos datos disponibles, de 2019, cifran en 292 el número de ejemplares que quedan en los bosques de Asturias y León. Antes también vivían en Cantabria, Palencia y Galicia, pero en los últimos 20 años su población ha disminuido un 45%, entre otras cuestiones por la modificación de su hábitat, el exceso de herbívoros y el aumento de depredadores. Algunos expertos ven su extinción como algo inevitable.

Las praderas de posidonia se encuentran en "buen estado" en Baleares, según la Red de Monitorización de Posidonia — La posidonia es una planta acuática que solo habita en el Mediterráneo. Es la responsable de la belleza de las aguas cristalinas de, por ejemplo, las islas Baleares, dado que tiene una gran capacidad para filtrar el agua y limpiarla. No está en peligro de extinción, pero sí expuesta a importantes amenazas: al estar muy cerca de la superficie, las anclas y cadenas de los barcos las arrancan. El turismo náutico, la contaminación marina, el calentamiento de las aguas o la presencia de especies invasoras son otros de los retos a los que se enfrenta.

<p>Abeja libando la flor del melón</p> — Un tercio de todas las especies de insectos del mundo están en peligro de extinción, y las abejas no son una excepción. Al menos el 9,2% de las 2.000 especies de estos insectos están amenazadas principalmente por culpa del uso de pesticidas, que se ha multiplicado por cinco desde 1950. El 75% de los alimentos que consumimos dependen de la polinización, según ponen de relieve organizaciones como Greenpeace.

El cambio climático desafía la conservación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica al dificultar la hibernación. Por eso, este proyecto se enfocará en disponer de recursos suficientes con la plantación de castaños, árboles y arbustos frutales, así como la compra de tierras y acuerdos con los propietarios para su cultivo. Y se llevarán a cabo campañas de información. — Las dos subpoblaciones cantábricas de oso pardo que habitan en España han incrementado mucho en las últimas dos décadas. "La población pirenaica ha podido ser rescatada de la extinción gracias a la reintroducción de ejemplares procedentes del este de Europa y en este tiempo parece estar afianzándose", explican Ricardo Gómez, jefe del Servicio de Vida Silvestre del Ministerio para la Transición Ecológica. "No obstante, recientemente se han puesto de manifiesto conflictos en Pirineos, fundamentalmente con la ganadería", prosigue.

Ejemplar de quebrantahuesos. — La población de esta ave no solo ha aumentado durante los últimos 20 años en los Pirineos, sino que ahora también se ha asentado como nidificante en "Picos de Europa y Cazorla, y los avistamientos de ejemplares divagantes son cada vez más frecuentes en muchas de las principales cordilleras españolas", asegura Gómez. Una adecuada gestión y la alimentación suplementaria facilitada en muladares han sido claves "No obstante, la especie es muy sensible al uso ilegal de venenos", advierte el experto.

EN POSITIVO. Iniciativas y movimientos ecologistas han ido entrando con fuerza en nuestro día a día, en nuestros hogares. Reciclamos mejor y hacemos un consumo más responsable de recursos como el agua. Pero todavía queda mucho camino. A nuestro granito de arena le faltan iniciativas institucionales que vayan más allá de dedicar una Hora al Planeta, limitar las emisiones, añadir carriles bici o proteger a nuestro lince.