Todo por Adrián: el ciclista gallego que ayuda a su compañero de trabajo a mejorar la vida de su hijo

Javier García Reboredo realiza retos con su bicicleta para visibilizar la piel de mariposa y captar a cada vez más donantes que apoyen su investigación.

Cuando menos te lo esperas, tu vida puede dar un vuelco. Cambiar de ciudad o de trabajo, conocer a algún compañero que se convierte en un amigo para toda la vida, descubrir un motivo de peso más para seguir practicando tu mayor afición… todo esto le pasó a Javier García Reboredo, un gallego que se mudó a Madrid, comenzó a trabajar en el Metro de Madrid como maquinista y conoció a su compañero Víctor. Hicieron juntos el curso de formación y se hicieron íntimos. Y, sin sospecharlo lo más mínimo, sería Adrián, el hijo de Víctor, el que le daría un motivo más para coger su bicicleta y recorrer senderos, cuestas y rutas dándole un valor añadido.

Adrián padece la enfermedad de piel de mariposa y Xinolugo, su sobrenombre en redes sociales, colabora con la Asociación Debra Piel de Mariposa y viste su maillot rosa mientras realiza retos solidarios para apoyar la investigación de esta afección degenerativa. Tanto Víctor como Javier hicieron el curso de formación hace siete años y, durante el mismo, conoció el caso de Adrián, recién nacido por aquel entonces. No dudó en proponerle retos solidarios y comenzó una larga travesía colaborando y luchando por una mejor calidad de vida para los afectados de esta patología.

@20m El maquinista del Metro de Madrid que realiza retos con su bicicleta para ayudar al hijo de su compañero con piel de mariposa. #EnPositivo #Ad #Cepsa ♬ Presentation - FlyFlyMusic

El primer reto lo hizo en Galicia, ante la falta de experiencia previa en este tipo de lides. A partir del segundo año se implicó mucha más gente y se realizó en Añover del Tajo, el pueblo de Adrián, pese a que no era lo más propicio por las cuestas. Aun siendo tan pequeño, Xinolugo alucinó con él: “Yo flipé con Adrián. Me hicieron la pregunta de ‘¿tú crees que se enteró de que esto lo estamos haciendo por él?’ Y yo creo que sí, porque estuvo con la bicicleta todo el día acompañado por su abuelo. Luego, se mantuvo despierto hasta la una y media de la madrugada esperando a que yo acabase. La verdad es que me sorprendió, no esperaba que se diera cuenta de todo”.

Adrián, sostenido por su abuelo Gregorio mientras monta en bicicleta.
Adrián, sostenido por su abuelo Gregorio mientras monta en bicicleta.
CEDIDA

Su enfermedad le obliga a pasar, como mínimo, una hora de vendajes y curas al día. Luego, cuando se ducha, se cambian los apósitos. Existen otras dificultades como, por ejemplo, para ir al dentista, puesto que tienen que irse a Valencia al no existir especialistas en Madrid. Sin embargo, la Asociación Debra cuenta con un equipo de trabajadores sociales, psicólogos y enfermeros que asisten a las familias para que sepan cómo tienen que cuidar del niño: “Siempre que te conviertes en padre empiezas de cero, pero imagínate si nace con este problema. Presentan heridas en la piel y en las mucosas internas, y tienen problemas para alimentarse. No pueden comer casi sólido porque les provoca heridas en el esófago y no cicatrizan”.

Una comunidad unida

Siempre que coge la bicicleta para superar un nuevo reto, Xinolugo luce el nombre de la Asociación Debra en su maillot: “Me puse en contacto con ellos una vez se lo comenté a Víctor y hubo muy buena sintonía desde el primer momento”, explica. En cuanto les hizo la propuesta, la asociación se mostró favorable a ayudar en todo momento. “Nos enviaron material para vender, cartelería, pulseras, chapas… un montón de recursos para recaudar y no puedo estar más agradecido con ellos”.

Todos los años aporta una cantidad económica a favor de esta causa, además de los retos que realiza y la visibilidad que conlleva: “Cuando hice la North Cape (un reto en bicicleta por Europa) dormí todos los días en la calle y el dinero que me ahorré en hoteles lo doné”, reconoce. Con el paso del tiempo y gracias a la red de colaboradores que se ha ido tejiendo, esta causa ha crecido hasta convertirse en lo que es hoy: “Entre aficionados a la bici, unos amigos que yo conozco, otros que son periodistas y otros fotógrafos estamos haciendo algo bonito”.

Su Instagram también es un fiel reflejo de cómo construir una comunidad en torno a una causa noble. No obstante, él considera que su perfil le sirve fundamentalmente para ver en el día de mañana todos los senderos que ha recorrido y todas las historias que ha vivido en primera persona. Aunque sigue asombrado cada vez que alguien le elogia y reconoce su labor, sí reconoce que su dedicación es plena y su pasión por la bici le ha obligado a renegar de otras cosas: “Mucha gente me tiene idolatrado y me felicita y no lo entiendo, todo esto lo hago porque me gusta. Obviamente me he quitado muchas cosas de mi vida para poder llegar a este momento. He sustituido cosas que no me aportaban tanto por otras que sí lo hacen mucho más. Al final todo conlleva un sacrificio”.

Un vínculo especial con su bicicleta

Cada vez que monta sobre Maruxiña, Lolita y Pepita —los nombres de sus bicicletas, los cuales son guiños a causas personales o seres queridos— y recorre los distintos puntos de España, Europa, África e incluso Latinoamérica, lo hace por placer. Una pasión exacerbada que, además de ayudar a favor de esta causa, le ha conducido a conocer culturas de todo tipo y lugares inimaginables. Muchos de los paisajes que descubre le retrotraen a su Galicia natal: “Me pasa muchas veces, sobre todo en las zonas más rurales. Mis abuelos y mis padres se han criado en pueblos y yo he veraneado mucho allí. Allí teníamos gallinas y hacíamos pan y cuando veo cultivos de maíz y trigo viajo a mi infancia”.

Ha tenido problemas de todo tipo en los retos que ha llevado a cabo con su bicicleta, pero todos los ha superado con optimismo. En la Race Around Rwanda juntó sus dos pasiones, pedalear y viajar, en una prueba de 1.000 kilómetros alrededor del país. Allí se le rajaron las ruedas a más de cien kilómetros de la meta y se puso a andar hasta conseguir unas ruedas nuevas y llegar a tiempo: “Me gusta que me pasen cosas. Me estoy acostumbrando a que siempre tenga problemas en las pruebas, pero me gusta porque es una forma de afrontar la vida con otra actitud”.

Javier porta a su bicicleta Maruxiña en la boca del metro.
Javier porta a su bicicleta Maruxiña en la boca del metro.
CEDIDA

Este amor sin límites por el ciclismo sustenta su día a día y le aporta felicidad y positividad. Su bicicleta hace las veces de psicólogo, le permite momentos únicos de retrospección y considera que le ha dado esa energía positiva para afrontarlo todo: “En la vida todo pasa por algo, todo te va a llegar, solo hay que saber esperar. Hay que insistir e insistir sin precipitarse. Si lo vas macerando poco a poco al final va saliendo todo. Hago charlas con la bicicleta, parece que voy hablando solo muchas veces, pero al final es mi forma de conseguir ser positivo. Viajar con la bicicleta es mi forma de estar bien conmigo mismo”.

Cada tramo que supera, cada carretera asfaltada o cada camino embarrado, se acuerda de aquel chico tímido de un pequeño pueblo de Toledo. Con su amigo Víctor se comunica casi a diario, pero con Adrián lo hace de una forma especial: “Adrián es un chico muy tímido, pero me mantengo en contacto con él. Siempre que viajo y veo un arcoíris me acuerdo de él, porque les encantan. Y, para comunicarme con él, le envío una foto cuando los veo”.

Javier Reboredo es el tercer protagonista de la temporada 2023 de #EnPositivo, un proyecto que publicamos en 20minutos con el propósito de acercar al lector noticias humanas, inspiradores, diferentes y, sobre todo, positivas, y que llevamos a cabo gracias al apoyo de Cepsa.