Dentro de dos meses se celebra el primer centenario de la Revolución de Octubre –también conocida como la Revolución bolchevique o como la Gran Revolución Socialista de Octubre- que llevó al poder a Lenin y dio por terminado el régimen zarista en Rusia. En este contexto, el Museo Ruso de Málaga se retrotrae en el tiempo y nos ofrece la oportunidad de contemplar hasta el próximo 4 de febrero la exposición Carteles de la Revolución.
Vladimir Kozlisnki. A pesar de los esfuerzos de sus enemigos durante tres años y en todo el mundo, la Revolución está en su apogeo. San Petersburgo – ROSTA. 1920. Linóleo pintado. 70,3 x 50,2 cm.
Una muy interesante muestra de carteles propagandísticos realizados, sobre todo, a principios de los años 20, que jugaron un papel clave en la movilización del pueblo ruso y al mismo tiempo fueron una de las máximas expresiones artísticas de la época. Para situarnos mejor en aquel momento histórico, la muestra se completa con una serie de fotografías que retratan, por ejemplo, el estado de las habitaciones del Palacio de Invierno después del asalto de los bolcheviques o las multitudinarias manifestaciones en las calles rusas.
Serguéi Ivanov. ¡Larga vida a la Tercera Internacional Comunista!. 1920. Cromolitografía. 66,5 x 87,5 cm.
Uno de los principales objetivos de estos carteles era empatizar con las clases populares. Consciente de ello, el régimen comunista priorizó los diseños sencillos pero impactantes, que recurrían a proclamas breves y combativas. Los protagonistas de estos diseños solían ser con frecuencia campesinos, obreros o miembros del Ejército Rojo que, generalmente, iban acompañados de elementos como la hoz, el martillo, la azada o el arado, símbolos de su empoderamiento y lucha contra la burguesía.
Vladimir Lébedev. Hay que trabajar. El fusil está cerca. San Petersburgo – ROSTA. 1920. Linóleo pintado. 76,2 x 55 cm.
En cuanto a los temas, se priorizaba la Guerra Civil entre el Ejército Rojo y el Blanco, la lucha contra la burguesía dentro y fuera de sus fronteras, la propaganda antirreligiosa o los que trataban problemas del pueblo como el hambre, el analfabetismo o la pobreza. En general, había dos corrientes: llamar al pueblo a la lucha obrera o la consecución de un futuro esperanzador para la población (eran muy populares, por ejemplo, los carteles que celebraban el Primero de Mayo, el Día Internacional de los Trabajadores). Y ambas corrientes estaban repletas de la misma simbología: el color rojo y la bandera roja en alusión a la sangre derramada en la lucha por los derechos del pueblo, las cadenas como metáfora de la opresión o el sol como referencia al futuro.Iván Simakov. Larga vida al 1º de Mayo, fiesta del proletario. 1921. Cromolitografía. 106,7 x 73,7 cm.
IVÁN SIMAKOVCansados del elitista mundo artístico de la época, muchos jóvenes artistas de izquierdas se sintieron atraídos por esta nueva forma de arte, que partía de una estética popular pero se nutría también de las vanguardias rusas y las influencias del modernismo. El cartel era una forma de experimentar lo que en otras disciplinas no se podía.Yakov Steinberg. Habitación del Palacio de Invierno el día después del asalto. 27 de octubre de 1917. Petrogrado. Pap.: 17,8 x 23,8 cm; Im; 16,8 x 22,3 cm
YAKOV STEINBERGAunque esta expresión artística fue concebida como instrumento de propaganda zarista para defender, por ejemplo, la intervención del país en la I Guerra Mundial, los revolucionarios se dieron cuenta de su enorme poder e incluso llegaron a crear un órgano de gestión, la Agencia Telegráfica Rusa (ROSTA), donde se decidían los mensajes políticos que luego pasaban a desarrollar artistas como Vladímir Kozlinski, Vladímir Lébedev o Serguéi Ivanov.
Vladimir Lenin arenga en la plaza Sverdlov a los soldados que parten al frente polaco. Fotógrafo del Comité Central Ejecutivo Panruso. 5 de mayo de 1920. 14,7 x 10,5 cm