El restaurante barato al que Karlos Arguiñano va a comer con su familia desde hace 20 años

¿Dónde comen quienes no dan de comer? Estamos más que acostumbrados a ver a los cocineros con su chaquetilla detrás de los fogones repartiendo felicidad a quienes van a visitarles, pero cuando quieren salir a disfrutar del placer de sentarse en la mesa con los suyos, ¿dónde acuden?

Karlos Arguiñano no necesita ninguna presentación. Es ese chef que lleva años llenándonos la casa de alegría a través de una pantalla con sus recetas y sus chistes. Estamos acostumbrados a ver a Arguiñano cocinando para todos sus espectadores, pero ¿dónde come el cocinero cuando se apagan las cámaras?

El cocinero beasaindarra es un abierto defensor de la comida de calidad para todos, por lo que en sus recetas siempre utiliza productos asequibles que estén al alcance de casi todos. 

Arguiñano conoce de cerca la calidad de los productos y el papel que juega cada uno de ellos en las recetas que propone, y cuando, uno de sus platos lleva algún ingrediente que él considera que no está al alcance de todos, propone alternativas para que sea una receta realista y que todo el mundo se pueda permitir. 

Una excelente calidad-precio

A pesar de codearse habitualmente con compañeros de oficio de la talla de Pedro Subijana y su Akelarre, Arguiñano sabe de sobra que ese no es el día a día de la gente. Y por ello busca la mejor calidad en cualquier lugar. 

Todos tenemos uno de esos restaurantes de toda la vida, de los que te quedan cerca de casa y a los que te apetece acudir cuando buscas comer bien y casero. En el caso de Arguiñano ese restaurante es Sidrería Izeta, un establecimiento ubicado en mitad de una carretera de Aia -Guipúzcoa- donde no faltan comensales a diario. 

Según el cocinero, que eligió el lugar para comer con la prensa en la presentación de su último libro 'La cocina de tu vida', la relación calidad-precio de esta sidrería es inmejorable. Izeta ofrece un completísimo menú diario con productos de primera calidad por tan solo 12 euros, por lo que a diario salones están llenos de trabajadores de un polígono cercano. 

Según Arguiñano, aunque el lugar esté un poco alejado, los fines de semana fácilmente dan alrededor de 250 comidas al día. Es un clásico, pero si hay coches en la puerta, es buena señal.