3 emprendedores alemanes crean unos guantes rosas para tirar discretamente los tampones y les llueven las críticas

Los creadores de los 'Pinky gloves' en su presentación.
Los creadores de los 'Pinky gloves' en su presentación.
@pinky_gloves/INSTAGRAM
Los creadores de los 'Pinky gloves' en su presentación.

Hace unos días tres emprendedores alemanes saltaron a la fama gracias a un nuevo producto de higiene femenina que acababan de lanzar. Sin embargo, el feedback que tuvieron no fue el deseado.

Desde The Lion Den, un programa de talento para inventores de la televisión alemana Vox, del grupo RTL (sin relación alguna con el partido de extrema derecha), estos 3 hombres presentaron los Pinky gloves, unos guantes rosas para que las personas que estén menstruando puedan desechar los tampones sin que sus manos entren en contacto con su sangre, de una manera limpia y cuqui.

Según el medio Neo2, la idea a Eugen Raimkulow y Andre Ritterswürden les surgió cuando se encontraron en la papelera colectiva de la oficina un tampón usado envuelto en papel higiénico. Este hallazgo incomodó tanto a los dos hombres que en seguida se pusieron a pensar cómo se podría evitar el contacto visual con la regla.

Fue entonces cuando se les ocurrió inventar unos guantes rosas reversibles y desechables para tirar los tampones. Este invento impresionó tanto al empresario Ralf Dümmel, que decidió invertir 30.000 euros en el producto e ir a presentarlo en la televisión para promocionarlo.

Como era de esperar, esta propuesta no sentó nada bien en las redes sociales, que no tardaron en calificar la idea de mansplaining (es decir, de un hombre explicándole algo a una mujer de una forma condescendiente y paternalista) y de perpetuar la estigmatización sobre la menstruación al considerarla antihigiénica.

"La menstruación es algo natural y fisiológico. Un simple gesto como lavarte las manos sirve. Basta ya de hacer que sintamos asco por ser mujeres. Coño" o "El más alto grado de mansplaining que he visto. Hombres diciéndonos a las mujeres como gestionar nuestra menstruación y que necesitamos guantes, porque es asqueroso. Aaggh", fueron algunos de los miles de comentarios a cerca del producto.

Uno de los grandes problemas sobre este producto, a parte lo contaminante que puede llegar a ser, es el period shaming o el avergonzar a una persona por menstruar al dar a entender que es algo tan desagradable que se deberían utilizar guantes y un envase totalmente opaco para que nadie pueda ver el color rojo de la sangre.

Esta arcaica forma de machismo ha vuelto a enfurecer a los colectivos feministas que han tachado a este producto de algo completamente innecesario, paternalista —al dar a entender que las mujeres no saben deshacerse correctamente de tampones o compresas— y de completamente machista.

Por su parte, ante tal indignación, el 14 de abril los empresarios dieron una disculpa pública y aseguraron que revisarían el producto desde su creación para poder mejorar y atender las verdaderas necesidades de sus consumidores. Pero finalmente decidieron terminar con la producción de Pinky gloves y retirarlos del mercado, dejando un comunicado al respecto en su página web.

"En ningún momento pretendimos desacreditar a nadie o convertir un proceso natural en tabú. El desarrollo de nuestro producto y la comunicación con él no estuvo bien pensado. Las personas cometen errores, y tienes que lidiar con los errores, tienes que aprender de ellos y también debes tener la oportunidad de trabajar en ellos", comenzaba su comunicado en alemán.

"Pedimos disculpas a todos aquellos cuyos sentimientos y emociones han sido heridos. Podemos entender que muchos estén molestos por eso. Seguimos acogiendo con satisfacción el hecho de que se haya iniciado un importante debate, en el que se espera que la cultura objetiva y constructiva del debate recupere la ventaja", añadían.

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