Desde el confinamiento, el concepto de teletrabajo se extendió a nivel mundial y demostró que ha llegado para quedarse. Por ello, no son pocos los que han continuado aplicándolo y han cambiado sus oficinas y mesas de escritorio por hoteles con paradisíacas vistas.
Sin embargo, esto se puede llevar aún más al extremo como ha hecho Jason Griffin, un consultor escocés de 34 años que ha decidido trabajar colgado de un acantilado.
Los hábitos de trabajo son diferentes, y en ocasiones, son los propios empleados los que pueden elegir cuánto cambian. Por ello, ese ciudadano de Glasgow ha puesto a prueba la tecnología del trabajo remoto llevando su 'oficina' a una plataforma en un acantilado frente a la costa de Gales.
Griffin solo necesita una conexión móvil y su portátil para desempeñar cada día sus funciones habituales como si estuviera físicamente en su empresa. Con esta rutina, este escocés ha dado una vuelta de tuerca a la palabra "remoto", pues las pocas ataduras que tiene un teletrabajador son aún menores en su caso.
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