Hace seis años Mike Brostowitz y su esposa, Dawn Brostowitz, de Nekoosa, Wisconsin (EE UU) tomaron una decisión que cambiaría sus vidas y las de sus dos hijos biológicos: aceptar la adopción de cuatro hermanos. 

La pareja había ido a una institución de adopciones y había hecho ver que serían muy abiertos sobre a qué pequeño adoptar, así que cuando el trabajador social les llamó y les dijo que había cuatro hermanos a la espera de una familia y que no querían separarlos, aceptaron. 

Bruce, Autumn, Annissa y Atlantis llegaron a la familia y se unieron a sus nuevos hermanos, Austin y Leo, con lo que pasaron de ser una familia de cuatro a una familia de ocho casi de la noche a la mañana. 

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Aquello les obligó incluso a ampliar la casa y tuvieron que construir un nuevo dormitorio, además de adaptar todas sus costumbres y horarios a la nueva situación. 

Con motivo de la celebración del mes de la adopción, la familia habló con diversos medios, incluido la ABC y por ejemplo Autumn, que ahora tiene 16 años, aseguró: "estoy feliz de tener una gran familia que nos acogió y es capaz de darnos un hogar lleno de amor que nunca pensamos que tendríamos". 

"Dijimos que cualquier niño que llegara a nuestra casa sería tratado exactamente igual que nuestros hijos biológicos", dijo Mike. "Fueron amados por igual, pudieron hacer y experimentar las mismas cosas que nuestros hijos biológicos y creo que ese fue un punto de construcción muy fuerte para nuestra familia".

El caso es que los Brostowitz tienen una tradición, que es hacer una cena familiar en febrero para conmemorar el día en que Bruce, Autumn, Annissa y Atlantis se mudaron por primera vez con ellos. 

Ahora han ido más allá y el padre y los tres hijos mayores se han hecho un tatuaje a juego, esa fecha, el 23 de junio de 2017, en números romanos. 

"Todos nos tatuamos la fecha de adopción en el cuerpo como una señal de que la familia no es sangre. La familia son las personas con las que eliges estar, con quienes eliges estar", dijo Austin.

Dawn y las hijas, Autumn, de 16, Annissa, de 13 y Atlantis, de 10, tienen planeado de hacer lo mismo cuando sean más mayores.