Conmemorar y honrar la muerte de niños y mayores es el sentido de esta festividad mexicana de raíces indígena: el Día de los Muertos. El paso del tiempo, y la mezcla de culturas, la convirtió en lo que hoy es, pero su esencia sigue presente en las dos primeras noches de noviembre, cuando los cementerios se llenan de vida y recuerdos. Porque ante todo, esta no es una jornada de luto, sino de festejo.
¿En qué consiste la celebración?
Desde el 31 de octubre -en algunos estados, incluso antes- las calles del país se llenan de mercados bulliciosos en los que se venden calaveras decoradas hechas de azúcar o chocolate, y pan de muertos.
Además, muchos municipios organizan programas culturales que incluyen desfiles de figuras monumentales de Catrinas, Adelitas y del dios Quetzalcóatl.
Aunque el epicentro de la celebración está en los cementerios. Los mexicanos limpian y decoran los cementerios, preparando altares con ofrendas en cada tumba. Y también en los hogares. Se cree que así, las almas de los difuntos vuelven a casa para estar cerca de sus seres queridos.
¿Cómo son los altares?
"Tradicionalmente, los altares tienen niveles, y dependiendo de las costumbres familiares se usan dos, tres o siete niveles. Los altares de dos niveles, los más comunes hoy en día, representan la división del cielo y de la tierra; los de tres niveles representan el cielo, la tierra y el inframundo, aunque también se les pueden referir como los elementos de la Santísima Trinidad", explican desde el Gobierno del Estado de México.
Los altares contienen alimentos, velas, copales, bebidas, flores, fotografías, música y objetos personales del difunto. Todas estas ofrendas pretenden recordar a los que ya no están.
La flor más importante es el cempasúchil o caléndula. "Se dice que sus pétalos de color amarillo brillante representan el sol y actúan como guía para que las almas de los muertos regresen a casa", explica Oscar Lopez, periodista en The New York Times. Otras flores cruciales son la nube o velo de novia, que puede representar la pureza, así como la flor de terciopelo, también conocida como mano de león o cresta de gallo.
Patrimonio Cultural de la Humanidad
En México la celebración del Día de Muertos varía de estado en estado, de municipio en municipio y de pueblo en pueblo. Sin embargo, en todo el país tiene un mismo principio, reunir a las familias para dar la bienvenida a sus seres queridos que vuelven del más allá.
De hecho, esta celebración fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas en 2008, por su importancia y significado en la expresión tradicional, integradora, representativa y comunitaria.
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