Este el motivo por el que a veces te da un 'calambrazo' cuando tocas la puerta del coche
- La explicación la tiene el efecto triboeléctrico, acuñada por un William Gilbert.
- Así es el descomunal monte submarino descubierto frente a Guatemala: dobla el tamaño del edificio más alto.
- Cómo aprendemos: así es cómo se almacenan realmente los recuerdos en nuestro cerebro.
¡Vaya calambre! ¿Quién no ha gritado esta frase alguna vez, después de abrazar a un amigo, agarrar un objeto o abrir la puerta del coche? Inexplicablemente, notas una sacudida que te desconcierta, pero ¿por qué sucede?
La responsable es la electricidad, que según la Real Academia Española, se define como la propiedad fundamental de la materia que se manifiesta por la atracción o repulsión entre sus partes, y que es originada por la existencia de electrones o patrones.
La ciencia lo explica: el efecto triboeléctrico
Los objetos están formados por átomos y estos, a su vez, por electrones (con carga negativa), neutrones (que son neutros) y protones (con carga positiva). Por eso, aunque la mayoría de las veces las cargas positivas y negativas de un objeto se encuentran equilibrados, en ciertas ocasiones dos átomos pueden entrar en fricción y provocar un desequilibrio, que se conoce como electricidad estática o efecto triboeléctrico.
Este efecto triboeléctrico se conoce desde la antigüedad, aunque fue en 1700 cuando el físico William Gilbert lo estudió científicamente por petición de la reina Isabel I de Inglaterra, que quería estudiar el funcionamiento de la brújula. Así nacía el término 'electricidad', del griego elektron.
¿Cómo evitar los calambres?
Los materiales aislantes conducen mal la electricidad, por lo que tienen más posibilidades de acumular electrones y que los descarguen al entrar en contacto con otro objeto con carga positiva, y que esto se traduzca en un 'calambre'.
En nuestra forma de vestir, aumentamos o disminuimos las probabilidades de recibir un calambre, así, cuando usamos ropa o zapatos aislantes, estaremos tentando a electricidad.
Asimismo, cuando el aire está más seco, durante las estaciones más frías, es más fácil que se acumulen electrones en la superficie de nuestra piel.