Kristie Pereira, una mujer de Maryland (EE UU) de 32 años, trata de buscar respuestas después de que el perro enfermo que había llevado a un refugio de animales para que fuese sacrificado apareciese más de un año después en la lista de adopción de un centro de protección animal.

Beau, una mezcla de sabueso, fue adoptado por Pereira en 2022 cuando el cachorro solo tenía dos meses de una protectora local, Lost Dog & Cat Rescue Foundation. Pronto se volvieron inseparables: Beau se acurrucaba junto a ella mientras trabajaba, dormía en su cama e incluso la acompañaba cuando Pereira salía de la casa. Sin embargo, al cabo de unas semanas, el animal empezó a mostrar síntomas de que algo estaba bien.

Tras llevarlo al veterinario, este concluyó que lo más probable es que Beau tuviera un problema neurológico. Los análisis de sangre, por su parte, mostraron que el perro podría tener un problema hepático, por lo que lo enviaron para casa y le dijeron a la dueña que "vería una mejora bastante rápida" si el problema era el hígado de Beau.

Nada más lejos de la realidad: el estado del perro siguió empeorando. Tres veterinarios que analizaron su caso coincidieron al señalar que la incapacidad del perro para controlar sus intestinos y levantar sus patas traseras indicaba un problema neurológico grave. Aunque el coste de realizar una serie de pruebas que confirmasen su enfermedad era alto, Pereira se manifestó siempre predispuesta a querer salvarle la vida.

No obstante, los veterinarios le dijeron que "hay muy pocas posibilidades de encontrar lo que está mal" y que "incluso si lo hacemos, hay una posibilidad aún menor de que sea algo que podamos solucionar", recuerda la mujer en declaraciones a la agencia AP.

Fue entonces cuando le comenzaron a sugerir la opción de sacrificar al cachorro como un gesto de humanidad, algo a lo que Pereira no estaba dispuesta en un primer momento, y así se resistió durante un mes más. Durante todo este proceso, Pereira consultaba los problemas que tenía con el personal de la protectora donde lo adoptó. "Me dieron ese apoyo y ese aliento que, aunque es difícil, a veces es lo mejor que se puede hacer", se sinceró.

Finalmente, en marzo de 2023, Pereira decidió llevar a Beau a un refugio de animales y pagó 15 dólares para que le aplicaran la eutanasia. En aquel momento le comentaron que la política del refugio no permitía que los dueños se quedasen con sus mascotas mientras estas eran sacrificadas.

Un año después, durante una visita para ver a su madre en Maryland, la curiosidad la llevó a visitar la página web del centro de rescate de animales para ver los perros en adopción y se encontró con la foto de Beau. Aunque era más grande, tenía las mismas marcas y llevaba el nombre que le habían dado allí antes de ser adoptado: Amos Hart.

AP

Las llamadas al refugio le confirmaron que su perro no había sido sacrificado después de que los veterinarios pensaran que no era necesario. Sin embargo, en lugar de contactar con su dueña, el refugio llamó a la protectora Lost Dog & Cat Rescue y les devolvió el cachorro.

Al parecer, después de volverle a realizar una serie de pruebas que le diagnosticaron un problema hepático, y realizarle una cirugía de 7.000 dólares, el perro fue declarado sano. Sin embargo, esa información no se compartió con Pereira, que incluso manifestó su intención de abonar el coste de la cirugía para poder recuperar a Beau. Durante días trató de que alguien de la protectora le devolviese las llamadas, y cuando lo hicieron, no era nadie con quien hubiese hablado anteriormente.

"La persona que me llamó fue muy maleducada e irrespetuosa y realmente desagradable conmigo", ha lamentado Pereira, entre lágrimas. "Solo decían que lo abandoné y que lo dejé morir. Que nunca me preocupé por él", ha añadido. Antes de colgar, la persona de la protectora le dijo que el perro "nunca volverá contigo".

La portavoz del refugio Chloe Floyd ha explicado en un comunicado que desde este centro "no realojan a un perro entregado por su dueño con su antiguo adoptante/propietario". "Nuestra misión es salvar de la eutanasia a los perros adoptables y seguros para la sociedad", ha agregado.

Desde ese centro han reconocido que hablaron con Pereira durante su deliberación sobre si sacrificar o no al cachorro, y que le dejaron claro la importancia de llevar al perro a un veterinario que le permitiera estar con el animal cuando fuera sacrificado. Asimismo, tanto desde la protectora como desde el refugio culparon a Pereira por no haber dado su consentimiento para realizar las pruebas exhaustivas que permitiesen conocer si sufría problemas neurológicos.

Aunque desde el refugio lamentan la situación de Pereira, se excusan en que están obligados por contrato a devolver a la protectora aquellos animales que hayan sido entregados y que no pueden hacer nada más al respecto. "Hace un año que no tenemos al animal a nuestro cuidado", zanjan.