La proliferación de las redes sociales y la vida de lujo ficticia que muchos influencers proyectan ha provocado que los usuarios tengan dificultades a la hora de distinguir entre quienes poseen riqueza y los que solo aparentan tenerla. No obstante, si bien antes la vestimenta o los hábitos eran distintivos de personas adineradas, ahora existen otros comportamientos que les delatan.
En primer lugar, las personas con dinero no sienten la necesidad de presumir, es decir, un millonario no posa con fajos de billetes o en jets privados para redes sociales. De hecho, suelen buscar la forma de mantener su privacidad respecto a su fortuna.
El tiempo es uno de los mayores lujos de los ricos: pueden hacer lo que quieran con él. No tienen que preocuparse por tareas cotidianas como limpiar la casa o hacer la compra, ya que pueden pagar a alguien para que lo haga. En cambio, realizan actividades como esquiar, montar a caballo o viajar de manera frecuente.
A diferencia de los individuos que aprovechan cualquier ocasión para exhiben marcas de lujo, los ricos muchas veces optan por prendas de alta calidad que no lleven un logo. Prefieren ropa a medida, de marcas exclusivas que no son accesibles para la gente normal.
Por otro lado, las personas adineradas no se preocupan por el precio de las cosas corrientes. En este sentido, muchas veces no saben cuál es el precio del pan o del billete de autobús.
La última señal es la falta de equipaje. Los millonarios pueden viajar solo con solo un pequeño equipaje de mano y su móvil, ya que pueden comprar lo que necesiten en su destino. Así, no siempre se esfuerzan por llevar grandes maletas ni se paran a pensar qué outfits llevar.
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