Al inicio del proyecto y debido a su originalidad, las asociaciones desconfiaban de entregar los gatos. Los primeros habitantes llegaron desde Ciudad Real, de una pequeña asociación. Fueron 8 afortunados entre los que estaban Alba, Pixu, Surco, Pancho, Pulgui, Roco, Vida y Berni. Actualmente, reciben solicitudes diarias para llevar gatos a su espacio y encontrarles un nuevo y definitivo hogar.
Cedida"La apertura fue muy complicada, nos tomó más de año y medio conseguir encajar todos los requisitos para abrir el proyecto, los permisos, los fondos económicos… Y una vez conseguimos inaugurar, comprobamos que el trabajo era más duro de lo que podíamos imaginar. Pero al final del día, abrazábamos a nuestros gatitos y los males parecían menores. Estábamos para ayudar a los gatos, y eso es lo que nos hacía seguir adelante".
CedidaNymeria es una gatita con ataxia (hipoplasia cerebelar) que llegó desde Córdoba. "En La Gatoteca siempre hemos luchado por normalizar la discapacidad, en hacer entender que un gato con problemas de movilidad, ceguera, tres patas o una enfermedad crónica, es igual de válido y da el mismo amor (¡o más!) que uno joven, sano y guapo".
CedidaEva Aznar, la presidenta de ABRIGA y fundadora de La Gatoteca, insiste en los momentos felices, los gatos preciosos y las personas increíbles que han tenido la oportunidad de conocer. Pero también quiere recordar que no todo es perfecto en un proyecto de tal envergadura y compromiso emocional: "Hemos pasado momentos muy duros y tristes, la pérdida de aquellos a los que no hemos conseguido salvar, como Wasabi, que fue la primera que falleció a nuestro cargo. En nuestro proyecto nos gusta centrarnos siempre en lo positivo, pero también tenemos que prepararnos para las situaciones más difíciles".
CedidaCon la epidemia de la COVID, La Gatoteca cerró las puertas y no sabía si sería provisional o definitivo. Pero como dice Eva, "no sabemos vivir sin gatos", y solo medio año después se embarcaron en una nueva apertura y mudanza de local, pasando a ubicarse en la calle Duque de Rivas, 7.
Cedida"De todo se aprende", comparte Eva Aznar, "y, aunque guardamos con cariño el recuerdo del primer local, la nueva localización nos permitió replantear varias cosas y hacerlo todo más adecuado para los gatos y visitantes. El espacio público es la mitad que en el anterior establecimiento, pero el número de gatos es mayor y el aforo de visitantes, menor, de manera que es más agradable interactuar con ellos".
CedidaEn el nuevo local, el equipo humano ha apostado por brindar más espacio privado para trabajar tranquilamente con los gatos que llegan de situaciones complejas. "Tenemos una planta sótano de 90 metros cuadrados y diferentes salas, donde recibimos a nuestros gatos y trabajamos en su salud física y emocional". En la imagen, Punky y París vivieron varios meses en la estancia de adaptación, antes de pasar a la sala pública.
CedidaEn la sala pública de La Gatoteca, hay más de 20 gatos que, además de estar disponibles para adopción, tienen plena libertad de movimiento y es posible que se suban al regazo de los visitantes al local a echarse una cabezadita. Cada gato es diferente, así que habrá otros con ganas de jugar o simplemente quieran ser contemplados. Como dice Eva, "el amor surge de interactuar con ellos y conocer su personalidad".
Cedida.Los lunes, La Gatoteca cierra, "pero no para descansar", especifica Eva, "sino para ¡cansarnos más!". Y es que, si bien limpian cada día, aprovechan los lunes para realizar una desinfección completa de todas las instalaciones, y asegurarse de que los espacios sean sanitariamente adecuados tanto para los gatos como para las personas.
CedidaEl salón de gatos tiene aforo limitado, ya que lo más importante es el bienestar de los animales, por lo que se requiere de reserva para visitarlos en la calle Duque de Rivas 7, en pleno centro de Madrid.
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