Natural de O Pino (A Coruña) y a medio camino entre los 100 y los 101, Carolina posa en su casa donde cada día hojea los periódicos y tiene la sensación de que el mundo "cambió mucho", aunque reconoce que, sea como fuere, no merece la pena agobiarse por las incertidumbres del existir porque a fin de cuentas "quién sabe lo que viene". Entre risas confiesa que no tiene claro si existe una fórmula para llegar a centenaria, más allá de "cumplir muchos años" y "comer bien", se ríe. Eso sí, para superar su marca actual recomienda con astucia a las generaciones más jóvenes "vivir bien" y "trabajar poco".
EFE/Lavandeira jrEsperanza no cree que haya ningún secreto para llegar a soplar las 106 velas como hizo ella el pasado diciembre. Goza de salud y su memoria está intacta. Su único hándicap es que últimamente tiene que andar "con cuidado de no caerse", incluso estando en casa. No obstante, a esta vecina del barrio de A Ponte (Ourense), eso no le priva de seguir viajando. "Hace poco fui con mi hija a París", cuenta. "Bailar mucho y echar la partida de cartas todos los días por la tarde" la ayudan no solamente a sobrellevar la vida moderna en la que hace "de todo" sino también a que la memoria "esté muy pendiente" de ejercitarse.
José María Marful celebra como uno de sus mayores logros de vida el haberse vuelto hace años "otra vez a España", en concreto, a su tierra natal en Lourenzá (Lugo). Allí hace tan solo un mes soplaba las velas del siglo rodeado de los suyos, pero también de otras dos de sus perdiciones: sus frutales y la ebanistería. Un torbellino de vitalidad como el que corre por sus venas no entiende de "ningún secreto" aparte de estar "siempre en activo" y "luchando con la vida". En la imagen, José María Marful sostiene un recuerdo en su casa natal en Lourenz.
En el interior de Ourense, también conocida como la Okinawa gallega, la provincia presume de uno de los ratios más significativos de habitantes centenarios. Uno de ellos es Eustaquio Pérez, quien a sus 101 años -en septiembre cumple 102- sale todos los días al monte con la veintena de ovejas que cuida a diario. "Esto es un regalo. Mi vida es trabajar. Me levanto sobre las cuatro o cinco de la mañana, desayuno un cazo de café con leche, pan y azúcar, y después ya cuando se hace de día bajo a la cuadra y saco a las ovejas".
EFE /Brais LorenzoHan pasado casi dos meses desde que Dolores cumplió los 107 años, lo que la convierte en la integrante con más experiencia de los cinco. Llegar hasta ahí para ella ha sido una "cuestión de fe", aunque tomarse la vida con filosofía y humor también le ayudan, como corrobora su hija Marisa. Leer la prensa, cocinar junto a su hija, coser y hacer sudokus son esas pequeñas rutinas sin las que no entiende la cotidianidad. Dolores se muestra crítica con las injusticias que ocurren en el mundo, ése que cambió "en algunas cosas y en otras no" desde su juventud y en el que desearía, sobre todo, que la gente "fuera decente".
EFE/ Sxenick