La Cueta (León), un pueblo de 9 habitantes, es la sede principal de esta aventura por la sierra de Babia acompañando a diferentes pastores de la provincia en su actividad, recorriendo 100 kilómetros durante los días que dure la experiencia.
MANUEL CALVOEsta tierra es la ruta elegida, desde hace siglos, por muchos pastores trashumantes para realizar este tipo de ganadería extensiva.
MANUEL CALVOEn un inicio, el objetivo principal del proyecto era mostrar la importancia del mastín en la trashumancia. "En las zonas donde vienen a pastar en verano hay muchos lobos, osos también, y los mastines son los grandes protectores de los rebaños de más de mil cabezas".
MANUEL CALVOFelipe, de 17 años, lleva caminando desde el 1 de agosto. El 10 de enero de 2018 le diagnosticaron un Linfoma no Hodgkin de células T y su vida cambió por completo. Dos años después, el 20 de enero de 2020 terminó con el tratamiento: "Es una experiencia muy bonita, en la que estoy aprendiendo mucho, no solo de la naturaleza, también de la vida.
MANUEL CALVOManuel Calvo, responsable del proyecto, lleva años trabajando con jóvenes como ellos y cuenta que tienen algo especial. "Saben apreciar lo que de verdad importa en la vida. Han pasado procesos complejos y esos momentos te hacen valorar los pequeños detalles de la vida".
MANUEL CALVOAlrededor de esta actividad surgen distintos valores que quieren inculcar a estos jóvenes: "El respeto medioambiental, que vean por ejemplo que estos rebaños son los mejores bomberos, donde pastan no se producen incendios. También que conozcan las condiciones de vida de los pastores, que son muy duras".
MANUEL CALVOPara los participantes, es una vida muy distinta a la que suelen desarrollar en sus ciudades de origen. Felipe, malagueño, cuenta que intenta aprender de los pastores y trasmitir a sus familiares y amigos la riqueza que tiene la naturaleza en España, así como la necesidad de cuidarla.
MANUEL CALVODía a día viviendo con unos recursos mínimos, acampando y recorriendo duros kilómetros cada día, con pastores como Ismael, de 72 años y ya jubilado, contándoles historias de mastines y de lobos
MANUEL CALVO