Economía y finanzas

Kakebo: el método de ahorro más efectivo

El método Kakebo, que significa “libro de cuentas”, es una técnica de ahorro de origen japonés que fue creado por una ciudadana nipona llamada Motoko Hani a principios del siglo XX. Ella quiso proporcionar una herramienta que facilitase la gestión de las finanzas domésticas de una manera más eficaz, siendo suficiente con contar con un papel, lápiz y constancia.

De esta manera, nos encontramos ante el que para muchos es el método de ahorro más efectivo, que consiste en llevar a cabo un registro diario y por escrito de todos los ingresos y gastos del hogar, tanto de aquellos que son gastos fijos como de los variables, para clasificarlos en distintas categorías.

Gracias a él es posible observar con precisión los gastos domésticos y poder comprobarlos de forma visual para poder eliminar todos aquellos gastos que sean innecesarios, pero al mismo tiempo es de gran ayuda de cara a poder establecer objetivos de ahorro realistas. Además, para poder llevar a cabo este método, se puede usar una libreta en blanco o cuadernos ya pensados para esta técnica con plantillas para colocar ingresos y gastos.

La principal ventaja de utilizar el método Kakebo es que no es necesario tener amplios conocimientos en economía, ya que será suficiente con sumar y restar, además de que se puede adaptar a cualquier tipo de familia y condición. Además, ayuda a poder ser más constante y disciplinado con las finanzas, lo que permitirá alcanzar diferentes metas. No obstante, aunque es sencillo, es un método que puede requerir de cierta dedicación, al tener que registrar todos los gastos que se realicen.

Cómo funciona el método Kakebo

Para poner en práctica el método Kakebo, se deben anotar al principio de cada mes los ingresos que se van a tener, algo que será muy sencillo si se tiene un sueldo fijo. Si los ingresos varían, será preferible hacer una estimación a la baja. Luego habrá que anotar los gastos fijos de ese mes, aquellos que cubren las necesidades básicas y que se deben realizar cada mes, como la alimentación, hipoteca o alquiler, seguros… Una vez anotados ambos, hay que restar a los ingresos los gastos, y con el resultado decidir qué cantidad se destina al ahorro mensual.

Una vez determinada la partida a usar para los objetivos de ahorro, se podrá tener un presupuesto mensual para gastos variables, que también deben ser registrados a diario, para luego clasificarlos según su naturaleza, como gastos de ocio, culturales, de supervivencia o de imprevistos.

Estos gastos variables se anotan y, a final de semana, hay que hacer un balance de la situación económica, restando estos del presupuesto mensual, lo que permitirá tener una mejor perspectiva del presupuesto disponible para el resto del mes y hacer los ajustes pertinentes. A final de mes, habrá que hacer un nuevo balance para comprobar si se están cumpliendo las metas de ahorro.

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