Un relato en la City de Moscú: "Nuestros sueldos se han reducido hasta un 50%"
Bajo la penumbra de los rascacielos rusos, se sitúa Los Serafines de Sarov, un pequeño templo que rompe con la estética mayúscula que hay en el distrito financiero de la capital rusa. Su conservación no es más que un pequeño gesto para que las decenas de compañías extranjeras que habitan allí conozcan de primera mano el papel crucial que tiene su Iglesia ortodoxa en el país. Un detalle que ha sido correspondido durante la actual guerra, con una tenaz defensa del patriarca a los intereses bélicos de Putin. Hoy, la 'city' de Moscú, que comenzó a constuirse a medidados de la década de los noventa, es el músculo financiero de un territorio que está llevando a cabo uno de los peores negocios: financiar un conflicto que va camino de cumplir los dos meses.
Las empresas del sector privado, pulcras con su imagen corporativa, han actuado rápido desde que se inició la invasión a Ucrania. La mayoría de ellas decidió anunciar su cese de actividad en el distrito financiero. "Como resultado de la invasión de Ucrania por parte del gobierno ruso, hemos decidido que, dadas las circunstancias, no debemos tener una firma miembro en Rusia y, en consecuencia, abandonamos", explicaba la consultora británica PwC. Un éxodo de la 'city' al que se le unían otras compañías como IBM, Deloitte, KPMG o EY. Un escenario que ha golpeado de lleno a un distrito que hoy aún construye edificios para albergar nuevas oficinas.
La Información ha tenido acceso a una fuente que trabaja en un puesto relevante de una de las grandes compañías del distrito financiero de Moscú. Una identidad que este medio no puede revelar por, explica, la fuerte sanción a la que se vería expuesta. "Podemos ser encarcelados durante quince años por dar nuestras opiniones, estamos siendo silenciados", dice. Así, una semana después de la invasión, la Duma (Cámara baja) y el Consejo de la Federación (Cámara Alta) dieron el visto bueno a endurecer el Código Penal sobre aquellos delitos que "difundan noticias falsas sobre el ejército ruso".
Una vez que se cerciora de que ni su ideantidad ni su compañía serán mencionadas, comienza a destripar un relato que jamás creería que tendría que contar. "Lo que está ocurriendo ahora en Ucrania es un desastre. Es un asesinato y una violación de todas las normas fundamentales reconocidas internacionalmente. Mi corazón está roto. El pueblo de Ucrania está sufriendo una violencia inimaginable. Ucrania ya está arruinada física y económicamente. Rusia está a punto de arruinarse económica y socialmente en un futuro próximo. No soy político, pero en base a mis conocimientos y experiencia veo todo lo anterior como resultado de la inamovilidad del poder, la falta de democracia, la propaganda masiva y la herencia soviética".
"Mis padres han perdido el 70% de sus inversiones"
Este escenario ha tenido consecuencias perversas tanto para ella como para su familia. "La guerra nos afectó de muchas maneras. Ahora gano un 50% menos de lo que ganaba antes del 24 de febrero por la reducción del valor; y solo puedo permitirme la mitad de lo que antes de la guerra. También tengo dudas sobre cuánto tiempo podrá funcionar mi empresa y pagar los salarios. Los precios han aumentado considerablemente, en algunos casos se han duplicado. Mis padres han perdido hasta el 70% de sus inversiones. Me preocupa, pero obviamente es incomparable con lo que están pasando los ucranianos".
Sin embargo, aparte de su nueva realidad económica, lo que más le preocupa a esta fuente contactada es la sociedad con la que convive. "Parece que mucha gente apoya la guerra, o puede que sea lo que los encargados de la propaganda quieren que creamos. Sin embargo, sigue siendo difícil evaluar el nivel real de apoyo porque la gente no suele discutir sus opiniones políticas con extraños, colegas o conocidos. Hoy en día es incluso peligroso". Una declaración, esta última, que señala el desconcierto que se vive en el distrito financiero, un lugar que debe aspiar a la información perfecta y que hoy está nublada por la desconfianza y las conspiraciones.
Ella es rusa. Lleva toda una vida viviendo en Moscú. Del medio centenar de personas que este periódico ha preguntado, ella ha sido la única que ha contestado y su objetivo no ha sido otro que expresar, de forma firme, lo que piensa, aun conociendo las posibles consecuencias. "Aunque sé que lo que hago es peligroso, estoy feliz de poder compartir mi opinión y mostrar al mundo que hay personas rusas que no apoyamos esta guerra".