Economía

El Banco de España advierte de que en los próximos años el envejecimiento lastrará el empleo, pese al aporte de la inmigración

Una pareja de ancianos camina de la mano por las calles de Madrid (archivo).
A. Pérez Meca / EP

La economía de un país se sustenta en buena medida en la capacidad de su población para trabajar. Bajo esta lógica, el envejecimiento de la población supone un reto estructural para la economía española. Esa es la conclusión que se desprende de un informe publicado este jueves por el Banco de España, en el que la institución encabezada por Pablo Hernández de Cos advierte de que en la última década el engrosamiento de la pirámide de población en su parte superior ha tenido un impacto negativo de 3,4 puntos porcentuales sobre el nivel de la tasa de actividad y seguirá mermando previsiblemente la proporción de trabajadores durante los próximos años, pese al aporte de la llegada de inmigrantes.

Según el estudio, el envejecimiento de la población española ha lastrado el avance de la tasa de actividad del 62,1% al 58,7% y lo ha hecho de forma heterogénea en las distintas zonas del territorio nacional. En concreto, Asturias, Cantabria y País Vasco habrían sido las más afectadas por la disminución de la población empleada o dispuesta a trabajar derivada del envejecimiento, frente al impacto menos acusado de este fenómeno en Baleares, Castilla-La Mancha y Extremadura.

Detrás de esa evolución negativa de la tasa de actividad se encuentra el abultamiento de la pirámide de población en su parte más alta. "La llegada a la jubilación de la amplia generación del baby boom, la baja tasa de fecundidad y el aumento continuado de la longevidad están provocando una disminución del peso relativo de la población en edad de trabajar, particularmente intenso en España, pese al vigor de los flujos de entrada de inmigrantes", señala el informe del Banco de España.

"El proceso de envejecimiento poblacional se acelerará en España en las próximas décadas y será más intenso que en el conjunto de la Unión Europea", vaticina el estudio, que avisa además de que dicho fenómeno no será transitorio, sino que adquirirá un carácter permanente. De hecho, según la proyección, la reducción del número potencial de trabajadores seguirá en aumento durante los próximos años. En particular, el proceso de envejecimiento podría provocar, de forma gradual hasta 2030, una caída de 2,8 puntos porcentuales en la tasa de actividad española con respecto al nivel actual. De cumplirse esa predicción, el indicador caería hasta el 55%, por lo que poco más de la mitad de la población estaría ocupada o se encontraría en búsqueda de un empleo.

El Banco de España explica que esta situación "previsiblemente tendrá importantes repercusiones tanto sobre el funcionamiento del mercado de trabajo como sobre el crecimiento potencial y la sostenibilidad de las finanzas públicas", dado que la disminución del número de trabajadores supone también menos cotizantes y, por tanto, menos ingresos para las arcas públicas. En ese sentido, el informe prevé que en los próximos años se produzca un incremento continuado de la tasa de dependencia hasta situarse en 2030 en el 35,1%, casi cinco puntos por encima del dato de 2022. Esto significa que, según la proyección, dentro de tres lustros el volumen de personas mayores de 65 años supondrá más de un tercio de la población en edad de trabajar, de la que dependería el pago de las pensiones, por ejemplo.

La inmigración como contrapeso

Un fenómeno que puede compensar en parte esta evolución de la población son los flujos migratorios, que hasta el momento habrían evitado una caída aún mayor de la población en activo. Según el informe publicado este jueves, la participación laboral de la población extranjera en el mercado laboral habría contribuido a mitigar el impacto del envejecimiento sobre la tasa de actividad en unos 0,8 puntos porcentuales desde 2012. De hecho, la inmigración habría permitido amortiguar el impacto del envejecimiento observado en la última década sobre la tasa de actividad en todas las comunidades autónomas, salvo Andalucía.

La institución encabezada por Hernández de Cos apunta a que en adelante cabe esperar que la inmigración siga funcionando como contrapeso, ya que la población extranjera que llega a España es generalmente más joven y presenta mayores tasas de participación en el mercado laboral. En ese sentido, el Banco de España avisa de que si se dieran unos flujos nulos de entrada y salida de inmigrantes a partir de 2023, la tasa de actividad caería 4,4 puntos porcentuales hasta 2030, por lo que se espera que la inmigración contenga la caída 1,6 puntos. 

Según las proyecciones del INE —sobre las que se apoyan los cálculos del Banco de España—, en los próximos años se prevé un fuerte reemplazo de la población nacida en España por extranjeros, especialmente en los tramos de edades de entre 25 y 54 años, que es en el que se concentra la mayoría de trabajadores. El INE apunta a que, de continuar las tendencias demográficas actuales, en 2030 la población inmigrante asentada en España alcanzaría los 11 millones de personas, frente a los 7,8 actuales, mientras que el volumen de población nacional se mantendría estable, ligeramente por debajo de los 40 millones de personas.

Redactora '20minutos'

Graduada en Periodismo y Ciencia Política por la Universidad Rey Juan Carlos. En 20minutos desde 2022, primero en la sección de Última Hora y actualmente en Nacional. Escribo sobre todo de economía, aunque también he cubierto la actualidad política.

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