Economía

El paro, a pie de calle: "No hay trabajo, hablan de recuperación para quitarse lobos de encima"

Orlando, desempleado en la oficina del INEM.
JORGE PARÍS

El frío de diez grados centígrados a primera hora de la mañana, en pleno otoño madrileño, puede asustar al ciudadano que no está obligado a salir de casa, pero el reto se aligera si la recompensa es encontrar un trabajo.

Este miércoles, en una oficina de empleo situada en el madrileño barrio de la Concepción, el trasiego de parados era incesante: jóvenes en busca de su primer empleo, madres empujando carritos de bebé a través de la puerta automática, inmigrantes que llevan años en España y pulsan por primera vez el botón de "sellado" para que un funcionario acredite su precaria situación.

En 20minutos hemos hablado con cinco de estos desempleados. El pesimismo es su rima común. Todos ellos se muestran desconfiados con la posibilidad de encontrar un trabajo para les borre de la lista de 4.850.800 parados que, según la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada este jueves por el INE, existe aún en España tras varios años de crisis económica.

Emilio, 61 años: "Si la gente de 30 años no encuentra empleo, imagínese yo"

Emilio sale de la oficina de empleo con las manos en los bolsillos de su cazadora. Habla con cierta resignación. Trabajaba en el sector de los seguros, pero ve "complicado", a su edad, volver a reincorporarse al mercado laboral. "Lo tengo asumido, si la gente de 30 años no encuentra trabajo, imagínese yo con 61", explica este vecino de Madrid. Su situación económica, afortunadamente para él, no es acuciante. Ha cotizado muchos años y eso le permite cobrar la prestación máxima de desempleo, que tampoco le da para dispendios. "La ayuda no llega a los mil euros y de ella vivimos tanto mi mujer como yo". A su edad se lo toma con filosofía y habla con cierta tranquilidad. Su situación laboral, posiblemente, ya no cambiará hasta que se jubile. Por eso, cuando escucha que el ministro De Guindos augura un descenso del paro este año de 650.000 personas, no piensa tanto en él como en el resto de desempleados y en la calidad del empleo creado. "Se está cambiando trabajo estable por otro absolutamente precario, hay gente cobrando 300 euros al mes y eso es lamentable", protesta Emilio; "quieren maquillar las cifras de cara a las elecciones, pero ya no engañan a nadie porque los ciudadanos cada vez nos creemos menos. Quien gobierne en la próxima legislatura debe ser honesto y crear trabajo de calidad, como el que hemos tenido siempre en España. No trabajos de una hora, que solo dan para malvivir".

Nieves, 48 años, tres años en el paro: "Pienso que es una broma y que no me está pasando"

Nieves es técnico auxiliar en educación infantil. O lo era, hasta hace tres años. Desde entonces engrosa esa categoría que llaman "desempleo de larga duración" y que el propio Gobierno califica como "el problema fundamental de España". En vez de pisar las aulas como educadora, Nieves lleva tres cursos asistiendo a la cola del INEM como parada. "Me acaba de salir un pequeño trabajo de dos horas en el comedor de un colegio", asegura con cierto alivio. Hasta ahora ingresaba una pensión contributiva de 600 euros, pero ha tenido que renunciar a ella por este miniempleo que le reporta apenas 268 euros. Es decir, que a sus 48 años Nieves cobra menos por trabajar que por estar en el paro. Pero le interesa que sea así. "Quizás ahora desde dentro del colegio pueda acceder a otro puesto", dice esta vecina del barrio de la Conce, aunque comprende que por su edad "será difícil" pese a tener 20 años de experiencia con niños. Nieves tiene sus días. Algunos se levanta optimista, ilusionada y pensando que va a ser el día grande. "Otros días no", reconoce; "pienso que esto es una broma y que no me está pasando a mí". Con dos hijos en edad universitaria de 19 y 23 años —uno de ellos con los estudios terminados pero sin empleo— tiene que hacer milagros para "llegar malamente a fin de mes". Su vida no ha reflejado este trimestre en la EPA. Para las estadísticas, ya es una empleada más, pese a que su empleo sea de dos horas y gane menos de 270 euros. Al nuevo Gobierno que salga de las urnas ya no le pide nada para ella. Solo pide que se piense en los jóvenes, que "tienen un futuro terrible".

Orlando, ecuatoriano de 43 años: "No hay trabajo para mí, ni para los españoles"

Dos años y medio. Treinta meses de búsqueda de empleo infructuosa, un mes tras otro, viendo llegar recibos domésticos y contando con una prestación pública que apenas llega a los 380 euros. Háblenle de malabares domésticos a Orlando Simbaña, un profesional ecuatoriano de la restauración de muebles antiguos que ahora, mes tras mes, acude desde 2013 a la oficina de empleo en su barrio madrileño. Está en paro, como mucha gente de su entorno. "No encuentro, echo currículums, nada de nada... dice el señor Rajoy que el empleo está mejorando, pero que me explique eso porque yo lo veo cada vez peor". Orlando ha comenzado a desesperar y habla ya con cierto hastío. Lleva 20 años en España, es padre de familia y tiene tres hijos. Dos de ellos, graduados, están tan desempleados como su padre. Y la tercera, una hija, trabaja con un contrato de tres horas diarias. "Hago números y no llegamos, es imposible sobrevivir así". Por primera vez Orlando se ha planteado agarrar el petate y marcharse de nuestro país. "Algunos amigos y familiares ya lo han hecho, yo estoy pensando mudarme a Estados Unidos", dice. Sabe que será difícil encontrar trabajo aquí. Por su edad. Y porque conoce a gente de su misma profesión ("y con dos carreras") que también están sin empleo. "El presidente que venga el próximo año debe saber que no hay trabajo ni para mí, ni para la gente de aquí".

Sara, 31 años, acaba de quedarse en paro: "Las cifras de desempleo son una mentira"

Sara empuja la puerta de la oficina de empleo con una cara distinta al resto de parados. Su sonrisa destaca frente a otros que pasean por su espalda, con la cartilla recién sellada. Algunos de ellos llevan repitiendo el ritual desde hace años, pero esta joven madrileña, una psicóloga especializada en personas con discapacidad intelectual, solo lleva 21 días en el paro después de estar ocho años seguidos trabajando. "Tengo un poco de miedo por lo que vaya a pasar, sé que las cosas están difíciles en mi sector y solo se contratan sustituciones", dice Sara. Su preocupación ahora no es encontrar empleo, son las "condiciones" que encuentre en las ofertas que le hagan porque es consciente de que "los sueldos no suben nunca". Estar formada tampoco es motivo de esperanza para ella. "En mi círculo de amigos observo que gente menos formada accede más fácilmente a un trabajo". Esta joven madrileña no es la única d su familia en situación de desempleo. Su hermano, también con formación amplia, lleva tiempo en el paro. Sara se considera "optimista" pero sabe que irá "pillada de dinero" cuando empiece a cobrar la prestación en diciembre. Una vida de cinturón apretado que no es exclusivo, según ella, para los parados: "Las cifras del desempleo son una mentira, habrá bajado el número de parados pero el trabajo es precario; el nuevo Gobierno debería apostar por el empleo de calidad".

Azucena, 23 años y madre de una niña de tres meses: "Solo salen chorradillas y te pagan cuatro duros guarros"

Azucena trabajaría "de lo que saliese". A sus 23 años, con una hija de tres meses y una pareja también desempleada que se busca la vida en la calle para conseguir algo de cobre, tampoco puede elegir demasiado. "He estado limpiando casas, hoteles, lo que ha salido", dice mientras empuja el carrito de la bebé al exterior de la oficina de empleo. Hace un año se quedó sin trabajo. Lo busca afanosamente pero no le sale nada "ni por Internet, ni por teléfono, ni por nada". Le salen, como define Azucena, "chorradillas de cuatro duros guarros que no dan ni para comer". Eso de la recuperación, ni por asomo en su entorno cercano. Cuenta que su tía encontró un trabajo recientemente pero a los tres meses volvió a estar en la calle. "Te contratan, pero te despiden echando leches para no pagarte más". Eso si te contratan, porque según ella lo habitual es no hacerlo "para ahorrar cuatro duros y hacerte trabajar un montón de horas". Azucena forma parte de ese 45% de personas que según las estadísticas navega en el desempleo sin ningún tipo de cobertura ni ayuda. "Estuve trabajando en un hotel seis meses pero solo me dieron de alta cuatro días, así que no tengo prestación", se lamenta. Sus ingresos son nulos, así que esta joven madre vive de lo que le aporta Cáritas, de la ayuda de familiares y de los "setentaypocos euros cada seis meses" que logra 'rascar' de Asuntos Sociales. Cuando a Azucena, que abandonó los estudios en segundo de ESO, le mencionan los 'brotes verdes', se ríe y retumba la calle Virgen del Puig. "¡Eso es mentira, un cuento chino; no hay trabajo, lo dicen para quitarse los lobos de encima!"

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