Economía

Cómo gestionar la economía familiar ante una crisis económica

Una familia, en una imagen de archivo.m
EP

2020 no será olvidado por nadie. Desde que el ocho de diciembre surgiese en China el primer caso oficial de covid-19, según la Organización Mundial de la Salud, más de cinco millones personas han sido contagiadas y más de 330.000 han fallecido. España con cerca de 28.000 decesos es una de las regiones más afectadas por esta pandemia de nivel mundial. 

Con las fronteras de muchos países cerradas el nivel de exportaciones ha abandonado su nivel de máximos históricos del que disfrutamos los dos primeros meses del año. La mayoría de negocios han tenido que echar el cierre en estos días y muchos de ellos todavía no tienen la seguridad de cuando podrán volver a abrir, ni, todavía menos, cuando podrán hacerlo en las mismas condiciones.

A simple vista, con el estado de confinamiento en el que nos encontramos desde el 15 de marzo podría parecer que los gastos de las familias se han reducido a mínimos. Las comidas y aperitivos fuera de casa han desaparecido, las visitas a la peluquería y centros de estética, aunque poco a poco se están volviendo a reanudar, también se han tenido que anular. 

El desembolso en gasolina también se ha reducido notablemente. Con los cines, teatros y museos cerrados, los planes culturales llevan sin ser posibles también desde entonces. Y de igual modo, todos los planes relacionados con turismo y viajes han tenido que ser suspendidos, y el horizonte del verano, una de las épocas con mayor movimiento de turistas internacionales y nacionales, no deja de estar difuso.

Sin embargo, lo que podría parecer una oportunidad de ahorro se ha convertido en un calvario para muchas familias. Los ingresos de más de siete millones de trabajadores se han visto reducidos. Con más de cuatro millones de empleos suspendidos o reducidos temporalmente, el mayor golpe se lo han llevado los afectados por un ERTE (4 millones). A ellos hay que sumar a los autónomos (1,6 millones), a los afectados por una baja por haber sido infectados (400.000), los trabajadores temporales (462.000) y por supuesto, a los más de 900.000 españoles que han perdido definidamente su empleo.

Además, si al principio el confinamiento podía parecer una oportunidad de ahorro se ha convertido para muchas familias en una mayor fuente de gasto. Con los centros escolares cerrados, la cuota del comedor también ha sido cancelada y a consecuencia de ello el coste de la cesta de la compra ha aumentado. De hecho, si se quiere –y se puede- llevar una dieta equilibrada, el precio pagado por esta cesta supera con creces el destinado al comedor. También el gasto en luz, o en calefacción en los días fríos de marzo, resulta mayor.

Ante esta situación resulta imprescindible abordar el presupuesto familiar y realizar ajustes. Pero antes se debe llevar a cabo un paso previo: reclamar todos los servicios que se hayan cancelado por la crisis y estudiar las ayudas a las que podemos acogernos. El gimnasio, las actividades extraescolares, los vuelos que no se pudieron realizar, las entradas de espectáculos que no se han podido celebrar… En definitiva, toca revisar todos los planes organizados en los últimos meses y recuperar el dinero que iban a suponernos. 

En cuanto a las ayudas, algunas de las medidas puestas en marcha por el Gobierno incluyen la moratoria de préstamos e hipotecas, apoyos para el alquiler, la suspensión de la cuota de autónomos y el consiguiente subsidio, entre otras.

Una vez realizado este paso toca abordar de lleno el presupuesto. Lo primero es identificar los ingresos que se siguen percibiendo y el ahorro acumulado, si es que se tiene. Tras apuntarlos llega el turno de los gastos, deben dividirse entre fijos y variables. Una vez apuntados deben diferenciarse entre imprescindibles como los suministros, el alquiler o el gasto de hipoteca, o la alimentación, y no urgentes, como la ropa o algunas compras por internet, y todos aquellos que se puedan posponer hasta que la situación económica mejore.

El siguiente paso es prescindir de todos aquellos gastos que no sean necesarios. Hay que ser realistas. Si se puede, se debe apartar una partida para compras personales y familiares. Una vez realizada una lista de gastos sensata, hay que ser estrictos y cumplirla a diario. Además no hay que olvidarse de destinar una parte, por mínima que sea al ahorro. Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, la economía española se desplomará un 8% este año y el paro se disparará hasta el 20,8%. De cumplirse este pronóstico significaría la mayor caída anual desde la Guerra Civil, muy cerca de la registrada en 1945, en plena autarquía. La recuperación no llegaría hasta 2021, cuando el PIB lograría crecer un 4,3% y el desempleo bajaría hasta el 17,5%.

Pero lo cierto, es que nadie puede pronosticar con exactitud lo que puede llegar a ocurrir. La clave para que la recesión no golpeara con fuerza la economía era que el parón económico se viese como algo transitorio y esta perspectiva cada vez es más complicada de vislumbrar. Hay que estar preparados para que los ingresos se vean más afectados de lo que pueden estar ahora, y buscar opciones para capitalizar si fuese necesario, por ejemplo mediante la venta de propiedades, como segundas viviendas, o con la búsqueda de ingresos alternativos por la vía digital.

Si ya se tenía un hábito de ahorro y un fondo de emergencias, hay que intentar mantenerlo vigente y no utilizarlo, salvo en caso extremo. Y si todavía no se contaba con esta previsión, resulta aún más crítico destinar una parte de los ingresos para ello. Por insignificante que pueda parecer, bien invertido puede convertirse a medio o largo plazo en una suma importante.

¿Cuánto puedo ganar invirtiendo a largo plazo?:

loading...