España vive un 'boom' de empleo gracias a la ayuda de la migración, pero el paro se estanca en el 12%

Varias personas esperan a la apertura de una oficina del SEPE en Móstoles (Madrid).
Varias personas esperan a la apertura de una oficina del SEPE en Móstoles (Madrid).
EDUARDO PARRA / EP
Varias personas esperan a la apertura de una oficina del SEPE en Móstoles (Madrid).

El mercado laboral español enfrenta estos últimos años lo que parece una contradicción, aunque no lo es realmente ¿Cómo es posible que se estén creando medio millón de empleos cada año —cuatro de cada diez de los que se generan en la UE, presume el Gobierno— y España siga siendo el país con más paro de Europa? El Instituto Nacional de Estadística contabilizaba a finales de 2023 más de 1,4 millones de puestos de trabajo que no existían a finales de 2019. Buena parte de ellos —concretamente, el 46,3%— gracias a la contribución de trabajadores extranjeros que se han sumado a la fuerza laboral del país estos años. 

El empleo se ha convertido en una de las grandes fortalezas —si no la mayor— de la economía española. El auge del mercado de trabajo está impulsando el crecimiento de la economía del país y ha llevado la recaudación tributaria a niveles de récord (también ayudada, en este caso, por el aumento de la inflación). De hecho, los grandes analistas coinciden en que España seguirá creando empleo en los próximos años y este empuje del mercado de trabajo será, precisamente, uno de los motores de crecimiento para el país.

Sin embargo, estos mismos organismos que monitorizan la economía española —el Banco de España, la OCDE, el FMI, la Airef o la Comisión Europea— son mucho menos optimistas con lo que respecta al desempleo. Sus previsiones apuntan a que la tasa de paro se mantendrá alrededor del 11% al final de la legislatura. El último en hacerlo ha sido el FMI, que sitúa el porcentaje de desempleados sobre el total de activos en el 11,3% en 2026. Estos porcentajes están muy alejados del 8% que prometió el PSOE en su programa cuando se presentó a las pasadas elecciones generales o al 7% que Sumar dijo que se alcanzaría. 

La Airef prevé que el empleo avance un 2,5% este año (lo que implicaría alrededor de medio millón de empleos más) y que lo haga un 1,5% los años siguientes (es decir, unos 300.000 puestos de trabajo nuevos cada año). Y aun con todo, la tasa de paro no bajaría del 10,7% en 2028 en las previsiones de la autoridad fiscal. 

¿Cómo es esto posible? La razón es porque la mayoría de ese crecimiento en el empleo que se espera en los próximos años no se hará a costa de las personas que están hoy en paro. Igual que tampoco ha sido esto lo que ha sucedido durante el boom laboral pospandemia. El balance de estos años es de 1,4 millones puestos de trabajo nuevos, frente a un descenso del paro de 330.000 personas. 

Esto implica que el fuerte crecimiento del empleo que se ha vivido en este tiempo se ha logrado a través de un aumento de la fuerza de trabajo (la población activa) y no mediante una mayor utilización de la misma. En concreto, a finales de 2023 había en España alrededor de 1,1 millones de personas más trabajando o dispuestas a hacerlo que antes de la pandemia.

En este apartado, los trabajadores extranjeros han tenido una contribución muy importante. Como ya se ha dicho, casi la mitad de los nuevos puestos de trabajo que se han creado desde finales de 2019 corresponden a empleados de nacionalidad extranjera. Pero es que, además, los trabajadores de otros países explican la mayor parte del aumento de la fuerza de trabajo del país. 

Así, de los 1,1 millones de ciudadanos más trabajando o dispuestos a hacerlo en comparación con 2019, prácticamente dos tercios eran extranjeros. Si sumamos las personas con doble nacionalidad española, el porcentaje asciende hasta el 93%. La fuerza laboral de nacionalidad española apenas ha aumentado en 80.000 personas en los últimos cuatro años. Sin los trabajadores extranjeros que han llegado a España tras la pandemia, el boom de empleo habría sido de muchísimo menor tamaño.

El empleo y el paro no siempre van de la mano

Esta desconexión entre el crecimiento del empleo y el descenso del paro no es nueva en la historia reciente de España. Basta con remontarse a los años de la burbuja inmobiliaria para encontrar una tendencia similar. Entre el primer trimestre de 2002 y el tercero de 2007 se crearon en España 4,3 millones de empleos, mientras que el paro se redujo en 346.000 personas. 

También hay ejemplos de lo contrario. Cuando el mercado de trabajo tocó fondo en 2014 tras cinco años negros para la economía, la recuperación del empleo que se logró se hizo, precisamente, a costa de las personas que se habían quedado en paro los años anteriores. Entre el primer trimestre de 2014 y el último de 2019 se crearon tres millones de puestos de trabajo, frente a un descenso del paro de 2,7 millones de personas.

Con toda esta información, es lógico preguntarse por qué ese auge del empleo no se ha producido a costa de las personas que están paradas. Es cierto que una parte sí se ha producido a costa de reducir el paro. No en vano, hay 331.000 parados menos que hace cuatro años. Pero España cuenta todavía con 2,86 millones de personas que buscan trabajo activamente y no lo encuentran, mientras las previsiones para los próximos años apuntan a que hay oportunidades.

Una de las razones por las que cuesta mucho reducir el paro es que una parte importante de la bolsa de desempleados tienen un perfil de colocación difícil. En España, 726.000 desempleados llevan más de dos años buscando y unos 800.000 tienen más de 50 años. Dos factores que no excluyen a nadie de poder encontrar trabajo, pero que hacen que la búsqueda sea más compleja. 

Además, muchos de esos casi tres millones de parados no tienen las habilidades que actualmente demanda el mercado. Por ello, los expertos coinciden en que una reforma del sistema de políticas activas de empleo que facilite la colocación de estos trabajadores es fundamental para reducir decididamente la tasa de paro en el futuro. 

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