Economía

Los analistas vaticinan que esta crisis no es otro 2008: por qué la intervención al SVB no provocaría otra gran recesión en la UE

Logotipo del banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers en la sede mundial de la compañía en Nueva York (Estados Unidos), el 15 de septiembre de 2008.
EFE/ Peter Foley

"Esto no es 2008" y "no creo que haya un riesgo real de contagio por el momento en Europa". Esas palabras han salido de Washington y de Bruselas en cuestión de días. Hace quince años, precisamente cuando Fernando Torres marcó el gol que le dio a España su segunda Eurocopa o Fidel Castro dejó el poder en Cuba, Lehman Brothers quebró y abrió la veda para lo que fue la gran recesión. Ahora, la intervención del Silicon Valley Bank (SVB) el viernes y las consecuencias que ello ha provocado en las bolsas de todo el mundo a lo largo de toda la semana ha traído antiguos fantasmas. Especialmente después del desplome de Credit Suisse este miércoles, que le ha llegado a pedir al Banco Central Suizo su rescate. Pero la economía mundial, policrisis mediante, ha experimentado un importante baño de agua y jabón para olvidar días oscuros pasados.

El comisario de Economía europeo, Paolo Gentiloni, se encargó de dejar clara esa máxima el lunes, cuando el pánico se apoderó de Wall Street. "Es algo que hay que vigilar", pero nada más, sostuvo tratando de apagar las alarmas. Así, se apoyó en que ahora existen los acuerdos de Basilea III como salvaguarda para que la historia no se repita. Los acuerdos de Basilea son una serie de directrices elaboradas por el Comité de Basilea a finales de 1974, formado por los gobernadores de los bancos centrales del G-10, para evitar riesgos sistémicos en situaciones de pánico bancario, precisamente como el que se puede desencadenar tras la quiebra de SVB. En este caso, Basilea III es el tercero de esos pactos y tiene como objetivo fortalecer la regulación, supervisión y la gestión de los riesgos en el sector bancario. Esas pautas fueron publicadas hace ya trece años.

Que exista una suerte de red de seguridad no quiere decir que no haya que tomar decisiones en el marco de la UE y por lo pronto el pleno del Parlamento Europeo ya ha pedido una mayor protección del sistema bancario comunitario. Desde Estrasburgo, la comisaria europea de Estabilidad Financiera, Mairead McGuinness, apuntó que las entidades están "en buena forma" y son "resilientes". Eso sí, ha llamado a aprender de lo que está pasando: "Podemos empezar a sacar lecciones de las quiebras en EEUU, porque estos bancos no estaban sometidos a los requisitos de liquidez que las autoridades norteamericanas no aplican a todos los bancos, algo que sí se hace en la UE".

Rafael Pampillón, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad CEU San Pablo, explica a 20minutos que la situación "no se parece" para Europa a lo que ocurrió con Lehman Brothers. "Aquello se produjo como consecuencia de una sobreexposición de la banca al sector inmobiliario. El SVB es una entidad especializada en el sector tecnológico, nada más", añade.

El resumen rápido que hace Pampillón es que "las empresas tecnológicas han empezado a tener problemas y hemos llegado a este punto", pero al mismo tiempo se trata de una crisis "que está más o menos resuelta porque no es una crisis de un banco sistémico, como lo era Lehman Brothers". Aquello, sostiene, "generó un efecto de mucha contaminación" que ahora no parece que se vaya a dar.

Han pasado quince años y el contexto para la UE es otro completamente diferente. "La eurozona está mucho mejor preparada. Hacemos pruebas permanentes de estrés en los bancos; ahora se está haciendo una de hecho", recuerda el catedrático. ¿Cómo? "Se pone a los bancos en situaciones de recesión para ver si son capaces de aguantar. La regulación en la eurozona es mucho mayor que en el año 2008. Ahora los bancos centrales van en rescate de los bancos comerciales", sentencia.

"El BCE hoy por hoy no te deja tener un balance concentrado en bonos de los Estados", recuerda Pampillón, que sostiene a la vez que "en Europa ahora está más diversificada la cartera de créditos". Así, no cree que se se vayan a ver "decisiones drásticas del BCE" en las próximas semanas. "Ahora, hay un problema porque el BCE tiene por un lado el objetivo de frenar la inflación y por otro lado de estabilizar el sistema. Tiene que evitar el pánico bancario. Tiene que tomar decisiones difíciles, pero no creo que vaya a haber nada drástico", termina.

Por su parte, Juan Vázquez, profesor en la Universidad Camilo José Cela y doctorando en Economía y analista en El Orden Mundial cuenta que la situación "es de incertidumbre" y ni siquiera los bancos centrales "tienen totalmente claro lo que van a hacer". Al mismo tiempo, asume que "el contexto no tiene nada que ver con la crisis del 2008, porque entonces había una vinculación muy fuerte entre la deuda privada y el sector inmobiliario". En este sentido coincide con Pampillón: "Eso no está pasando ahora, aunque nos hayamos encontrado con presiones inflacionarias" por la invasión rusa de Ucrania.

"El BCE tiende a seguir lo que hace la Reserva Federal", recuerda el analista. En Europa, la perspectiva "es muy distinta a la hora de enfocar las crisis", prosigue, aunque la Covid cambió las cosas "con una compra de bonos por parte del Banco Central Europeo y con los Estados dando mucho más apoyo". Así, el BCE ahora "no haría para nada lo que hizo en el año 2008", además de que entonces la estructura del euro era especial "y la toma de decisiones del BCE ha cambiado: lo más importante es el enfoque". 

Alergia a los rescates tras el caso griego

En la historia reciente de la UE hay capítulos que son propios de una novela de terror, y quizás el más claro en este sentido es el rescate a Grecia precisamente en el marco de la gran recesión. Este dejó heridas mucho más profundas de las que se vieron, que también hubo, en España, aunque ese caso la 'asistencia' comunitaria fue de tipo bancario. Grecia fue el primer país de la eurozona en recibir ayuda por la crisis financiera y en algunos momentos durante estos años incluso se especuló con su salida del euro, por el temor de los líderes europeos al contagio.

Tal fue la presión sobre Atenas que la losa se alargó durante años, con tres rescates diferentes que el país heleno abandonó definitivamente en el año 2018, ocho después de que se aprobara el primer rescate. En menor medida también tuvieron que recurrir al 'salvavidas' comunitario Irlanda -vista como el caso de éxito-, la propia España, Portugal y Chipre. Los cinco países sirvieron para centrar un precedente que, a la larga, trajo más problemas que soluciones para la Unión, además con un importante desapego ciudadano.

En el caso español, el rescate bancario cumplió 10 años en 2022. La situación era crítica. En principio, la banca española no estaba demasiado expuesta a los productos basura que hundieron a los bancos estadounidenses. Pero tenía sus propios problemas. Una burbuja inmobiliaria alimentada por una barra libre de crédito, en muchos casos de dudosa calidad. Entonces el Gobierno de Rajoy solicitaba a Bruselas un crédito de hasta 100.000 millones de euros para salvar al sistema financiero español. Aunque finalmente 'solo' serían necesarios 43.555 millones, de los que todavía quedan por devolver 27.721 millones.

Se pusieron de moda en aquel momento conceptos como troika -la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional-, prima de riesgo, hombres de negro, y, sobre todo, crisis. Todo eso ahora, en cambio, parece papel mojado porque los estragos causados fueron tan profundos que incluso antiguos mandatarios como el expresidente de la Comisión Jean Claude Juncker o la excanciller alemana Angela Merkel aseguraron que la UE había sido extremadamente dura con Grecia. Nadie quiere que la historia se repita, pero si lo hace parece que no lo harán las recetas aplicadas. En Europa ya hay cierta alergia a los rescates.

Un pensamiento más 'en común' tras la pandemia

Y es que el modus operandi en la Unión Europea para afrontar las crisis ha cambiado en los últimos tres años. Con la pandemia de Covid-19 se rompió con uno de los grandes tabúes: la emisión de deuda común. El fondo de recuperación -dotado con 750.000 millones de euros- ha sentado un precedente importante. Desde Bruselas, en ese escenario, asumen que ahora ya no se podría caminar hacia atrás. El sálvese quien pueda ya no es una opción después de ser la solución preferida en la crisis del euro.

A esto habría que añadir otras decisiones que se han ido tomando en los últimos años en el seno comunitario, como la compra común de vacunas en 2020, pero también giros importantes en lo referente a la energía, las reglas fiscales o un consenso cerrado en lo que se refiere a las sanciones contra Rusia, al envío de armas o a la ayuda humanitaria. La conclusión frente a las crisis que sale una y otra vez de las instituciones es clara: ya no estamos en 2008.

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