Empresas

Negocios en jaque por la electricidad 

La luz asfixia al pequeño comercio: "Es imposible. Pago 600€ más que en 2020"

José Luis Parra, dueño de la frutería Parra.
Iñaki Etxarri

Cuando, en agosto de 2020, Alberto Pavón abrió su pequeño negocio en el madrileño barrio de El Retiro después de tres décadas de experiencia como carnicero la factura de la luz que pagaba "rondaba los 150 euros". Un año después, cuando el precio del megavatio/hora en el mercado mayorista ha escalado hasta los 152 euros, su último recibo de la luz ha sido de "más de 220 euros". La escalada eléctrica sin precedentes en España ha puesto en jaque a muchos pequeños negocios como éste, hasta el punto de comprometer su continuidad. Peluquerías, panaderías y pastelerías, carnicerías, lavanderías, tiendas de congelados, heladerías, fruterías, pescaderías... y, por supuesto, bares y restaurantes. Pequeños negocios que necesitan un consumo intensivo de luz y para los que la subida de precios está suponiendo un duro golpe después de una pandemia que ya había dejado sus arcas exhaustas.

Según la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), el coste medio de la electricidad de un pequeño negocio ha subido un 20% en los dos últimos meses y el recibo, ahora mismo, es un 40% más caro que hace un año. Un precio de la luz desbocado que para Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), supone un "escándalo público". Los autónomos "están afrontando una subida brutal de sus costes por el aumento de los precios energéticos. Se está pagando en muchas actividades el doble que el año pasado. El Gobierno debe actuar ya y paliar este incremento de costes", reclama.

No el doble, "pero casi", pagan actualmente los propietarios del bar ‘Refra’, un referente del cañeo madrileño ubicado en la calle de Santiago, a escasos metros de la Plaza Mayor y la Puerta del Sol. Tomás y Juan, dos de sus propietarios, cuentan la deriva "imposible" que ha tomado el recibo de la luz para su negocio: desde los 853,21 euros que abonaron a su compañía eléctrica en agosto de 2020 a los 1.014,20 de junio de este año, 1.067, 96 euros de julio y los 1.431,73 euros que acaban de pagar el 17 de agosto. Casi 600 euros más de luz que hace un año. Los tres socios del Refra, que tienen otros tres empleados, reflexionan en voz alta: “¿Cuantos cafés o cañas tenemos que vender para afrontar esta subida brutal? Es insostenible y más aún cuando seguimos teniendo restricciones de aforo y horario", explican a La Información.

Alberto Pavón, el carnicero del barrio de Retiro, cuenta su odisea para tratar de ahorrar y que el precio de la luz no se convierta en la puntilla para su negocio. "Apago algunas luces del mostrador, aunque así los productos lucen menos, los halógenos de la cristalera exterior... Algo, un mínimo, se ahorra, pero las cámaras deben de funcionar las 24 horas del día para que la carne esté en buen estado y las balanzas tienen que estar encendidas. Eso no puedes evitarlo”. Pavón recuerda otra ‘puñalada’ en el corazón para su actividad: "Los precios del pienso han subido más de un 25% y nuestros proveedores de carne ya están adelantando que van a subir los precios (...) La luz y la gasolina por las nubes, el precio mayorista de la carne al alza... La consecuencia es evidente, hay tres carnicerías de la zona que van a echar el cierre. No aguantan más”.

En España hay 25.000 carnicerías y 58.000 profesionales del sector.  El 44,8% de estos profesionales asegura haber sufrido un incremento en el gasto en su factura de la luz de entre un 10% y un 30%, mientras que un 37,3% tiene ahora un gasto de entre un 30% y 50% superior a los meses anteriores, según un estudio que acaba de hacer público la Confederación Española de Detallistas de la Carne (Cedecarne). Un porcentaje menor, el 17,9%, dice haber sobrepasado el 50% de subida.

En el mismo barrio en el que Alberto tiene su carnicería, la familia Céspedes abrió una pastelería allá por 1.947, hace ya 75 años. En la pastelería Céspedes, dicen los expertos, se hacen "los mejores buñuelos de Madrid", además de tartas, pasteles, pastas, pan... Eso significa hornos eléctricos, amasadoras, cámaras frigoríficas. "El consumo eléctrico es enorme", confiesa Juanjo, la tercera generación de Céspedes pasteleros.

"Ni siquiera he querido mirar cuánto nos ha subido la luz. Lo primero porque no entiendo el recibo, nadie lo entiende, y después porque la luz, como el agua, o los impuestos hay que pagarlos igual, no te puedes escapar", reflexiona Juanjo. "Aquí primero hay que pagar los gastos fijos, los sueldos de lo empleados (tiene tres)  y si queda algo para el dueño pues mira qué bien. Es la vida del autónomo”, añade. 

Juanjo Céspedes, dueño de la pastelería Céspedes.
Iñaki Etxarri

Desde la pastelería Céspedes, en la misma calle del Alcalde Sáinz de Baranda, se ve la frutería Parra. Es un negocio familiar que data del año 53 del siglo pasado. "Yo nací aquí, en la frutería. Desde los 14 años trabajo en el negocio y ya tengo 64. O sea que he cumplido 50 años siendo el frutero del barrio”, cuenta José Luis Parra. Reconoce que desde que llegó el coronavirus todo ha sido más difícil, como la odisea de conseguir un pequeño crédito con el que comprar género en Mercamadrid para tener siempre abastecida su frutería en plena pandemia -"un crédito que el banco me denegó dándome una puñalada trapera. A mí no me vengan con lo de los créditos ICO y esas promesas, son una milonga"-, o el accidente que sufrió al caerse delante de su frutería a causa del hielo en los días de Filomena. "Me tuvieron que extraer un coágulo del cerebro a causa de la caída y ahora la subida de la luz, que es otro palo muy gordo".

José Luis reconoce que le queda un año para jubilarse y "con estas cosas que están pasando estoy deseando hacerlo". Lo único que le frena son sus dos empleados porque no quiere dejarles sin sustento, "pero con lo que ha subido todo, luz, gasolina, impuestos... Es muy complicado mantener el negocio". Parra hizo una fuerte inversión hace unos años y cambió todos los punto de luz de la frutería a la tecnología LED. “Me gasté mucho dinero, pero a la larga lo amorticé" porque logró bajar su consumo mensual de luz de "unos 400 euro a los 200 que pagaba hasta hace poco". Un gasto que este año ha vuelto a subir a "cerca de 300 euros". Para un modesto negocio familiar, con los márgenes muy ajustados, "supone una losa enorme". "¿Quién aguanta esta subida vendiendo mandarinas?"

Casi en la confluencia con la calle Doctor Esquerdo, la peluquería y salón de belleza Purificación Luna también ha sufrido el ‘hachazo’ del recibo de la luz. "Pago entre un 35%-40% más que antes", asegura. Un gremio, el de las peluquerías, especialmente castigado durante la pandemia, que lleva meses luchando, en una auténtica cruzada, por la rebaja del IVA del 21% al 10%, “un aumento de hace nueve años que iba a ser temporal”, y que ahora sufre el embate de la escalada de precios de la luz, que pone contra la cuerdas al sector. “Seguimos aquí para subsistir”, zanja.

loading...