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Por el coste de los derechos 

La negativa de Amazon y los grandes 'players' da un gran golpe a la Superliga

El coste de los derechos de la Superliga ahuyenta a 'grandes players' y Amazon
Agencia EFE | Andy Rain

La Superliga aún no ha echado a andar y no hace más que acumular problemas para garantizar su viabilidad. Al rechazo casi unánime de instituciones del fútbol, gobiernos de varios países, futbolistas y entrenadores, amén de las primeras bajas entre sus fundadores que ya se apuntan, se suma ahora una traba casi definitiva: la imposibilidad de encontrar un operador que compre y emita los partidos. El atractivo de contar con grandes clubes de Europa compitiendo entre sí todas las semanas no ha acabado de seducir a las empresas del sector. Un aliciente que se ha disuelto tras la renuncia al proyecto de los seis clubes ingleses, Manchester United, Manchester City, Chelsea, Arsenal, Liverpool y Tottenham. Mientras, el FC Barcelona anunciaba a última hora de la tarde que supeditaba la decisión de seguir en la Superliga a su asamblea de socios. Aún así los seis organizadores que quedan han asegurado en un comunicado que seguirán adelante aunque reconocen que habrá que rediseñar el proyecto. 

Este rechazo del sector audiovisual también se explica con el alto coste que tendrían esos derechos de emisión. Según los promotores, hacerse con la exclusividad de las retransmisiones podría costarle a los interesados hasta 4.000 millones de euros. Una factura que ya ha ahuyentado a Amazon y a otros grandes 'players' que actualmente se encargan de la Champions League o las ligas europeas. Y que no están dispuestos a entrar en una operación tan elevada, como ha podido saber La Información. 

La ambición de la iniciativa que encabeza el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, supone dar un vuelco al mercado actual. Su objetivo es disparar los ingresos por televisión de los clubes que ya están implicados, lo que facilitaría a Real Madrid, Barça y Atlético de Madrid aliviar sus elevadas deudas netas. Esos 4.000 millones que reclaman los impulsores darían acceso a emitir los 197 partidos de cada temporada. Un número al que se llega por los 180 de la fase de grupos (10 en cada una de las 18 jornadas), los 'playoff' que jugarán el cuarto y quinto de cada división para pasar a la siguiente ronda, los cuartos de finales, las semifinales y la final. 

Ahora mismo, la UEFA mantiene una estructura de derechos del fútbol que se distribuyen en cada uno de los mercados europeos a través de pujas con las diferentes televisiones locales en dichos países. La última, que tuvo lugar entre finales de 2019 y la primera parte de 2020 e incluía las tres temporadas desde la 2021-2022 en adelante, supuso un ajuste significativo en países como España. En este caso, Telefónica se hizo con la exclusividad por 975 millones de euros, es decir, cerca de un 15% inferior al importe pagado por Mediapro para el periodo actual, que acaba este mes de junio. En Reino Unido, BT calcó el precio (unos 460 millones de euros al cambio respecto a libras esterlinas) en un estancamiento inaudito en los últimos años. En Francia sí que hubo un incremento, tras el acuerdo con Vivendi (Canal+) por 375 millones.

Amazon, la esperanza blanca

El 'autodescarte' de Amazon se ha producido a través de un comunicado casi dos días después de que estallara la polvareda. El gigante que preside Jeff Bezos ha asegurado que no está involucrado en la Superliga ni ha iniciado negociaciones de ningún tipo para emitirla a través de Amazon Prime Video. Por lo que ha señalado sigue centrado en ofrecer la Premier League y el Calcio italiano en Reino Unido, además de la Champions League en Alemania. E incluso destaca que "comprende" la preocupación de los aficionados por la nueva competición, ya que la empresa sostiene que parte de la "belleza del fútbol" reside en que "cualquier equipo puede lograr el éxito por sus actuaciones en el campo". 

Amazon siempre ha ejercido como 'esperanza blanca' de las grandes competiciones europeas. Su enorme caja y su liquidez para afrontar importantes inversiones han sido vistos como una oportunidad por las patronales de clubes. En el caso de la liga española, los guiños han sido continuos. Incluso con la modificación del periodo máximo de comercialización de los derechos por encima de los tres años actuales, algo que habría sido una exigencia del gigante del comercio electrónico. Sin embargo, no sólo se ha desmarcado de la Superliga, sino que lo ha hecho de los grandes contratos televisivos de los últimos años. En España nunca ha pujado, mientras que en Europa mantiene esos acuerdos más pequeños con costes controlados.

Pero no es el único gran jugador tecnológico que a priori ha querido mantenerse al margen. El otro eterno aspirante tiene un nombre que era impronunciable para los españoles: Dazn. La compañía de streaming deportivo, que es controlada por el magnate ruso Len Blavatnik -tercer británico más rico y con conexiones con el dueño del grupo de supermercados español Dia-, siempre ha aspirado a convertirse en el gran 'Netflix de los deportes'. Sin embargo, los altos precios de los derechos del fútbol y la pandemia global del coronavirus no han puesto fácil ese camino.

La compañía con sede en Reino Unido, que en España sólo cuenta con derechos 'menores' vinculados a la Fórmula 1 o a la Euroliga de baloncesto, ha centrado sus esfuerzos en Europa -salió anticipadamente del contrato de la Champions en Asia y en parte del mercado estadounidense- y hace unos días alcanzó un acuerdo histórico para tener emitir la Serie A italiana. Ahora, esta nueva propuesta de la Superliga tampoco le convence. "Ni Dazn, ni Blavatnik han estado involucrados ni interesados de ninguna manera en entrar en discusiones sobre el establecimiento de la Super Liga", explicó.

Pese a que el diario económico Financial Times aseguró que los organizadores del campeonato habían mantenido conversaciones iniciales con otras compañías como Facebook o Sky, tanto la red social como el gigante audiovisual británico también han rechazado haber estado involucrados en estas negociaciones. Más allá de estas compañías, las grandes operadoras de telecomunicaciones, a través de sus servicios de televisión de pago, han sido las grandes compradoras de derechos en los últimos años, con inversiones millonarias con retornos cada vez más complicados. Todas ellas guardan silencio y no quieren posicionarse.

La creación del nuevo torneo también provocaría daños económicos a esas operadoras que desembolsaron centenares de millones para emitir la Champions League hasta 2024. Según un informe de Barclays, la posible expulsión de la competición de los 12 impulsores devaluaría los derechos, que en España pertenecen a Telefónica. A esto se sumaría que la nueva competición podría obligarles a pujar por ello. Lo que aumentaría sus costes en inversiones de este tipo. Los grandes beneficiados de todo el negocio serían las cadenas en abierto. Sin Real Madrid, Barça o Atlético de Madrid en la máxima competición europea, Atresmedia y Mediaset podrían ganar la audiencia que perderían unos partidos menos atractivos.

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