Las únicas bombas atómicas que se han usado en una guerra fueron las de Hiroshima y Nagasaki, pero se han detonado miles de ellas para pruebas no solo militares, sino también para temas científicos y tecnológicos.
Las consecuencias de una explosión masiva de las armas atómicas iría más allá de las muertes iniciales, ya que la radiación y otros factores provocarían todavía más efectos negativos con el tiempo.