El exdirector de la Guardia Civil protagonizó uno de los episodios de corrupción más oscuros de los primeros años de la democracia y su caída simbolizó el fin de los gobiernos de Felipe González.
Amasó una fortuna de más de 10 millones de euros a través de sobresueldos en B sacados de los fondos reservados y comisiones ilegales.