La iniciativa que Rabat presentó ante la ONU en 2007 supone enterrar 'de facto' las expectativas de independencia de la antigua provincia española.
El Sáhara Occidental tendría competencias en materia económica o administrativa, pero siempre siguiendo los criterios de Marruecos, y éste se reserva ámbitos clave como la defensa o la religión, bajo los designios de Mohamed VI.