El submarino Nemo tiene dos plazas y se trata de un aparato muy ligero, que funciona de manera automática y convierte así en realidad la posibilidad de tener uno particular, aunque no está al alcance de todos los bolsillos.
El traje no evita que estos animales acuáticos hinquen el diente a los surfistas o buceadores, pero mitiga el daño que pueden provocar sus mordeduras gracias a una tecnología de nanofibra.