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Del test al resultado, pasando por las multas: todo lo que debes saber cuándo te enfrentas a un control de alcoholemia

Imagen de archivo de un alcoholímetro.
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Vuelven a abrir los bares y clubes por la noche y parece que recuperamos el ocio nocturno (algunos con más ganas que otros). Al mismo tiempo, también vuelven a las calles los temidos test de alcoholemia y drogas, que pueden presentarse en cualquier lugar y momento del día para controlar que los conductores no conduzcan bajo las influencias de estas sustancias, que merman en gran medida la seguridad vial y que están presentes en un alto porcentaje de accidentes de tráficos. Con los últimos datos consolidados de 2019 en mano, se estima que uno de cada 4 siniestros mortales están provocados por el consumo de estas sustancias.

En el objetivo de cara al próximo 2030 de reducir a la mitad el número de lesionados y fallecidos en este tipo de accidentes, los test de alcoholemia y drogas juegan un papel fundamental. Después de 40 años de experiencia (estas pruebas comenzaron a practicarse en 1981), hay suficientes pruebas para asegurar que las sustancias estupefacientes y las bebidas alcohólicas no son compatibles con la conducción. 

Antes de entrar en materia y de desglosar las multas que pesan sobre la conducción bajo la influencia del alcohol o de las drogas, es importante recordar a todos los conductores que negarse a llevar a cabo los test tanto de alcoholemia como de sustancias estupefacientes está castigado. Por la vía administrativa, la multa será de 1.000 euros con la pérdida de 6 puntos en el carné de conducir y, por vía penal, será de prisión de 6 meses hasta un año y retirada del carné entre uno y 4 años. 

¿Cómo funcionan los test de alcoholemia?

A la hora de practicar un test de alcoholemia en un control, se utilizan dos tipos diferentes de alcoholímetro: uno indicativo, que va a señalar la presencia de alcohol, y otro más preciso que se encarga de confirmar el primer resultado y especifica la cantidad exacta de alcohol en aire espirado.

Cuando los agentes dan el alto, entregan al conductor una boquilla desechable que el mismo deberá insertar en el aparato. A través de esta boquilla se deberá soplar de manera continuada, sin parones ni intermitencias, hasta que lo indique el agente encargado de practicar la prueba. En el caso de dar negativo en presencia de alcohol, el conductor podrá continuar la marcha. 

Si el alcoholímetro marca presencia de alcohol en sangre por encima del límite permitido (0,25 miligramos por litro), los agentes deberán practicar una segunda prueba. Entre un test y otro no deben pasar más de 10 minutos. Si el resultado vuelve a ser positivo, el vehículo permanecerá inmovilizado y se procederá a sancionar al conductor según la cantidad de alcohol detectada. En este caso, el afectado podrá solicitar una última prueba de confirmación por análisis de sangre. Estos análisis se practicarán en el centro médico más cercano y el conductor será el encargado de abonar los costes de la prueba, que serán reembolsados si el resultado es negativo.

Para asegurar la precisión de estos alcoholímetros, todos deben estar revisados y certificados. La entidad que se encarga de que el funcionamiento de estos aparatos sea el correcto es el Instituto Nacional de Metrología. 

¿Cuáles son los límites de alcohol en sangre? ¿Y las multas?

Para establecer la sanción que corresponda una vez detectada la presencia de alcohol en sangre, la DGT establece una tabla de tramos. El límite para circular son los 0.25 gramos por litro, aunque Tráfico recomienda no beber si se va a conducir. El hecho de no llegar a sobrepasar esta línea no significa que mantengamos nuestras facultades intactas para conducir con seguridad. 

  • Entre 0,25 y 0,5 miligramos. La multa será de 500 euros, con la pérdida de 4 puntos en el carné. También se aplica a los ciclistas. 
  • De 0,50 miligramos o 0,60. La sanción asciende a 1.000 euros y la pérdida de puntos, a 6. 
  • Por reincidencia en positivos. Pérdida de 1.000 euros y entre 4 y 6 puntos dependiendo de la tasa. 
  • ​Por encima de los 0,60 miligramos (o 1,2 gramos por litro en sangre) se considerará delito contra la seguridad vial. Está regulado en el artículo 379 del Código Penal, donde se especifica que las penas son de 3 a 6 meses de prisión, de 6 a 12 meses de multa y retirada del carné entre uno y cuatro años. 

¿Qué pasa con los test de drogas?

Los test de drogas al volante comenzaron a utilizarse en el año 2010 y, desde entonces, se ha multiplicado su uso. Solo en 2019 se llevaron a cabo 100.000 pruebas de sustancias estupefacientes. Los agentes deciden cuando practicarla tras detectar síntomas de uso de estas sustancias en el conductor. 

El test consiste en recoger una muestra de saliva del conductor en una cápsula especial y un primer dispositivo la analizará para detectar la presencia de drogas. Si el resultado es positivo, la muestra se llevará custodiada a un laboratorio, donde se confirmará el positivo y se podrán identificar hasta cinco sustancias. A raíz de este resultado se tramitará la correspondiente denuncia al conductor, que podrá solicitar una prueba de contraste con un análisis de sangre. 

Las multas en el caso de las drogas son automáticas si se detecta su presencia y la cuantía asciende a 1.000 euros y la pérdida de 6 puntos en el carné. Al igual que sucede con la tasa de alcohol, el uso de sustancia estupefacientes al volante puede incurrir en un delito penal contra la seguridad vial y entonces las penas pasarían a ser de prisión, de multa y de pérdida del carné de conducir entre uno y cuatro años

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