Movilidad

Cuándo hay que cambiar los amortiguadores del coche

Detalle de un amortiguador.
Getty Images/iStockphoto

Los amortiguadores son uno de los elementos clave dentro del sistema de la suspensión del coche. Su función consiste en absorber las irregularidades del terreno y los impactos, manteniendo estable la carrocería para el confort y la seguridad de los pasajeros, mientras aseguran el correcto contacto y rodaje de los neumáticos sobre el asfalto. 

Junto con los frenos y las ruedas, los amortiguadores aseguran que la conducción cumpla con los estándares de seguridad vial y, además, aseguran un consumo eficiente de combustible si están en buen estado, para lo que es necesario someterlos a un mantenimiento periódico y revisiones.

Como el desgaste de los amortiguadores no es perceptible a simple vista, los fabricantes suelen recomendar cambiarlos cada cierto kilometraje. Desde el RACE explican que este cambio debe efectuarse a partir de los 65.000 kilómetros recorridos y nunca superar los 90.000. A la hora de hacer la sustitución, se aconseja hacerlo por pares y no de manera individual. Es decir, si cambia el eje trasero deberán sustituirse los dos amortiguadores, por ejemplo, para evitar que se descompense la firmeza del coche. 

Pero además del cambio también hay que revisar periódicamente la amortiguación para asegurarse de que no sufre ningún desperfecto y que no hay que repararla antes de lo debido. Las revisiones se aconsejan cada 20.000 kilómetros, aunque desde el RACE precisan que también se pueden efectuar una vez al año. 

Los factores externos como el posible mal estado de las carreteras, la carga del vehículo e incluso la manera de conducir, además de el kilometraje y el desgaste por el uso hace mella en la amortiguación, pudiendo dañarla y haciendo que esta comprometa nuestra seguridad vial si no revisamos los amortiguadores. 

Cómo detectar defectos

Algunos síntomas que pueden ponernos en alerta sobre el mal estado de los amortiguadores del coche, detallados por el RACE, son:

  • Los neumáticos se desgastan de manera irregular.
  • El tiempo y la distancia de frenado aumentan.
  • Tienes mayor dificultad para controlar el vehículo cuando circulas por curvas o zonas mojadas.
  • Notas vibraciones en el volante.
  • El vehículo es más sensible al viento lateral.
  • Se produce deslumbramiento por la noche.
  • Se hunde el eje trasero al acelerar.
  • Se produce fuga del fluido hidráulico.
  • Los amortiguadores tocan fondo y se clavan en baches muy pronunciados.
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