La vitamina que no es una vitamina y funciona como el cemento de nuestra piel
Aunque estemos en verano y la definición nos dé un pelín de calor, a la vitamina F se la conoce popularmente como 'el abrigo de la piel' por su efecto protector completo. En realidad, la vitamina F no es una vitamina, sino un conjunto de ácidos grasos poliinsaturados (linolénico u omega-3, y linoleico u omega-6) que nuestra piel no es capaz de fabricar por sí misma, y que multiplican por mil sus beneficios sobre la piel.
Situada en primera línea, es decir, en la capa más superficial de la piel, la vitamina F está lista para combatir las agresiones externas y hacer fuerte nuestra barrera protectora. Entre sus múltiples funciones está la de reducir la inflamación celular (responsable en gran medida del envejecimiento prematuro de la piel) gracias a sus propiedades calmantes.
Estos son los beneficios de la vitamina F 'desde dentro'
La vitamina F, al no poder ser producida de manera natural por nuestro organismo, necesita ser ingerida mediante la dieta para formar parte de esa barrera cutánea tan importante frente a las agresiones externas. Además, si se incluye en las formulaciones cosméticas, podremos incorporarla a nuestra rutina skincare para multiplicar sus beneficios.
Pero, ¿cuáles son los beneficios de esta vitamina que no es en realidad una vitamina, y que actúa como 'cemento' para las células de la piel? En primer lugar, este conjunto de ácidos grasos poliinsaturados tiene el poder de ayudar a reducir el colesterol LDL (el malo), aumentando el HDL (el bueno). Como consecuencia, es una aliada para luchar contra la hipertensión y las enfermedades coronarias.
Un nivel apropiado de vitamina F contribuye al correcto funcionamiento del sistema nervioso, combatiendo la artritis reumatoide y la arteriosclerosis, entre otras enfermedades.
Alimentos ricos en vitamina F
Como hemos comentado, la vitamina F 'contiene' tanto ácidos grasos omega-3 como omega-6, que se encuentran fundamentalmente en los pescados azules, aceites vegetales y algunos frutos secos.
Para asegurarnos la dosis justa de vitamina F en nuestro organismo, puesto que él no 'sabe' sintetizarla, debemos asegurarnos el consumo de boquerón, caballa, anchoas, besugo o atún de manera habitual en nuestra dieta.
Además, son especialmente ricos en omega-3 y omega-6 las pipas de girasol, las nueces de macadamia, almendras, las semillas de chía y lino, el aguacate y los aceites vegetales, entre ellos el de girasol, oliva y soja. Además, y por recomendación profesional, siempre podemos ayudarnos de los suplementos alimenticios a base de omega-3 y 6, disponibles en multitud de versiones en el mercado.
A pesar de que esta vitamina que no es una vitamina es necesaria para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, su exceso puede ocasionar problemas alérgicos así como dolor de estómago, por lo que no debemos abusar. En el otro extremo, su carencia puede manifestarse en forma de sequedad de la piel, granos inesperados y también reacciones alérgicas.
El 'cemento de la piel', vía tópica
Junto a otros tipos de lípidos, la vitamina F funciona como cemento de la piel, rellenando los huecos que existen entre las células de la capa más superficial de la dermis. Pero al mismo tiempo, estos ácidos grasos contribuyen a la resistencia, flexibilidad y permeabilidad de las membranas celulares.
La consecuencia principal de su trabajo como protectora de la piel es su poder contra la deshidratación, algo más habitual de lo que imaginamos. La vitamina F evita la pérdida de agua transepidérmica, al tiempo que la protege de la agresión de agentes externos ambientales o microbiológicos que pueden irritarla. La última función tiene que ver con la regeneración posterior de la piel dañada.
Además, los omega-3 y 6 son especialmente conocidos por sus cualidades calmantes y antiinflamatorias, ayudando a frenar el envejecimiento prematuro vinculado a la microinflamación. Si aplicamos una crema que incluya este ingrediente, por la mañana y por la noche, estaremos aportando un extra antiedad. ¿Lo ideal? Poner un protector solar antes de salir a la calle que contenga vitamina F, para asegurarnos el escudo contra la radiación solar.
Como ejemplo, el Gold Skin SPF 50 de Tegoder es una crema solar con color, específica para el rostro, con vitamina F y formulación tres en uno: protege, acelera el bronceado y combate las arrugas, aportando hidratación extra.
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