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¿Por qué existe el término ninfómana y no ninfómano?

Tendencias sexuales para 2023
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De un tiempo a esta parte, la sexualidad femenina ha dejado de ser tabú. Aún mejor: ha dejado de ser una excepción. El hecho de que las mujeres disfruten de las relaciones sexuales es un tema sobre el que se habla. Basta un pequeño paseo por las redes sociales o por conversaciones entre amigas de diferentes edades para comprobarlo.

A pesar de ello, hay aún numerosas diferencias de género en el terreno sexual. Es algo que se evidencia claramente en el lenguaje y en la representación que aún nos hacemos del significado de determinadas palabras. Una de ellas es ninfómana. Aunque el Diccionario de la Lengua Española se refiere ello como "apetencia sexual insaciable en la mujer", tradicionalmente, su significado es despectivo. Tanto, que no existe una palabra equivalente para el hombre. Erróneamente, existe la creencia de que sátiro podría ser el equivalente pero la RAE nos saca de dudas: Sátiro: 1.mordaz. 2. m. Ser de la mitología grecorromana, campestre y lascivo, con aspecto de hombre barbado con patas y orejas cabrunas y cola de caballo o de chivo. 3. m. Hombre lascivo. 4. m. C. Rica. Seductor de menores. 5. m. irón. C. Rica. Hombre que tiene amoríos con alguien mucho más joven. 6. m. Ur. Delincuente violador de mujeres.

Lo explica María Luisa Calero Vaquera, catedrática de Lingüística y profesora jubilada de la Universidad de Córdoba: "Son expresiones que no se destinan al varón, justamente porque la sociedad patriarcal legitima su deseo sexual en cualquier grado". No así el femenino: "Esa misma sociedad ha demonizado tradicionalmente el deseo sexual de las mujeres, sea este mucho o poco, de ahí la existencia y el uso de la palabra ninfomanía en la lengua española".

La ninfomanía no es una enfermedad

Hasta tal punto es así que en muchos casos la ninfomanía se ha entendido como una enfermedad. Pero no lo es, como explica la psicóloga y sexóloga Arola Poch: "La ninfomanía como tal no es una enfermedad. Es simplemente una etiqueta que señala una conducta que históricamente no ha sido bien vista en mujeres". Rosa Navarro, sexóloga y asesora de producto de Diversual, tienda especializada en juguetes eróticos, añade: "Es una palabra que se ha utilizado para señalar a mujeres que se salían de la norma sexual. Si una mujer comentaba que tenía mucho deseo sexual, era ninfómana. Si una mujer disfrutaba del sexo con diferentes parejas, era una ninfómana". Incluso podía llegar a identificarse con una enferma mental, una adicción.

Comenta Rosa Navarro: "En el uso común, cuando se hablaba del tema, ellos pasaban a ser adictos al sexo y ellas, ninfómanas. Con la clara carga de responsabilidad que le asignaba a uno y a otra. Ellos estaban enfermos y, por lo tanto, se merecían compasión y comprensión; ellas tenían una sed insaciable de sexo que se asociaba a perversión". Todo ello evidencia que el tratamiento de la sexualidad masculina difiere de la femenina: "En esta distinta consideración de uno y otro comportamiento sexual los factores morales y religiosos desempeñan un papel determinante", afirma María Luisa Calero.

Palabras que discriminan por género

La catedrática de Lingüística asegura que esta diferenciación ha sido así, “al menos, desde que tenemos testimonios literarios. Una de las palabras más extendidas para nombrar a las mujeres que han dado muestras de sentirse libres en el aspecto sexual es puta, con sus múltiples variantes. Algunas las tenemos documentadas desde las primeras obras escritas en castellano (ramera, mujerzuela, meretriz, hetaira, buscona, cortesana, etc.); otras son de más reciente creación (casquivana, furcia, zorra, pelandusca, pendón…)”. No así para los hombres.

En efecto, ninfómana no es, ni mucho menos, la única palabra con diferente connotación según género. Rosa Navarro pone una buena ristra de ejemplos: "Hay palabras clásicas que cuentan con femenino y masculino, pero que en su forma femenina tienen un uso peyorativo o despectivo: bruja, zorra, fulana. Sin embargo, si vamos a la versión masculina la cosa es bien distinta: brujo, zorro, fulano. Lo despectivo y malo va ligado a lo femenino, a la construcción social de lo que es una mujer".

¿Hay algo que se pueda hacer?

Es evidente que, como dice la sexóloga y asesora de Diversual, "la desaparición de la desigualdad de género en sexualidad no va a cambiar radicalmente porque dejemos de usar un término, pero sí vamos a empezar a replantearnos modelos y eso ya es muy importante. Saber que hombres y mujeres tienen la misma capacidad de deseo sexual, y que todas las personas tenemos derecho a vivir una sexualidad en la que podamos expresarlo sin ser juzgadas".

Por su parte, María Luisa Calero tiene una sugerencia para los lexicógrafos de la Asociación de Academias de la Lengua Española: "Deberían revisar con diligencia las definiciones obsoletas de algunos vocablos y, como en este caso, aclarar en las propias entradas de esos términos (ninfomanía, furor uterino) el carácter anticuado de sus acepciones, ya que desde el punto de vista médico hoy día es inaceptable esa distinción en la actividad sexual de hombres y mujeres, donde son estas las que salen malparadas".

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