Más mujer

Entrevista

Alba Careta, la dama española del jazz

Alba Careta
Silvia Poch

Alba Careta nació en Avinyó, canta, ama el jazz y toca la trompeta. El orden lo deciden ustedes. A punto de estrenar nuevo disco, acaba de actuar en el festival Feminajazz.

Día 25 de julio de 1995 en una pequeña localidad de Cataluña. Ese día nació Alba Careta, un chica tímida, aplicada en los estudios que, con el paso de los años, soñaba con ser maestra o científica, pero "enseguida supe que la música sería lo mío". Decir que ese gusto por los acordes lo había mamado suena a topicazo (que si lo llevaba en la sangre y bla, bla, bla...) pero, diantre, es que en su caso los astros se alinearon para que así fuera: "Recuerdo a mi madre tocando la guitarra y cantando con el coro del pueblo. También a mi hermano, con su grupo de rock que ensayaba muy a menudo en casa y cuando era pequeña siempre me acercaba a escucharlos". 

El aroma de las corcheas, negras, claves de sol, blancas o semicorcheas se esparcía por entresijos del hogar en el que se criaba Alba Careta.: "De mi madre aprendí el amor incondicional, no solamente por la música, sino por todo lo que quieras hacer. Su pasión por las melodías y la tenacidad que se necesita para conseguir lo que quieres. De mi hermano absorbí el arte de la improvisación y a amar el jazz. Él me dio los primeros discos de Chet Baker que me ponía cada día antes de irme a dormir. Y sigo aprendiendo con él, ya que tengo la suerte de poder compartir más de un proyecto, y tocar juntos de vez en cuando".

Ese gusanillo se fue convirtiendo, poco a poco, en la decisión de dedicarse por completo a la música. Acordes por allí y por allá, horas soplando una trompeta, y la convicción de ir más allá, que no se quedara solo en un hobby molón, en un pasatiempo de corto recorrido, porque "para mí era natural tocar con mi hermano o con mi madre, pero siempre sin partituras, sintiendo la música. Pero cuando tuve la edad para ir a la escuela empecé a dar clase con los profesores de la Escola de Música d’Artés y después fui al Conservatori de Música de Manresa. Pienso que las dos cosas son complementarias y, justamente lo bueno es poder crecer con todo". Acaba de presentar sus nuevas composiciones en la cuarta edición del festival Feminajazz que, desde el 13 de octubre y hasta el 19, acoge a intérpretes de jazz en diversos enclaves de Madrid. Verde y con asas cacerola: Jazz hecho por mujeres.

Alba Careta
Silvia Poch

¿Por qué la trompeta? No sé si realmente yo escogí la trompeta, o la trompeta me escogió a mí. Cuando me dio por ahí yo era muy tímida y no pegaba mucho con mi personalidad. Pero sabía que ese era mi instrumento. Más adelante, descubrí que mi abuelo paterno (a quien yo no conocí), fue el corneta de Avinyó e iba por todo el pueblo tocándola y recitando las noticias. Me gusta pensar que esta es la herencia que él me ha dejado.

¿Qué maestros virtuosos de este instrumento te inspiraron? Y te siguen apasionando… Es muy difícil escoger algunos nombres, pero Chet Baker al principio. Obviamente, Miles Davis. También tuve una etapa que quería tocar como Lee Morgan… y tantos más. Ahora mismo uno de los trompetistas actuales a quién admiro mucho es Ambrose Akinmusire.

¿Qué te sugiere el jazz? Para mí es libertad. Poder escuchar cómo un intérprete vuela y crea al momento me parece precioso. Es una manera de entrar en otros mundos y viajar a través de las notas de otros.

Para mí el jazz es libertad. Poder escuchar cómo un intérprete vuela y crea al momento me parece precioso

Y luego vino lo de cantar… Nunca tuve ningún profesor o profesora. Simplemente, desde que empecé a tocar la trompeta con mi hermano ya lo hacía muy a menudo con él. El hecho de combinar trompeta y voz es algo que he hecho desde pequeña, así que para mí es muy natural.

No es habitual ver en la historia del mundo del jazz a una mujer trompetista y cantando, ¿te consideras una rara ‘avis? Me gusta pensar que soy una intérprete más, y que se me valora más allá de mi género. De pequeña nunca me cuestioné que tocar la trompeta no era una cosa de chicas y sigo pensando que la música está por encima de esas opiniones.

¿Aretha Franklin o Billie Holyday? Las dos, porque tienen personalidades muy distintas y maneras diferentes de entender la música... aun así, igual de válidas.

Tras ‘Origins’, tu primera incursión discográfica ahora estás presentando ‘Alades’, fruto de tu estancia en Ámsterdam. ¿Qué te inspira esa ciudad? Es muy rica y viva. Me inspiró mucho conocer a músicos de tantas partes del mundo en un sitio donde respetan y admiran tanto el jazz. Ámsterdam es como un punto de encuentro de artistas de todas las disciplinas y a la vez dan espacios para que pasen todas estas propuestas. También destinan más recursos a la educación de las artes y esto también hace que la sociedad esté más culturizada para entenderlas. He querido reflejar el hecho de estar lejos de mi casa, las experiencias que viví, cómo me sentía…

¿Cómo eran esas experiencias, cómo vivías? Compartí piso en La Haya, primero con dos chicas de Eslovenia que estudiaban derecho, después con dos músicos italianos. Más tarde en Ámsterdam viví con una señora mayor y el último año en un piso del conservatorio con otros estudiantes. La verdad es que pasé poco tiempo en casa. Las jornadas en la escuela eran largas y quería aprovechar cada minuto para estudiar o tocar con gente en la escuela. Igual por las noches; cada día había una ‘jam session’ en un sitio distinto de la ciudad y cualquier noche podíamos ir a tocar donde quisiéramos. Utilizo un lenguaje del jazz muy sincero, orgánico y emocional

El jazz requiere un puñado de improvisación… ¿Improvisas también en tu vida, en tu día a día o lo tienes todo organizado, controlado? Ningún día es igual para mí. No doy clases, así que dedico todo mi tiempo a tocar, preparar los conciertos, buscarlos… Parece que nuestra faena sea fácil, pero hay mucho más trabajo de lo que parece detrás de cada actuación. Podría decir que tengo orden dentro de la improvisación.

Por cierto, ¿qué te parecen aventuras musicales como Feminajazz? Bien, aunque preferiría que hubiera más festivales que valoraran la calidad por encima del género. Necesitamos crear referentes femeninos y visibilizarlos para que cada vez haya más mujeres que se animen a tocar jazz. De todas formas, es un proceso lento.

Necesitamos crear referentes femeninos y visibilizarlos para que cada vez haya más mujeres que se animen a tocar jazz

¿Eres ambiciosa? Lo justo para conseguir lo que quiero. Quiero seguir mi camino, sea donde sea que me lleve.

Si no es indiscreción, en numerosas fotos apareces enseñando tus axilas sin depilar. ¿Una forma de reivindicación? ¿Qué intentas expresar con ese gesto? Pienso que es una indiscreción, pero no tengo problemas en hablar sobre esto. Hay chicas que enseñan sus axilas depiladas y nadie les pregunta por qué se las depilan. Me gustaría saber por qué lo hacen. Yo tengo pelos en mis axilas, tal y como tú los tienes y como los lectores que están leyendo esto ahora mismo. No reivindico nada que no sea ser yo misma. Ojalá la gente empezara a aceptarse tal y como es y dejara de intentar encajar en un sistema heteropatriarcal que nos dice donde debemos tener pelos y donde no, independientemente de cómo seamos nosotras mismas. Tener pelos no es un significado, no es una reivindicación, no es expresar nada, es ser yo misma

Alba Careta
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