Más mujer

"Cuando ayudo a alguien en España, siento que otra persona está ayudando a mi familia en Ucrania y esto me da paz"

Darya Stukanova, de azul, detrás de los niños, durante una gala Solidaria en la que fueron premiados
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Darya Stukanova nació en el Donbás, esa región tan conocida, desgraciadamente, por estar sufriendo los combates más duros de la guerra en Ucrania; lo hizo en la ciudad de Lisichansk, hace justo 28 años.

Con 10 se vino a vivir a España, pero su corazón sigue muy unido a su país, donde está la mayoría de su familia. Por eso, cuando estalló la guerra, decidió que tenía que hacer algo para ayudar. Primero a los que estaban allí, luego a los que fueron llegando a Gandía y toda la región de La Safor, donde vive. Y así nació la Asociación Ucraniana de la Safor.

¿Cuándo llegaste a España? ¿Por qué dejasteis Ucrania?

Llegué en el año 2004. Mi madre vino a España de vacaciones, se dio cuenta de que en temporada alta se podía ganar dinero trabajando y decidió quedarse un par de meses. Pero… se enamoró de Juan, el que hoy en día considero mi padre (18 años a mi lado en lo bueno y en lo malo), y los planes cambiaron.

¿Qué recuerdas de tu vida en Ucrania?

La infancia es la mejor época de toda la vida de una persona y la mía fue maravillosa. Me acuerdo mucho de las visitas al pueblo de mi abuela donde disfrutábamos del lago, tenía vacas y leche fresca, recogíamos huevos, era una pasada. También tengo buenos recuerdos de los días de lluvia y barro, y de la nieve, los trineos y la Navidad, parecía salido de un cuento. Hace 20 años se vendían árboles de Navidad vivos y, aunque hoy en día está mal visto, en mis recuerdos tengo grabado el olor a pino, los adornos de cristal y el olor a mandarinas (entonces eran un lujo). Por su puesto lo que más echo de menos, es a mi familia.

¿Cómo ha sido tu vida en España?

Fue un cambio grande. Por eso tengo mucha empatía ahora con los refugiados. Cuando llegué me costó superar la barrera idiomática, como a todo el mundo, pero en un par de meses y con muchas ganas aprendí español y también valenciano.

Lo que más me impactó fue el cambio que viví en el estatus y la forma en que la gente trataba a mi madre. En Ucrania era empresaria con trabajadores a su cargo, siempre iba con traje y todo el mundo la trataba con mucho respeto. Aquí, sin embargo, era una trabajadora extranjera que ayudaba en la cocina, por lo que no la valoraban.

Siempre me he sentido orgullosa de ella porque, a pesar de lo complicado que fue para ella hacerse al idioma, lo duro que tuvo que ser adaptarse a ese nuevo estatus, a las pocas opciones de trabajo con que contaba… nos regaló a mi hermanito que tanto deseaba y estudió 'estética'. Ahora lleva 15 años trabajando en su salón de belleza.

Partido benéfico de fútbol Leyendas de Valencia, en beneficio a los refugiados de Ucrania.
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Y tú ¿a qué te dedicas?

Ahora mismo estoy de baja por maternidad, tengo una hija de 4 meses e intento disfrutar al máximo de ella.

Mi trabajo actualmente consiste en cuidarla, en hacer ruido para conseguir que apoyen nuestra asociación y en ayudar a los ucranianos a integrarse en la cultura española.

Si hablamos de mi carrera, soy logopeda, me encanta ayudar a los niños a perder la vergüenza a hablar en público, conseguir que de nuevo quieran ir a clase y ayudarles a superar el miedo a hacer el ridículo. Fui una niña extranjera con dislexia, por lo que me costó mucho adaptarme al colegio, a veces odiaba las clases. En 4º de ESO una profesora me dijo: "si haces Formación Profesional eso será lo mejor que hayas hecho", como refiriéndose a que no era capaz de aspirar a nada más. Aquello hizo que cambiara el chip, demostrar que se equivocaba se convirtió en mi objetivo. Con mucho esfuerzo, termine Auxiliar de Enfermería, a continuación, Técnico Superior en Higiene Bucodental y, finalmente, una carrera universitaria. Ahora, además, estoy haciendo un máster en atención temprana y espectro autista.

Me acuerdo mucho de las visitas al pueblo de mi abuela, en Ucrania, donde disfrutábamos del lago, tenía vacas y leche fresca

¿Has visitado Ucrania con cierta frecuencia desde que os vinisteis a vivir a España?

En los 17 años que llevo aquí he ido 4 veces. La última vez fue el año pasado, me fui 5 días con mi madre y mi hermano. Hicimos una excursión rápida por Kiev y fuimos a ver a mi familia a Lisichansk.

Hice muchas fotos de Kiev y de mi familia, cuando llegué a España me hice un álbum grande con fotos de monumentos que hoy ya no están en pie…

¿Habéis mantenido una relación estrecha con vuestra familia allí?

Mi madre y mi tía siempre han sido como uña y carne. Mis primos llaman mamá a mi madre y yo trato igual a mi tía, a pesar de la distancia. Antes de que yo viniera, mi madre estuvo un año sola en España. Durante ese tiempo viví con mi tía y mis primos. En mi familia siempre se nos ha transmitido el sentimiento de pertenencia, para mí la familia es lo más importante, y quiero que también lo sea para mi hija Samanta, quiero inculcarle ese valor.

Narya con su hermano Juan y su madre Natalia
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¿Cómo vivisteis las primeras noticias sobre la invasión por parte de Rusia?

Una amiga me envió un mensaje preguntándome qué tal estaba mi familia. No entendí a qué se refería, así que encendí la televisión para ver las noticias. No nos lo podíamos creer. No podía ser cierto. Rápidamente llamamos, y nos lo confirmaron. Después hubo un silencio… antes de colgar, mi primo dijo: "te tengo que dejar para reservar batería en el móvil porque no sabemos qué va a pasar, nos vamos al sótano". Sin luz, sin agua, sin unas condiciones mínimas...

Entonces empezamos a hablar con nuestros amigos para ver cómo podíamos sacar a la familia. Mientras tanto los medios nos mostraban cómo los ataques se recrudecían y a mí, personalmente, me entró pánico. Imagino que todos los ucranianos sintieron lo mismo. Yo acabé teniendo dos accidentes de coche, así que tuve que pedir una baja por ansiedad ya que estaba embarazada de 5 meses y me tenía que desplazar hasta Alicante para llegar al trabajo.

¿Qué os contó tu familia en Ucrania durante esos primeros días? ¿Qué contacto mantuvisteis con ellos?

En el Donbás, tengo a mi tía por parte de madre, mis dos primos, como si fuesen hermanos, y dos sobrinos de 9 y 5 años. Al principio no podían hablar, solo decían que oían misiles a lo lejos, luego más cerca. Se refugiaron en el sótano, tenían bombillas que se cargaban con un generador, un par de camas plegables, una mesita con comida que prepararon, por si acaso, y un cubo como váter. Para hablar con ellos llamábamos por Viber, pero, al no tener internet en el sótano, nos tenían que llamar ellos cuando salían fuera, aunque los mensajes les llegaban casi siempre.

A lo largo de todos estos meses, imagino que el día a día lo habéis conocido mucho mejor a través de ellos que a través de los medios

Sí, así es. Los medios de comunicación cuentan solo parte de lo que está sucediendo. Además, hay cuestiones que se ocultan o que no se muestran como son…

¿Cómo se encuentran?

No puedo decir que estén bien, tampoco mal, puesto que, al menos siguen vivos. Todos, menos el marido de mi tía, que murió de un paro cardiaco el pasado mes de septiembre. Su corazón no aguantó más.

¿Ha salido del país alguno de ellos?

No, ninguno. Mis dos primos no pueden salir, uno es militar y otro está en edad de combatir, y sus mujeres no han querido dejarlos solos.

Mis abuelos son de Odesa, queríamos que se vinieran aquí, pero mi abuela se negó, lloraba cada día porque no quería irse a un país extranjero.

Tras pasar tres semanas en el sótano, bajo su casa, mi tía y mi primo fueron obligados a coger la furgoneta y salir de la ciudad. Acabaron en un pequeño pueblo al oeste, Monastyrys'ka. Más adelante mis abuelos también se mudaron allí, a vivir con mi tía.

Alquilaron dos viviendas sin amueblar. Algunas cosas las compraron de segunda mano, pero muchas otras se las dieron los vecinos que les han ayudado mucho. La guerra ha sacado lo mejor de muchas personas. Al menos ahora tienen un techo bajo el que cobijarse y no oyen misiles.

Mi otro primo, el militar, fue trasladado a primera línea de combate cuando comenzó la guerra. Tras tres meses defendiendo nuestro territorio contra la invasión rusa, un día Antón dejó de conectarse. Al día siguiente, mi tía llamo a la base y le dijeron que habían caído varios misiles sobre su escuadrón.

Un día más tarde, mi tía recibió un mensaje de mi primo diciendo que estaba en un hospital. Por suerte, cayó en una fosa durante el ataque y sobrevivió. Lo rescató un escuadrón que pasó por la zona 10 horas después.

Fue terrible, yo lloraba, rezaba, llamábamos a todos los conocidos que pudieran tener algún contacto que nos facilitara algo de información… fueron tres días horribles para toda la familia. Sigue hospitalizado por secuelas mentales y físicas.

Mis dos primos no pueden salir, uno es militar y otro está en edad de combatir, y sus mujeres no han querido dejarlos solos

A título personal, como familiares fuera de la zona de conflicto, ¿podéis ayudarlos desde aquí, podéis enviar productos, dinero… o todo debe gestionarse a través de asociaciones/ongs…?

Les enviamos dinero, lo que podemos, a través de MoneyGram, ya que toda la familia vive de la pensión de mis abuelos que suma en total 200 € al mes. También les enviamos comida y ropa a través de furgonetas privadas que cobran 2€/kg y se lo entregan en menos de una semana.

Hace poco les enviamos ropa de abrigo y lámparas solares, ya que hay pocas horas de luz.

¿Cómo surge la Asociación Ucraniana de la Safor?

Durante la primera semana, tras el inicio de la guerra, todos los ucranianos que vivimos en Gandía nos reunimos. Éramos casi 30 personas con un objetivo común: ayudar a Ucrania.

Mi marido, que es empresario, nos dijo que, si constituíamos una asociación, nos resultaría más fácil conseguir ayuda, gestionar cualquier iniciativa… Así que votamos entre todos para elegir a nuestros representantes y ponerla en marcha. En aquella votación fui elegida vicepresidenta. No sé cómo tuve fuerzas para asumir aquellas responsabilidades estando embarazada y con ataques de pánico, pero lo hice.

¿Cuántas personas la componéis actualmente?

Somos más de 300 familias.

 ¿Cuáles son las iniciativas más destacables que habéis puesto en marcha desde que la formasteis?

En un primer momento, ayudamos a militares y civiles con medicación, ropa y comida que enviamos en furgonetas a Ucrania. Pero, en cuestión de un mes, empezó a llegar muchísima gente y tuvimos que ampliar nuestro objetivo y ayudarlos también a ellos.

Por otro lado, el transporte hasta Ucrania cada vez se complicó más, por lo que, finalmente, decidimos colaborar con una ong cercana cuya estructura era más sólida: Plast España, con sede en Valencia. Nosotros les llevábamos todo lo que recogíamos y ellos se encargaban de que llegara a Ucrania.

¿Cómo ayudáis a la población en Ucrania a día de hoy? ¿Qué es lo que más necesitan?

Ahora solo enviamos medicación, aunque hay poca, y pañales y ropa de bebé e infantil a orfanatos.

Lo que más necesita Ucrania actualmente es electricidad. Les vendrían muy bien bombillas solares, baterías externas, generadores... No tienen prácticamente nada en stock y lo poco que queda se vende a precios imposibles.

Hablemos de los refugiados en España. ¿Qué tipo de ayuda reciben por vuestra parte?

Comida, aunque, tras un primer momento en que recibimos muchísimos víveres, ahora lo cierto es que no nos traen prácticamente nada.

Ropa, seguimos teniendo mucha. Los refugiados que pueden se la envían a sus familiares.

Medicamentos. Para nosotros es fundamental que la gente que no tiene recursos pueda seguir accediendo a su medicación. Y hay muchos casos en que esos recursos son escasos. Familias en las que la madre no puede trabajar, pensionistas, personas con diversidad funcional que no pueden trabajar...

Desde tu experiencia, ¿qué es lo que más necesitan esas personas que lo han dejado todo para venir a un país extranjero?

Lo que más necesitan son clases intensivas de castellano e integración laboral. Quieren trabajar, pero lo tienen complicado, a pesar de que muchos de ellos cuentan con carreras universitarios y gran experiencia. Hay médicos, ingenieros, informáticos… pero la barrera del idioma no les permite desarrollar su profesión.

¿Se están integrando o siguen esperando que el conflicto termine en cualquier momento y volver a su vida en su país?

Nadie creía que se alargaría tanto, los primeros en llegar pensaron que solo estarían en España uno o dos meses. Luego, al ver que no sería así, confiaron en volver en septiembre, para el nuevo año escolar, pero tampoco fue así… Ahora que lanzan más misiles cada día y han dejado casi sin electricidad el país, la esperanza está depositada en el próximo verano.

Desde tu punto de vista, ¿cómo lo están viviendo los niños?

Los niños echan de menos su país, su casa, a sus amigos. La gran mayoría estudia en España, pero hay casos en que tienen clases online con Ucrania. Los más pequeños se han adaptado mejor, aunque les hayan costado las clases por la barrera idiomática. Pero conozco casos, sobre todo de adolescentes, que están apáticos, no quieren estudiar, ni hacer amigos aquí…

Si alguien estuviera interesado en colaborar con vosotros, ¿cómo debería hacerlo? ¿Qué os vendría bien que donaran?

Si hay gente interesada en ayudar a los refugiados, nos gustaría poder cubrir los costes de los medicamentos que muchos de ellos necesitan. Para poner su granito de arena, pueden pasarse por la Farmacia 24 horas situada en el Paseo de las Germanías, 15, de Gandía, y decir que quieren hacer una donación para medicamentos para refugiados. Esta farmacia colabora con nosotros y tiene una cuenta con ese objetivo.

Por otro lado, si alguien quiere donar comida o productos de primera necesidad como pañales, compresas, jabón para lavar la ropa, gel de ducha, champú, etc. puede acercarse al local de la asociación en la calle Joan Martorell, 1, en Gandía.

Espero que la guerra termine pronto, pero, mientras continúe, seguiremos ayudando a los refugiados porque, como dice mi madre: "cuando ayudo a alguien aquí, siento que otra persona está ayudando a mi familia en Ucrania y esto me da paz. Lo que yo doy, también lo recibo".

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