Más mujer

Elon Musk no es el único: ¿por qué piensan los hombres de forma recurrente en el Imperio Romano?

Elon Musk.
Europa Press

Cuando las redes sociales comenzaron a llenarse de vídeos en los que diversas mujeres preguntan a sus novios cuánto piensan en el Imperio Romano, la estupefacción ante las respuestas de la mayoría de ellos fue tan magna como el apellido de Alejandro. Un inquietante número de ellos señala que esa temática está presente en sus mentes constantemente. La sorpresa, lógicamente, fue aún mayor que los retweets que en la-red-social--anteriormente-conocida-como-Twitter tuvo el comentario de Kelsey Lewis Vincent of Wilson, que anonadada ante la cantidad de hombres que dicen que el Imperio Romano es un pensamiento constante para ellos, le preguntó a su marido cada cuánto pensaba en este tema. "Cada día", respondió él. Ese comentario ha sido retuiteado más de 5.00 veces, guardado en más de 3.000 ocasiones, amado por más de 26.000 personas y comentado por más de 1.700 usuarios. Sí: al parecer, los hombres piensan constantemente en el Imperio Romano. Todos los caminos conducen a Roma y (casi) todos los hombres piensan en su Imperio.

Fue la 'influencer' sueca Saskia Cort la causante de este movimiento. Llevaba cinco años saliendo con mujeres y al comenzar a citarse con hombres, sintió que sus parejas no le trataban bien, por lo que decidió intentar comprender en qué piensan los varones. Propuso a sus seguidoras que le preguntaran a sus novios si pensaban en el Imperio Romano (desconocemos el motivo), y recibió una oleada de comentarios de diferentes usuarias compartiendo con ella su estupefacción al descubrir que sus parejas, aparentemente, piensan constantemente en este tema. La sorpresa continúa en el instante en el que Elon Musk se engancha a esta disparatada conversación al asegurar el 15 de septiembre pensar en el Imperio Romano cada día de su vida, y teniendo en cuenta su afán por enfrentarse a Mark Zuckerberg fisicamente, no nos extrañaría que disfrute viendo Gladiator de forma repetida.

El Imperio de Musk

De hecho, el magnate ha asegurado ser "el emperador de Marte", y el uso del término "emperador" no es baladí. Así lo cree, al menos, la historiadora Spencer McDaniel. "Al llamarse a sí mismo "emperador de Marte", Musk claramente está tratando de presentarse no simplemente como un rey, sino como un gobernante absoluto al estilo de Augusto. Al mismo tiempo, también presenta todo el planeta Marte como su posesión absoluta, como si fuera algo que le pertenece por derecho. Esto sugiere que, como mínimo, cree que Marte es un territorio abierto para que multimillonarios como él reclamen su dominio por decreto", escribe.

Musk explicó además a The Guardian que La Serie de la Fundación, de Isaac Asimov, ha sido siempre su inspiración. Hablamos de una saga de ciencia ficción en la que un imperio galáctico cae y marca el comienzo de una era oscura. "Es una especie de versión futurista de la decadencia y de la caída del Imperio Romano de Gibbon. Si estuvieras en la cima del Imperio Romano, ¿qué harías? ¿Qué medidas podrías tomar para minimizar el declive?", se pregunta.

Con lo mucho que han fantaseado Musk y Zuckerberg acerca de enfrentarse en una absurda batalla física (en el Coliseo Romano, por cierto), ¿estamos asistiendo al regreso de la pelea física de toda la vida de machos alfa, que ven en la fuerza física la clave de su virilidad?

"Si algo hemos comprobado en las últimas décadas es que aquello que entendemos como viril es un valor y un símbolo relativamente intercambiable: desde pegar un puñetazo a la pared, hasta conducir sin silenciador, negarte a dimitir tras haber cometido un delito sexual, volcar tus frustraciones de padre divorciado comportándote como un bully en redes sociales... Para Musk, legitimar su virilidad es comprar una red social que no sabe gestionar sólo porque puede hacerlo. Para Zuckerberg, la virilidad parece recaer en la demostración constante de que sigue siendo (o creyéndose) relevante dentro del panorama de hombres blancos heterosexuales megalómanos. Lo que yo me pregunto es cómo dos hombres pueden llegar a considerar en 2023 que pegándose entre ellos están más cerca de la figura del macho alfa (que en algunas especies de animales no humanos aparece encarnada en la figura de un cabeza de grupo sumamente responsable, protector y cuidador de su comunidad) que de la de un niño consentido, inmaduro y caprichoso", explica a Mujer.es Eugenia Tenenbaum, historiadora del arte, comunicadora cultural, autora y activista feminista.

Si algo hemos comprobado en las últimas décadas es que aquello que entendemos como viril es un valor y un símbolo relativamente intercambiable: desde pegar un puñetazo a la pared, hasta negarte a dimitir tras haber cometido un delito sexual.

La obsesión por una sociedad machista

Lo cierto es que la cultura pop lleva tiempo hablando del Imperio Romano o haciendo alusión a él de alguna forma, y no sólo por la película que creemos tanto le gusta a Musk (por cierto: el año que viene se estrena su segunda parte), sino porque desde Juego de Tronos, que claramente bebe de su historia en innumerables ocasiones, hasta la serie de HBO Roma, han hecho que esté presente en nuestras vidas mucho más de lo que cabría esperar. "No se trata de masculinidad tóxica, sino más bien de un intento de comprender cómo surgen y caen las civilizaciones", explica el periodista Tim Stanley en The Telegraph. "Sí, los hombres heterosexuales pasan una cantidad indescriptible de tiempo pensando en el Imperio Romano, pero también lo hacen todos los que sienten curiosidad por el pasado y las lecciones que ofrece sobre la cultura moderna", reflexiona Cecily Mauran en Mashable.

¿Acaso no es preocupante que interese tanto una sociedad que era tan patriarcal? Responde Tenenbaum. "Desde luego que lo es, del mismo modo que también es hasta cierto punto esperable: cuando se produce cualquier tipo de avance social que tiene como finalidad emancipar total o parcialmente a un grupo oprimido, la reacción por parte de los grupos que se benefician directa o indirectamente de esa opresión suele ser bastante visceral. Uno de los mecanismos que se pone en marcha es la idealización nostálgica de un pasado que siempre se considera mejor (aunque solo por los sectores social, cultural y económicamente privilegiados, claro) y la instrumentalización histórica de periodos no sólo muy alejados en el tiempo, sino también plagados de mitos historiográficos que poco o nada tienen que ver con la realidad de aquel momento", comenta la autora de La mirada inquieta y Las mujeres detrás de Picasso.

El "limes romano" representa la línea fronteriza del Imperio Romano en su apogeo en el siglo II dC.
Getty Images/iStockphoto

Cuando Mary Beard, historiadora británica y catedrática de Clásicas en la Universidad de Cambridge, acudió a Oviedo al haber sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, aclaró en la rueda de prensa no encontrar similitudes entre la actual sociedad occidental y la del Imperio Romano. "Es seductor pensar que tienen respuestas para nosotros -si nos ayuda al menos a examinarnos-, pero no nos sirve para adivinar el futuro", señaló. 

Teniendo en cuenta que el año que viene Gladiator 2 va a ser una de las indiscutibles películas del año y que el rifirrafe entre Musk y Zuckerberg parece destinado a extenderse hasta el infinito, todo apunta que tenemos Imperio Romano para rato... Aunque Eugenia Tenenbaum no cree que en realidad, los hombres estén pensando en esta temática de forma recurrente, sino que opina que se trata de un interés totalmente impostado. "Creo que ante una pregunta de ese tipo prefieran mentir a reconocer que no lo hacen. La formulación "¿Cuántas veces piensas en el Imperio Romano?" ya implica que es esperable/deseable que pienses en él a menudo, así que creo que la respuesta ya está condicionada desde un principio. Lo veo más como una especie de "encerrona" a la que responden desde la invención y el miedo al ridículo, como evitación para no ser pillados en un renuncio, que desde la sinceridad". 

Y tú, ¿cada cuánto piensas en el Imperio Romano? La que firma el texto confiesa, sin miedo al bochorno, que absolutamente nada. 

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