Moda

Las mantillas de Semana Santa, repaso a la boda Beckham y la 'pinta' de Boris Johnson

Brooklyn Beckham y Nicola Peltz.
Vianney Le Caer / GTRES

¡Qué duro tiene que ser saber que, hagas lo que hagas, tu padre siempre va a molar más que tú! ¡Mucho más que tú! Estoy hablando de los Beckham, evidentemente. La foto de la familia en la boda del mayor de los hijos no dejaba lugar a dudas: David está mucho más cañón que cualquiera de los vástagos.

Supongo que ese el motivo de que Brooklyn decidiera que él sería el único que vestiría frac en su boda mientras que el resto de los invitados (incluido su padre) llevaron esmoquin. Todo un señor frac, por cierto, diseñado en exclusiva para él por la Maison Dior. Las bodas americanas, sobre todo si son civiles, tienen poco que ver con las españolas y este ha sido un gran ejemplo de ello. A falta de conocer todos los detalles esta tenía más pinta de fiestón que de ceremonia. Por ese mismo motivo las mujeres iban de tiros largos, casi cual alfombra roja de entrega de premios. 

Todas nos moríamos de ganas de ver a Victoria, una de nuestras ‘fashion victims’ preferidas, y amigas, qué demostración de lo que es tener actitud. Iba con un vestido que si nos lo ponemos cualquier mortal bien parecería que acabamos de saltar de la cama. Ella estaba que quitaba el hipo. Aquí un clarísimo ejemplo de cómo en moda lo fundamental es llevar tú al vestido y no que el vestido se coma tu presencia. Apuntad esto porque pronostico una proliferación de ‘slip dresses’, es decir, camisones, este verano y qué queréis que os diga, me da un poco de miedito.

Lo que tu pinta dice de ti

De Inglaterra nos llega otra de las noticias de la semana. El Gobierno del país ha decidido multar a su Primer Ministro por hacer fiestas durante la pandemia, cuando ellos mismos lo habían prohibido. Tranquilos que no me voy a poner a discutir sobre el tema, sino de la lección que esto nos deja sobre lo importante que es la imagen que transmite un político. ¿O acaso necesitasteis fotos para imaginaros a Boris Johnson ‘partiendo la pana’ en Downing Street? Con sus pelos a lo loco, sus corbatas voladoras y las chaquetas deslavazadas era fácil situar al líder con una pinta de cerveza bailando La Macarena mientras el resto del país se aburría en casa. 

Boris Johnsonen una imagen de archivo
Europa Press

Todos hubiéramos dudado mucho más si hubiesen acusado de lo mismo a su predecesora, Theresa May, siempre impecable en sus trajes sastre. Su imagen ‘lo condenó’ sin necesidad de pruebas (que vinieron después para reafirmar lo imaginado). Un claro ejemplo de cómo todos, queramos o no, prejuzgamos a nuestros similares antes, siquiera, de que abran la boca.

Mantillas de armas tomar

Terminemos nuestro análisis semanal aquí en España ya que estos días se están celebrando las procesiones de Semana Santa y con ellas recuperamos una de las tradiciones estéticas que más me gustan: vestir de mantilla. Jueves y Viernes Santo son días en que los creyentes visten de luto y las mujeres sacan sus mejores galas para acompañar a los pasos. Vestir con mantilla es todo un ritual y exige vestido de manga larga y que tape las rodillas, medias negras poco tupidas, zapato de tacón no excesivamente alto, pelo recogido y maquillaje discreto. Tengo la sensación de que las nuevas generaciones están recuperando muchas de estas tradiciones y me hace mucha ilusión.

Por cierto, para terminar con un poco de historia. Las mantillas fueron el ‘arma’ utilizada por una de las pocas protestas políticas encabezadas por mujeres. Corría el año 1871 y Amadeo de Saboya acaba de empezar a Reinar en España. Las altas esferas en el país, que apoyaban a los Borbones (en el trono hasta ese momento), decidieron recibir a su nueva Reina, saliendo a pasear con la mantilla que había popularizado la hasta entonces monarca Isabel II. Dicen que desde palacio intentaron acallar la manifestación vistiendo a unas prostitutas con la misma prenda. 

Una mujer vestida de mantilla pasa junto a unas fotografías de la Virgen de la Paz y Jesús de la Humildad y Paciencia.
EFE / SALAS

La escena se produjo en el Paseo del Prado y pagaría dinero por atravesar una puerta del Ministerio del Tiempo para ver la cara con la que se miraban unas y otras mientras se contoneaban con su peina, su mantilla y toda su intención. Para que luego digan que la moda son cuatro trapos. 

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