Moda

Por qué el morado es el color feminista y otras historias para recordar

Anitta RuizConsultora de moda
#LAROPAHABLA
Marlene Dietrich en una foto de promoción de la película de 1930 'Marruecos'
Photograph by Eugene Robert Richee, Deutsche Kinemathek - Marlene Dietrich Collection Berlin

Todo se ha teñido de morado esta semana. Logos de multinacionales, mascarillas, corbatas y camisetas. Según ha ido ganando peso la cuarta ola feminista cada vez son mas los que utilizan este color entorno al Día de la Mujer. Algunos solo por aquello del pinkwashing (o subirse a la ola, vamos) otros, quiero pensar, con auténtico espíritu. Pero ¿saben todos aquellos que se visten de este color por qué es el que representa “esta lucha”? Hay varias teorías, pero os voy a contar la que yo doy más credibilidad, o la que me parece más impresionante.

Una tragedia que acabó con el cielo morado

Corría el año 1911 y en Manhattan las primeras mujeres empezaban a incorporarse al trabajo industrial. Muchas de ellas lo hacían en la Triangle Shirtwaist una fábrica de camisas sita en los pisos 8, 9 y 10 de un rascacielos del Greenwich Village. Las condiciones laborales eran bastante deplorables y el estado del sitio pronosticaba un desastre inminente. Y así fue, un incendio se desató la jornada del 25 de marzo y la tragedia fue inevitable pese a la lucha de los bomberos. Los dueños habían candado todas las puertas de emergencia para “evitar los habituales robos”, o eso dijeron. Murieron 146 personas, casi todas mujeres, y cuenta la leyenda que todo el cielo de Nueva York se cubrió de un espeso humo morado, fruto de la quema de los residuos textiles.

Incendio en Shirtwaist en 1911
Cortesía

Aquel desastre, uno de los más graves de la historia estadounidense, provocó grandes cambios en las normativas laborales y de incendios y supuso el inicio de la primera sindicación femenina. De aquellas llamas nació el “Sindicato internacional de mujeres trabajadoras textiles”. Por este motivo a veces me gusta pensar que el morado es también parte de la sangre, sudor y lágrimas de todas nuestras antepasadas que nos precedieron y que nos han allanado un camino que todavía no es completamente de rosas. 

El feminismo no se mide en centímetros, ni en tintes de pelo, sino en decisiones

Grandes mujeres, grandes logros

También en el mundo de la moda nos han echado cables. Coco Chanel se atrevió a llevar pantalones y mandar a paseo el corsé a principios del siglo XX. Schiaparelli superó un traumático divorcio de un marido ludópata y borracho y montó su propia casa de costura. Marlene Dietrich demostró que vestirse como un hombre es inmensamente sexy. Mary Quant cortó centímetros a las faldas y ayudó a que las mujeres conquistaran el mundo enseñado las piernas. Carolina Herrera, empezó su imperio a los 42 años demostrando que nunca es tarde. Y así una lista interminable, a la que se suman cientos de mujeres anónimas que hacen de su cuidado, su imagen y su decisiones estilísticas una herramienta más para triunfar en esta complicada tarea que es vivir cada día.

La diseñadora Carolina Herrera durante la presentación de su libro "Carolina Herrera " en Madrid.
GTRES/ARCHIVO

Feminista y Femenina

Por cierto, esta que estáis leyendo, debería ser al primera columna de #LaRopaHabla pero mis ‘jefes’, que son muy majos, me dejaron empezar unas semanas antes del nacimiento oficial de Mujer.es. ¡Había mucha tela que cortar! Pero ya que ya estamos oficialmente en familia, me vais a permitir que de las gracias desde aquí a Sonia Fornieles, quien ha puesto en marcha este proyecto y que ha confiado ciegamente en mí desde el primer momento. Pero no sólo le quiero dar las gracias por eso, sino por una frase que pronunció el día de la presentación: “Mujer.es es un medio feminista y femenino”, a mi me faltaba aplaudir con las orejas de felicidad. Durante años parecía que pintarte los labios de rojo, subirte a un tacón o soñar con un lookazo de Dior te hacía menos feminista. 

Y no, amigas, el feminismo no se mide en centímetros, ni en tintes de pelo, sino en decisiones. En decidir no llamar “fresca” a quien se contonea en una mini. En decidir no llamar guapa a la cara y criticar por la espalda a tu compañera de trabajo… En definitiva, en decidir que juntas somos más y podemos ser mejores. Ya sea con sandalias de tacón o en deportivas, pero de la mano. 

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