Cine

Pilar López de Ayala: "Hablar de mi vida es lo más aburrido del mundo"

Nació en Madrid en 1978. Ganó el Goya por Juana la Loca y lo rozó con Besos para todos, Obaba y Lope. Ha trabajado con Armendáriz, Guerín o Manuel de Oliveira.
EFE

Una madre oscura y llena de secretos: así es el personaje de la actriz en Intruders, donde visita un género no muy habitual en su filmografía.

¿Cómo llevó compartir tantas escenas con un niño?

Los niños se me dan bien: tienen algo fascinante. Son libres actuando, espontáneos, y eres tú quien tiene que adaptarse a sus códigos. Los críos te obligan a estar despierta y atenta porque no encarnan a un personaje, sino que se convierten en él: para mí, que no me gusta repetir y me encanta lo nuevo, es delicioso.

¿Qué le asustaba de pequeña?

La oscuridad. Más concretamente, carecer de un punto de luz que me guíe: a oscuras me desestabilizo, pierdo el equilibrio. Y, de pequeña, jugaba con mi hermano a apagar la luz e imaginar monstruos en la cara del otro: era bastante masoquista, porque terminábamos gritando y encendiendo la luz otra vez.

Si su personaje sufre, ¿sufre usted también con él?

Tienes que recorrer su viaje, pero creo que el sufrimiento merma la creatividad del actor. A mí me bloquea. Soy partidaria de lo contrario: el disfrutar, el sentirme libre, es lo que más me ayuda. Pero cada uno tiene su propia línea de trabajo, y también cada personaje pide cosas distintas.

¿Qué siente al actuar?

Estás más abierto a todas las emociones. Trabajamos con sentimientos, y te conviertes en una esponja vulnerable, que lo capta todo, abierta a todo lo que te venga. No tiene por qué ser traumático: si lo sabes manejar es muy disfrutable. Lo he pasado muy bien haciendo escenas dramáticas.

¿Se actúa mejor al envejecer?

Se actúa diferente. Combinas la experiencia y el oficio, pero es muy importante no perder la parte instintiva y visceral que te lleva a encarnar a alguien sin pensarlo demasiado. Debes hacer un gran trabajo previo, pero al rodar tienes que cortarte la cabeza y sentirte libre.

Llevamos muchos años viéndola, pero apenas sabemos nada de su vida personal.

Este trabajo te obliga a una exposición pública, pero hay que distinguir entre dar entrevistas y hacerte fotos para promocionar una película y salir en las revistas todos los meses hablando de tu vida. Prefiero hacer mi vida que hablar de ella, porque me parece el tema más aburrido del mundo. La verdad, creo que soy demasiado normal.

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