Cultura

Adiós a la más grande

Rocío Jurado en una actuación que ofreció en Madrid en el año 1989, con uno de sus gestos más carácterísticos en sus interpretaciones.
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Rocío ha dejado de respirar. Se ha ido como ella quería, con los suyos, su familia y sin grandes angustias». Sucedió a las cinco y cuarto de la mañana. El corazón de la más grande dejó de latir. Parecía recrear la letra de su famosa canción: «Si amanece y ves que estoy dormida... déjame soñar con tus caricias». Amador Mohedano, su hermano y representante, dio la noticia tres cuartos de hora después, a las puertas de Villa Jurado, la casa de la cantante en la madrileña urbanización de La Moraleja. Iba vestido de riguroso luto.

Rocío Jurado, que tenía 61 años, moría tras sufrir el pasado viernes un empeoramiento en su salud, como consecuencia del cáncer de páncreas que padecía desde 2004. A principios de esta semana, su médico personal, el doctor Alejandro Domingo, y, por primera vez, su hermano reconocían que la voz de la artista se apagaba.

Una fría madrugada

En los últimos días, el chalé de Rocío se había convertido en el cuartel de la familia, que permanecía pendiente de la evolución de la salud de La Chipionera. Como en noches anteriores, la luz de uno de los salones de Villa Jurado permaneció encendida en todo momento. La Policía Municipal patrulló por los alrededores, facilitando el acceso de vehículos de familiares a la casa.

A media noche, un sobrino de José Ortega Cano sacó varias botellas de agua, más de una docena, para los periodistas que hacían guardia a la puerta del chalé. Horas después salió Mohedano para anunciar la muerte de su hermana.

La familia al completo abandonó la casa hacia las nueve y media de la mañana, camino del Centro Cultural de la Villa de Madrid, donde, durante el día de ayer, se instaló la capilla ardiente.

Casi dos años de lucha

El cáncer de páncreas, o enfermedad del silencio, que ha afectado a Rocío Jurado, es de los peores –no se manifiesta hasta que está muy avanzado–, aunque el mal no le era extraño: su madre murió de lo mismo. A Rocío se lo detectaron en verano de 2004. Ahí empezó un vía crucis de operaciones. Dejó de cantar y en otoño viajó a Houston (EE UU) para tratarse en la clínica MD Anderson. Un año después se subía de nuevo a un escenario –en diciembre grabó un especial de TVE– y regresó a los EE UU para una revisión. Estuvo hospitalizada dos meses y volvió a España el 23 de marzo en un avión medicalizado. Tras unos días en la Clínica Montepríncipe, el 8 de abril salió rumbo a su casa. Estaba delgada, pero sonriente. Un último revés la llevó al hospital el 18 de abril, donde permaneció diez días. En la madrugada de ayer no pudo seguir luchando.

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