¿Piensas que no vas a tener casa en tu puta vida (lema de las últimas manifestaciones)? ¿No puedes exorcizar los fantasmas de la precariedad, los alquileres de esclavo, las hipotecas de riñón...? Organízate: monta tu cooperativa.
Tras consultar a los cerebros de la cooperación de viviendas en régimen de alquiler, puedes obtener un piso digno. Son nuevos modelos, distintos proyectos que están en marcha y que apuestan por el alquiler social sin opción a compra.
"Sólo necesitas voluntad, y apenas dinero. Con el sistema que hemos ideado, vale con que un grupo de 16 personas paguen 200 euros al mes por viviendas de 45 metros cuadrados. Se cubren los gastos, incluida la rehabilitación de un edificio o su construcción", dice Eduardo Gutiérrez, arquitecto, de 44 años.
Su grupo, compuesto por arquitectos, diseñadores e ingenieros muy vinculados al madrileño barrio de Lavapiés, ha investigado durante más de un año su modelo.
"Se trata de que busques personas con las que quieras vivir y que accedas a las ayudas del plan estatal de vivienda como si fuerais promotores para beneficiarios de los incentivos destinados a los que construyen viviendas sociales", añade.
El principal problema es el suelo, actualmente por las nubes.
"La Administración o una ONG tendrían que hacer una cesión temporal del terreno. Los cooperativistas harían el resto e incluso pagarían un canon por el suelo", añade.
Todos apuestan para que se blinde la propiedad y nunca se pueda vender el piso.
"En las cooperativas clásicas se acaban vendiendo los pisos al mercado libre", explica Raul Robert, ingeniero, de 32 años, del colectivo catalán Sostre Cívic.
Proponen un contrato de alquiler indefinido.
"Sostre Civic sería como una gestora que, al no poder vender el edificio, apostaría por enriquecerlo", añade.
Sus costes los calculan entre 300 y 400 euros al mes. Y ya hay 170 personas interesadas. Piensan construir en Cerdanyola 40 viviendas.
Son sistemas inspirados en experiencias de los países nórdicos y poco implantadas en España. Buscan, además, espacios sociales y comunes.
"Tienes que participar de forma activa en la gestión y empezar a construir la ciudad de otra manera", explica Almudena Sánchez, de 25 años, del colectivo madrileño Covijo, que lleva luchando por las cooperativas desde 1998.
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