La animación tradicional no se rinde ante el empuje del 3D
- Las películas de animación hechas por ordenador dominan la gran pantalla.
- A pesar de haber perdido la batalla en el cine, la animación hecha a mano sigue viva en varios frentes: Japón, Europa, los cortometrajes y la televisión.
- El corto 'Paperman', de Disney, abre una nueva vía que combina 2D y 3D.
En 1995, un vaquero de trapo, un muñeco espacial y el resto de juguetes de un niño de 8 años invadían las salas de cine para cambiar la historia de la animación para siempre. Toy Story, de Pixar, era el primer largometraje realizado en su totalidad con técnicas de animación por ordenador, donde las imágenes planas de los dibujos animados clásicos eran sustituidas por la profundidad y los volúmenes reales. El éxito de crítica y de público favoreció el desarrollo de nuevas películas en 3D (tanto de Pixar como de otros estudios): Bichos, Shrek, Ice Age... y esta tecnología no tardó en convertirse en estándar.
Ante el avance de las técnicas digitales, los dibujos tradicionales, hechos a mano, no hacían más que dar pasos atrás. En 2004, Disney anunciaba que Zafarrancho en el rancho sería su última película 2D y que a partir de entonces se centrarían en producciones 3D. Desde aquel momento y hasta el día de hoy, las dos dimensiones casi han desaparecido por completo de la gran pantalla. En la actualidad, son películas como Brave, Rompe Ralph o El alucinante mundo de Norman las que mandan en las salas.
Incluso en televisión, uno de los reductos en los que la animación tradicional sigue siendo fuerte, las tres dimensiones van ganando terreno: series infantiles como Pocoyó arrasan en todo el mundo mientras que clásicos como la abeja Maya o Heidi planean un regreso tridimensional, más acorde con los nuevos tiempos. "El salto a la animación 3D es lógico, ya que ofrece movimientos de cámara y juegos de luz espectaculares, posibilidades narrativas y visuales que no tiene el 2D", explica a 20minutos.es Toni García, director creativo de BRB Internacional y de Screen 21, estudio en el que se preparan proyectos 3D como la serie Invizimals (basada en el videojuego homónimo y con empleo de tecnología de realidad aumentada) o el largometraje para cine de D'Artacán y los tres mosqueperros.
Y aun así, nuevamente, a pesar de tenerlo todo en contra, la animación tradicional sobrevive gracias a vías alternativas como el cortometraje, género muy dado a la experimentación y el trabajo artesanal. Este mismo año, entre las cinco producciones que aspiran al Oscar a mejor corto de animación, se encuentran dos trabajos en 2D —Adam and Dog y el cortometraje de Los Simpson— y otro que supone la combinación perfecta entre el dibujo a mano y las nuevas tecnologías, el aclamado y romántico Paperman. Éste ha sido realizado mediante un programa que interpreta los trazos hechos por el dibujante y los completa de forma automática basándose en bocetos. El resultado visual, a medio camino entre el dibujo plano y la profundidad del 3D, podría convertirse en una nueva salida para el dibujo animado clásico.
Los bastiones de la animación tradicional
Pasión por el anime en Japón
"En Japón, el 2D ha dejado una huella muy profunda. El boom que experimentó el anime en los años 70 creó un tejido industrial que ahora es muy difícil desmontar. Hay muchos trabajadores en esa industria, mucha gente viviendo de la animación. Además, es considerado un arte y existe un gran respeto y veneración por los dibujantes", comenta Toni García. En similares términos lo explica Jesús Mateo, experto en manga y autor de El Bloc: "Japón es un país un poco cerrado a la hora de aceptar cosas de fuera y es muy tradicional. Para ellos el manga y el anime es tradición, cultura".
"El manga vende a adultos y niños, es normal ver a la gente leyendo cómic en el transporte público sin esconderse. El anime nace como producto publicitario de esos mangas con muchas ventas y muchos de ellos se emiten en prime time. En vez de Sálvame, El Barco y José Mota, ellos tienen su One Piece, Toriko o HunterxHunter", añade Mateo.
Mientras que en Japón es habitual el estreno de películas de anime en el cine, a Occidente suelen llegar (las que llegan de entre todo su extensísima producción anual) directamente en DVD o Blu-ray. Más suerte tienen las series de televisión, que en ocasiones logran convertirse en auténticos fenómenos de masas como Dragon Ball o Naruto.
Cine para adultos en Europa
El dibujante y guionista valenciano Paco Roca es autor del cómic Arrugas, una emotiva historia sobre el Alzhéimer que en 2008 le permitió obtener el Premio Nacional de Cómic. La adaptación a la gran pantalla en 2001 obtuvo múltiples reconocimientos, entre ellos un Goya a Mejor Película de Animación y otro a Mejor Guión Adaptado.
Aunque no se trata de dibujos animados, en Europa tiene mucho arraigo la también tradicional técnica de animación denominada stop motion, que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de la grabación de una serie de imágenes fijas sucesivas (como en Pesadilla antes de Navidad). Pertenecen a esta categoría la española O Apóstolo y ¡Piratas!, película del estudio británico Aardman Animations (creadores de Wallace y Gromit y Evasión en la granja) que está nominada al Oscar. En Estados Unidos, el mayor representante de esta técnica es Tim Burton, que también opta a galardón este año con Frankenweenie.
Dibujos en televisión
Incluso entre productoras muy centradas ya en el 3D, como BRB Internacional, todavía se reserva cierto espacio para el dibujo animado "de toda la vida". La empresa cuenta actualmente entre sus proyectos con Khuda-Yana, una serie de dibujos animados que mantiene el 2D por coherencia estética, y en homenaje, con las series que parodia (Dragon Ball, One Piece, Naruto...).
"El 3D está en alza e irá a más", asegura Toni García, aunque no parece que la animación 2D vaya a desaparecer completamente, sobre todo cuando "ahora mismo resulta más barato trabajar en 2D que en 3D". "Es la ley del mercado: hay menos demanda de animación tradicional, así que los estudios que realizan este tipo de trabajo son más baratos", señala. Por otro lado, siempre hay proyectos que encajan más con una estética clásica que con una tecnológicamente más avanzada, como puede ser el caso de las producciones inspiradas en cómics de superhéroes.