Viajes

Una competición de regatas, otra disculpa para visitar Malta

La Valetta merece una vuelta en barco para conocerla mejor.
FLICKR/hobbs_luton

En el Gran Puerto de Valleta, en la mediterránea isla de Malta, se darán cita en unos días 75 embarcaciones de 16 países con un objetivo: ganar la Rolex Middle Sea Race. Esta cita se ha convertido en indispensable del calendario mundial de regatas. Pero para nosotros, gustemos o no de la vela, es una oportunidad –casi una disculpa– para acercarse a este paraíso natural.

Las Islas Maltesas son un destino mediterráneo en el que los deportes acuáticos tienen un papel fundalmental. Arrecifes, cuevas o restos de naufragios esperan a los amantes del buceo. La tranquilidad del mar proporciona una excelente visibilidad y el riesgo para la flora y la fauna son escasos. Los más experimentados no pueden perderse los objetos arqueológicos que esconde el mar, desde la época romana hasta la Segunda Guerra Mundial. También hay cursos y actividades para principiantes.

Las islas Maltesas tienen grandes atractivos y sus paisajes han sido, en muchas ocasiones, escenario cinematográfico de películas como Troya, Gladiator, Munich, El Conde de Montecristo, Vicky el Vikingo o Ágora.

Las Islas tienen 7.000 años de historia y un legado único. El Museo Nacional de Bellas Artes, alojado en un exhuberante edificio de estilio rococó, data de 1570 y exhibe parte del patrimonio de las islas, desde el Renacimiento a los tiempos modernos.

Si bien Malta se ha ganado un nombre como destino turístico internacional, las otras dos islas maltesas, la de Gozo y la de Comino, son prácticamente desconocidas para el gran público. Precisamente por eso son dos buenos lugares para desconectar del mundanal ruido.

Gozo tiene una escasa densidad de población y, gracias a ello, un escaso ritmo de urbanización. Calas diminutas, playas de arena roja o bahías turquesas son algunos de los colores con los que el viajero puede deleitarse en esta pequeña isla. Entre las opciones a su disposición, alojarse en una villa rústica en alguno de los pueblecitos y disfrutar de su gastronomía.

En la Isla de Comino, de 3,5 kilómetros cuadrados, no hay coches, ni apenas habitantes. Y sólo un hotel, por eso se puede disfrutar de sus olores a tomillo o hierbas salvajes. Su mayor atracción, la Laguna Azul, con sus aguas turquesas  e ideal para pasar un día de navegación en un barco de crucero o en un velero.

La isla ha sido morada de los piratas que operaban en el Mediterráneo y se ha mantenido como un rincón perdido hasta que su economía resurgió gracias al turismo de mediados de la década de los sesenta.

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