Shaila Dúrcal: "Soy lo que soy gracias a mi madre"

Nada más llegar a las oficinas de la discográfica, Shaila nos da un beso fuerte. Acto seguido prepara un café y nos ofrece un cruasán. Habla con nosotros mientras echa la leche y trae un poco de azúcar.

¡Qué derroche de energía!

Es que esto es la promoción, hay que ponerle ganas.

¿Cómo surgió la idea de hacer un disco con canciones de su madre?

Fue un regalo que quise hacerle a mi madre. No le dio tiempo a verlo en la calle, pero sí que pude ponerle las maquetas. Es una forma de demostrarle que soy lo que soy gracias a ella.

¿Y qué le dijo su madre?

Había canciones que no reconocía, pero le gustó muchísimo.

En Suramérica le ha ido de miedo...

Ten en cuenta que allí mi madre es muy querida y a mí me han tratado fenomenalmente. Me han recibido como si fuera de su familia.

Además, esta no ha sido la primera vez que se ha subido en un escenario...

¡Hombre! Me había subido muchas veces, pero haciéndole los coros a mi madre. Es muy distinto estar sola.

¿Siempre supo que quería dedicarse a esto?

Siempre. Por eso mi madre y mi padre se dedicaron desde siempre a enseñarme la profesión desde dentro. La parte artística, la parte empresarial...

¿Le costó marcharse a México?

Se echa mucho de menos tu casa, la familia, pero el trabajo es el trabajo.

¿Qué le dicen en casa?

Siempre me han apoyado. A mi padre esto le ayuda muchísimo a salir, a quitarse sus cosas de la cabeza. ¿Sabes? Mi madre también me ayuda. Ella me manda fuerzas.

La tiene muy presente...

Me acuerdo de mi madre todos los días.

Y a su padre, ¿en qué se parece?

Como virgo que somos, nos exigimos mucha perfección.

No se estila mucho eso de irse a las Américas en busca de suerte. Antes era más usual.

No te creas. La primera vez que entré en la discográfica de allí me encontré a Natalia Jiménez, mi compi de toda la vida del colegio. Nos quedamos las dos sorprendidísimas.

Ella es vocalista de La Quinta Estación, un grupo maravilloso que está pegando fuerte. ¿Se siente afortunada?

Muchísimo.