Amy Tan reflexiona de nuevo sobre la relación entre madre e hija en 'El Valle del asombro'

  • Una foto le hizo sospechar que su abuela había sido cortesana en China.
  • Un shock que llevó a la autora norteamericana a investigar para reconstruir su historia y que dio como resultado 'El valle del asombro'.
  • El libro cuenta la vida de tres generaciones de mujeres que luchan contra su destino.
Amy Tan
Amy Tan
EFE
Amy Tan

La norteamericana Amy Tan, cansada de ver cómo su psiquiatra se dormía mientras ella revelaba sus secretos, decidió recurrir al lápiz y al papel. Ahora, casi tres décadas después de su primera incursión en la literatura, regresa con un nuevo libro en el que vuelve a reflexionar acerca de la relación entre madre e hija.  

El título de esta nueva aventura literaria es El valle del asombro (Planeta), un relato en el que Tan aborda la vida de tres mujeres y que arranca en 1912 en la ciudad china de Shanghái.

Violeta es la hija adolescente de Lulú, una estadounidense propietaria de la mejor casa de cortesanas de la ciudad que siempre evita hablar sobre el pasado. Un engaño separa a madre e hija, llevando a Lulú de vuelta a San Francisco y convirtiendo a Violeta en cortesana.

Han pasado ocho años desde su anterior publicación, un tiempo en el que ha tenido varios asuntos entre manos que la han mantenido ocupada. Durante estos años, la autora ha mezclado realidad y ficción para crear esta historia y el resultado es un relato a medio camino entre su imaginación y su vida.

El detonante de esta historia fue la sorpresa que sintió Tan durante un viaje a Shanghái (China). Allí, en el Museo de Arte Asiático, descubrió en un libro sobre cortesanas que su abuela vestía igual que aquellas mujeres.

"Impactada" por este hallazgo, la autora de El valle del asombro se alejó de los proyectos que llevaba a cabo en ese momento y empezó a escribir esta historia, en la que recorre tres generaciones de mujeres en lucha contra su destino.

La autora observó todos los detalles de su abuela "con lupa" y, para su sorpresa, lo que parecía una "broma" o un "juego" era demasiado habitual en las fotos que conservaba de la juventud de su abuela. Muchas de esas imágenes viajan con ella en una libreta que no deja de ojear mientras explica entusiasmada cómo surgió todo.

Evitar el destino

De alguna forma, con esta novela la escritora se sumerge de nuevo en la relación entre madre e hija, un tema que ha acaparado sus pensamientos desde que en 1989 publicó El club de la buena estrella, la novela con la que alcanzó el éxito comercial, que fue llevada al cine en 1993 por Wayne Wang.

La protagonista de este relato es Violeta, un personaje que posee ingredientes tanto de ella misma como de su madre.

"Yo me parezco a la protagonista sobre todo en la idea de no dejar a nadie decidir quién soy. Pero mi madre tuvo una vida muy parecida a la suya. Le dijeron cuándo se tenía que casar y cuándo iba a tener hijos. Ambas lucharon contra su destino", explica.

Durante un tiempo, se resistió a escribir sobre la relación con su madre, algo "demasiado personal". Sin embargo, afirma que, al fin y al cabo, escribe para sí misma, sin ninguna pretensión de demostrar "nada a nadie". Por este motivo, señala que nunca transmite sus sentimientos a través de un personaje masculino.

Tan se resiste a hablar de la escritura como "terapia", pero admite que decidió recurrir a ella cuando se cansó de ver cómo su psicoanalista se dormía en sus sesiones. Ahora, se siente agradecida porque gracias a esa reacción Tan ha escrito un total de seis novelas.

A su primer éxito, El club de la buena estrella (1989) le siguió La esposa del dios del fuego (1991), Los cien sentidos secretos, (1995), La hija del curandero (2001), En contra del destino (2003) y Un lugar llamado nada (2005).

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