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Cazuelitas de guisos, pescaíto frito, pringá, gambas... Sevilla, de tapeo y de lo otro

Un bar de tapas de Sevilla.
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¿De dónde viene la costumbre de tapear? Según se cuenta, el rey Alfonso X el Sabio impuso a las tabernas acompañar los vasos de vino con algo de comida. Otra versión apunta a la propia iniciativa de los taberneros de tapar el vaso de vino con una rodaja de embutido para evitar que entraran moscas.

Del derecho o del revés, lo cierto es que las tapas son un sello de identidad de Sevilla, en especial en barrios como Triana, los Remedios o la Macarena. Cazuelitas de guisos de caza, frituras de pescaíto, pringá, tortilla, paella, gambas, calamares o salmorejo por citar solo algunos, sin olvidarnos de los embutidos y el jamón.

Pero las tapas son platos de comida en miniatura, cada vez más elaborados. De modo que a diario, las tapas se han convertido en la comida principal en lugar de ser un aperitivo.

Si aún así nos vamos a sentar a comer, hay mucho donde elegir. Los platos principales de la gastronomía sevillana son: el exquisito pescaito frito, los huevos a la flamenca, el cocido andaluz (garbanzos y verduras) el gazpacho o el contundente menudo.

Además, quedan el rabo de toro, los flamenquines, los callos, los langostinos en vinagreta o los caracoles. Del mar, boquerones en vinagre, lubina, cazón o pavías de bacalao. Y del campo, la caza: perdices en escabeche, conejo al vino fino o la carne al tomillo.

Para acabar una buena comida, un punto dulce. En esta época será el de las torrijas, las Yemas de San Leandro (cuyo origen se remonta al siglo XV), pero también los borrachuelos, los alfajores, las tortas de aceite y los pestiños.

Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!

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