Artes

Revelan la técnica de Kirchner de modificación de los colores para lograr un 'mate intenso'

Kirchner sufrió un colapso emocional mientras combatía en la I Guerra Mundial. El dolor puede advertirse en una de sus obras más conocidas, Autorretrato como un hombre enfermo
© Bayerische Staatsgemäldesammlungen, Sammlung Moderne Kunst in der Pinakothek der Moderne, München

De la vida de desgracia y dolor del pintor expresionista alemán Ernst Ludwig Kirchner sabemos que era uno de los más dotados artistas de su generación, que de sus cuadros emerge un fuego frío de tonos subjetivos e imposibles de reducir al limitado nombre de un color, que peleó como voluntario en la I Guerra Mundial y casi pierde la cabeza en el espanto de las trincheras, que los nazis le calificaron como degenerado, es decir, como gustaban de vocear, de "putrefacto" y "cretino", que mientras tanto destruyeron o robaron 600 de los cuadros del artistas y, como epílogo, que se pegó un tiro en la sien en 1938, a los 58 años, porque estaba cansado de sufrir.

También sabemos que fue uno de los fundadores de Die Brücke (El Puente), un crucial colectivo expresionista que pretendía, como sugiere el nombre, enlazar la tradición —en especial la relacionada con la rara belleza del renacimiento alemán de Dürero y Cranachel Viejo— con la modernidad, pero denunciando los academicismos y el ablandamiento rebuscado que se adivinaba en el hedonismo de la Belle Époque.

La 'verdadera esencia' de Alemania

Fiel a ese enfoque, Kirchner, descendiente por línea materna de hugonotes, protestantes franceses calvinistas, pintó cuadros rebosantes de una "enorme tristeza", como confesaba a sus pocos amigos, en los que paradójicamente quería mostrar la "verdadera esencia de Alemania", el país que intentó defender en una guerra que le hizo perder la cordura y cuyo posterior régimen le estigmatizó, obligándole a buscar refugio en Suiza, lugar al que logró escapar cuando los nazis pusieron precio a su cabeza.

Farbenmensch Kirchner (El hombre de colores Kirchner) es una exposición que reivindica al dolorido pintor expresionista desde una óptica nueva. A partir de una frase del artista —"no puedo trabajar racionalmente, soy demasiado de colores para eso"—, la Pinakothek der Moderne de Munich (Alemania), propietaria de más cuadros de Kirchner (19) que museo alguno del mundo, ha decidido ahondar en la pericia técnica del artista y, sobre todo, en la manera en que fabricaba los óleos con los que pintaba.

Pigmentos, tierra, barro, ceniza...

La exposición, en cartel hasta el 14 de septiembre, explora y explica el "sistemático y experimental" modo de empleo del color de Kirchner hasta lograr el "mate intenso" que consideraba con orgullo su "imagen de marca". Con un perfeccionado añadido de pigmentos, barros, tierras y ceniza, transformaba el óleo industrial para aplacar el brillo sin que se perdiera la intensidad. Ese acabado, un ardor que carece de llama, hace que cuadros como Escena de calle berlinesa (1913) impacten al espectador con tanta suavidad como gravedad.

La base de la exposición es una investigación técnica iniciada en 2009, la primera vez que la obra de un pintor expresionista es analizada con tanta precisión. El proyecto permitió desmontar la idea de que Kirchner era un artista espontáneo: el uso de rayos equis y lus ultravioleta ha permitido descrubrir bajo algunas de sus obras más conocidas, entre ellas Self-Portrait as a Sick Man (Autorretrato como un hombre enfermo, 1918-1920), fueron pintadas con muchas capas superpuestas, bocetos inacabados e ideas que nunca llegaron a término. El "gran refinamiento" de Kirchner como artista hace que las veamos como piezas "pintadas rápidamente".

Junto con dibujos, cuadernos de bocetos y fotografías, la exposición reúne 90 pinturas de Kirchner. Además de las del museo muniqués hay obras en préstamo de otras pinacotecas alemanas y suizas y de colecciones particulares de varios países.

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