Navarra

La revista Príncipe de Viana aborda la trayectoria del Colegio de Navarra en París

El estudio sobre el Colegio de Navarra en París, un legado que la reina Juana I de Navarra dejó en su testamento en 1305, es uno de los trece artículos que integran el número 259 de la revista 'Príncipe de Viana', editada por el departamento de Cultura, Turismo y relaciones institucionales del Gobierno de Navarra.

El centro, según ha explicado el Ejecutivo foral en una nota, fue fundado en 1315 por deseo de Juana I, última soberana de la casa de Champagne, reina de Navarra y reina consorte de Francia por su matrimonio con Felipe IV el Hermoso entre 1285 y 1305.

El Colegio de París albergó en su seno a estudiantes franceses o navarros de teología, gramática y lógica, y según el autor del artículo, José María Corrella Iráizoz, pronto se convirtió en referente mundial por la presencia del matemático Nicole Oresme al frente; por la particular devoción de la monarquía francesa hacia él por ser una institución de fundación real que gozó de una renta anual a perpetuidad de dos mil libras tornesas; y por la excelente biblioteca que logró reunir en tres o cuatro décadas.

El colegio supo adaptarse a los tiempos hasta que, con la llegada de la revolución francesa, se suspendió su funcionamiento para ser reorganizado en 1817 y convertirse en 1970 en "un establecimiento de enseñanza superior e investigación aliado con la cultura de la excelencia científica en el marco de una firma tradición humanística", según subraya el autor, economista y escritor.

Las dos reinas blanca de navarra

La revista dedica también un artículo a la madre de Juana I, que firma María Raquel García Arancón, 'La otra Blanca de Navarra, una reina entre tres reinos (c. 1248-1302)'. La condesa de Champaña fue regente de su pequeña heredera tras la muerte de Enrique I en 1274 y en 1275 se casó en segundas nupcias con Edmundo de Lancaster, hijo del rey de Inglaterra, para convertirse en condesa de Lancaster.

Más conocida es la reina del mismo nombre Blanca de Navarra, que vivió entre 1285 y 1441, y sobre cuyo testamento y su copia en los archivos de Pau escribe Juan Jesús Virto Ibáñez.

La reina nombró heredero a Carlos a su muerte, pero ordenó que si le sucedía antes de cumplir 20 años se debía proclamar rey con permiso de su padre, Juan II, hasta entonces consorte.

Como Juan II no renunció al trono en favor de su heredero se inició en el reino de Navarra una larga guerra civil entre los partidarios de Juan II y de Carlos, príncipe de Viana.

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