Artes

Así echó por tierra Turner los estereotipos sobre la vejez

'Paz-Entierro en el mar' (1842) , una de las obras de J.M.W Turner que se exponen en la galería Tate Britain de Londres
JMW Turner - Tate

Al contrario de lo que sucede a muchos artistas, Joseph Mallord William Turner (1775-1851) experimentó en los últimos años de su vida una energía creativa y renovadora que se tradujo en la aplicación de procesos, materiales y técnicas radicales. Mientras sus coetáneos victorianos exploraban otras prioridades, él presentaba obras que parecían inacabadas, que brillaban por el extraño poder que adquirían la niebla marina, las tormentas de nieve, el cielo reflejado en el agua en un paisaje fundido propio de un sueño.

Apuntaba maneras en 1939 con Roma antigua; Agripina desembarcando con las cenizas de Germánico, un paisaje de tonos dorados con una arquitectura casi desaparecida en la bruma. Luego llegaron asombrosas piezas como Paz-Entierro en el mar (1842) o Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril del Oeste (1844), una representación de la entonces novedosísima máquina, avanzando a una velocidad tan superior que permite al maestro la anarquía justificada de desdibujarlo todo.

La primera gran exposición centrada en el periodo final de la carrera del autor, Late Turner – Painting Set Free (Turner tardío - Pinturas liberadas) comienza en 1835 —el año en que cumplió 60 años— y termina con la última exposición que se organizó con él en vida, en la Royal Academy of Arts en 1850. La recién inaugurada muestra, en la galería Tate Britain de Londres, se puede visitar hasta el 25 de enero.

"Cansado ya de la simple y sobria realidad"

Con 150 obras de colecciones nacionales e internacionales, la pinacoteca reta los estereotipos asociados a la vejez como pesimista y como una época que representa el fin de la evolución artística. J.M.W Turner se comprometió cada vez más con la observación de la naturaleza. Su representación del ferrocarril indica además una implicación en los desarrollos científicos y tecnológicos de su época. Además de óleos de gran formato, los dibujos, las acuarelas y los grabados revelan los experimentos creativos que nunca abandonó, las aproximaciones a un inexplicablemente temprano estilo abstracto.

"En 1843, Turner, cansado ya de la simple y sobria verdad, o determinado a intrigar y asombrar con experimentos prismáticos a un público que no compraría sus pinturas y no comprendía su genio, se lanzó al interior de algunos de sus sueños más salvajes", cuenta el periodista, escritor y crítico de arte inglés George Walter Thornbury (1828-1876) en una biografía sobre el artista que escribió en 1862.

El maestro no había muerto hacía demasiado tiempo y todavía se contemplaba con cierta extrañeza el drástico avance hacia la eliminación de las formas, la reducción del paisaje a una atmósfera sin apenas trazos definidos. En el libro —un valioso documento sobre la estela de confusión que generó con sus trabajos un pintor que ya habían consagrado los académicos— Thornbury está lejos de criticarlo, pero menciona más el atrevimiento que el logro artístico: no era fácil entender a Turner cuando ni siquiera el impresionismo había florecido.

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